lunes, 9 de noviembre de 2009 | |

SEAMOS AGRADECIDOS

SEAMOS AGRADECIDOS CON NUESTROS SACERDOTES

En el 10º aniversario de la muerte, “dies natalis”, día del nacimiento le llama el Papa, del Santo Cura de Ars, Benedicto XVI, anunció un Año Sacerdotal.
Lo abrió en la celebración de las Vísperas el pasado día 19 de Junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, en presencia de la reliquia del Santo. Será clausurado el 19 de Junio del 2010, en el “Encuentro Mundial Sacerdotal” en la Plaza de San Pedro. Durante este Año Jubilar, Benedicto XVI proclamará a San Juan Mª Vianney “Patrono de todos los sacerdotes del mundo”.
Ante todo este tiempo de gracia que vivirán los sacerdotes, ¿qué tenemos que sentir y expresar los seglares? Creo sinceramente que agradecimiento y eso es posiblemente lo que están esperando ellos. No olvidemos que estamos viviendo en una sociedad cada vez mas descristianizada, lo que les hace sentir muchas veces la incomprensión y la soledad. Ayudemos a paliar la incomprensión y ofrezcámonos personalmente para que su soledad sea menos notada.
El tema de este año es: “Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote” Expresémosles nuestro apoyo, ayuda, compromiso, oraciones, trabajo…para que sintiendo la fidelidad que Cristo les tiene, puedan ellos serles fieles a Él.
El sacerdote es hombre de Dios y amigo de Jesucristo. Por eso precisamente es también todo de los hombres y para los hombres. Dejémonos apacentar. No queramos imponer nuestros criterios, pues eso es apacentarnos a nosotros mismos. Seamos dóciles ante sus instrucciones. Dejémosles que se sientan importantes en la misión que tienen encomendada.
Es fundamental manifestarles que estamos orgullosos de ellos, que les amamos y admiramos. Que vean “que son importantes no sólo por cuanto hacen, sino, sobre todo, por lo que son”. Que la luz que irradian sea bien recibida, fructífera y reconocida. El Sumo Pontífice ha dicho a los sacerdotes: “Incluso con todas las contradicciones, resistencias, oposiciones, la sed de Dios existe y nosotros tenemos la bella vocación de ayudar, de dar luz. Esta es nuestra aventura” Ayudémosles a que esa luz sea cada vez de mayor intensidad; no la queramos apagar con nuestras interpretaciones, juicios y maledicencias.
Que observen en nuestras actitudes y comportamientos que reconocemos con gratitud su trabajo pastoral y su testimonio de vida.
Muchas veces puede parecer que la vida del sacerdote no llame la atención de la mayoría de la gente. Esto no es verdad, pues muestra la plenitud de vida a la que todos aspiramos. Al imitar a Jesús, se comporta como Él, que no vino a ser servido sino a servir, a dar la vida por los demás. No hablemos nunca mal de un sacerdote, pues el daño que podamos hacer a muchos recaerá sobre nosotros.
El sacerdote está llamado a curar a los enfermos, a los dispersos, a los necesitados. A través de él se visualiza el amor de Jesucristo y de su Iglesia a favor de la humanidad doliente. Prolonga el ministerio del Señor que pasó haciendo el bien y curando al que lo necesitaba. Al no tener más que dos manos y dos piernas, muchas veces no pueda llegar a todos los sitios. Es necesario ofrecerles las nuestras para que su misión llegue cada vez más lejos, convirtiéndonos en prolongación de ellos.
“Todas las buenas obras juntas no son comparables al sacrificio de la Misa, porque son obras de los hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios”. Estas palabras fueron escritas por el Santo Cura de Ars. Y el recordado Juan Pablo II escribió; “La Misa es el cielo sobre la tierra”. Justo en el momento que el sacerdote dice: “Este es mi Cuerpo”, el cielo toca la tierra. Y para ello necesitamos sacerdotes.
“La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad pues al Señor de la mies para que mande trabajadores a su mies” (Mt 9,36-37) Pidamos al Señor siempre, pero en este Año Sacerdotal, más si cabe, para que los sacerdotes sean modelos de santidad, a la vez que suscite vocaciones, que tan necesitado de ellas está el mundo de hoy.
Fco. Javier Burguera Sarró

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