lunes, 20 de septiembre de 2010 | | 0 comentarios

Cómo aprendo a barrer

Agustí Altisent *

Entré en el monasterio hace cuarenta años. Les juro que hasta entonces no había tocado una escoba como no fuera para ponerla del revés a fin de ahuyentar de casa algún vi­sitante pelmazo. Una vez en Poblet, durante el noviciado, barríamos bastante, la verdad. Después de la profesión y hasta el presente (salvo breves estados de excepción en vísperas de grandes fiestas, que piden un mayor heroísmo) limpiamos cada sábado distribuyéndonos el monasterio por partes; poca cosa.
Nunca he sido un entusiasta de la escoba, pero ha habido épocas en que este ejercicio me ha resultado especialmente in­grato; ahora voy aprendiendo a tomarlo como ejercicio de as­cética mezclado de yoga mental. Se lo explicaré por si les sirve para otra cualquiera actividad enojosa.
Cuando uno es novicio tiene mucha «marcha», barre lo que sea, porque no tiene ocupaciones humanamente gratificantes, vive exclusivamente en el mundo elevado, profundo y sencillo de la vida espiritual y tiene siempre presente aquello de «si te alquilan para una milla haz con ellos tres». Luego vienen los estudios eclesiásticos y uno descubre campos apasionantes y lee con fruición; yo, además, volví a mis antiguas lecturas literarias; después vino el dar clase, hacer nuevos estudios y emprender trabajos de investigación histórica. En estas circunstancias, la barrienda semanal se me hizo francamente desagradable; era una actividad negativa, pura transición, un ejercicio-puente, nada más. Había que pasar deprisa el puente para volver a la tierra firme. Consecuencia: barría nerviosamente para quitarme aque­llo de delante.
Pero poco a poco ciertas lecturas formaron en mí un sis­tema coherente de ideas. San Agustín había dicho: «Haz lo que haces» (mi madre le citaba sin saberlo: «Estigues pel que fas»). Teresita de Lisieux dejó escrito: «Yo sólo sufro de instante en instante. Es porque uno piensa en el pasado y en el futuro por lo que se desanima y desespera». Y, en sus Carnets intimes, Maurice Blondel anotó: «Es preciso que el pensamiento de lo que tendremos que hacer no nos estorbe de hacer lo que hacemos en el momento presente, en la hora que nos ha sido dada. Esta es la última conquista de la pobreza espiritual: calmar la imaginación hasta el punto de no tener ninguna inquietud, ninguna precipitación, ninguna turbación; hacer lo que podamos en cada minuto y nada más, pero tam­bién nada menos; residir ya como en la eternidad poseída. Si hiciéramos esto ¡cuánto tiempo ganaríamos y cuántas fatigas esterilizantes nos ahorraríamos!». Y el doctor Chauchard dice: «La anticipación es lo que mata».
La regla de oro, pues, podría se ésta: «Hay que dar a cada cosa que se hace, por ínfima que sea, un valor de infinito, y hacerlas todas tan atenta y relajadamente que uno se posea a cada momento y tenga la calma de lo eterno». En la práctica, supongo que hay que prestar tan amorosa atención al hecho de barrer o de lavarse los dientes como al de dar una conferencia, recibir una distinción honorífica o formar una multinacional. No todo es igual, pero todo es igualmente maravilloso si se hace con cariño, si se le presta morosa atención; si se hace algo nerviosamente es porque lo despreciamos y pensamos sólo en lo siguiente: y por el desprecio alejamos de nosotros muchas maravillosas cosas. No todo es igual, pero sí lo es en lo que a posesión de nosotros mismos se refiere. Decirlo es fácil; ha­cerlo...
Yo tengo que estar frecuentemente recobrándome para re­componer mi unidad, porque, cuando lo que hago no es absor­bente, mi imaginación salta a cada paso por la ventana y se da un paseo por los espacios interplanetarios. Y, con todo, persiste la norma: vivirlo todo con calma contemplativa, con la atención cuidadosa y amorosamente puesta en lo que se hace; entre otras muchas, esto tiene la ventaja de que uno no descansa solamente cuando deja su actividad, sino que, en cierto grado, descansa siempre; no se agota y, al dosificarse, lo hace todo con gozo y lucidez.

Escribo esto en sábado. He colaborado en la barrienda del gran dormitorio, el sobreclaustro y la pequeña sala situada sobre el atrio; a quitar el polvo de éstas y otras salas más y a distribuir las bolsas de ropa limpia. Al barrer, he procurado fijarme bien en las baldosas, en cómo mover la escoba; al quitar el polvo he ido atendiendo a cómo debían limpiarse los muebles y los cua­dros, y lo he hecho todo lentamente. Este esfuerzo nada tenso para salir de mí mismo y estar en las cosas me ha privado de viajar con la imaginación y me ha adherido a estas cosas sen­cillas, pero ¡cuán bellas! Ha sido como si hubiera sido poeta de todo. Este ejercicio, acompañado del sudor (esto está escrito en verano) y con la ducha final, me ha resultado sumamente de­sengrasante; una especie de golf monástico, porque me ha dis­traído a base de hacerme presente en las cosas, tal como un ejecutivo que juega al golf unas horas por semana se distrae y renueva sus fuerzas físicas y psíquicas porque anda y porque tiene que pensar ¡y mirar!, cuidadosamente, dónde está el pró­ximo agujero, qué palo debe escoger, cómo afianza los pies, cómo le da a la bola, dónde están los peligros posibles...
Para los monjes, como para el jugador de golf, quizá la autoposesión y, a la vez, estar en Dios, resida en estar siempre en lo que tenemos que hacer y hacemos en el momento presente; sólo esto y nada menos que esto. Dios reside siempre en el presente; Dios es un presente más ancho y relajado. Por eso, el presente, que es lo único que nos es dado, es lo que más se parece a la eternidad; por eso hay que dar al presente un valor de infinito. Cuando, monjes o no, nos desprendemos de nuestro apasionamiento (es decir, de la prisa, la ambición de hacer «lo de después» u «otra cosa mejor que ésta»), residimos en Dios; y tanto más nos poseemos en Dios, presente en nosotros y en todo, cuanto menos nos impulsa la pasión.

* LV 14.2.87. Tenía 64 años.

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Santos de la semana del 19 al 25 Septiembre

JENARO (+ 304). En Nápoles le veneran clamorosamente cada año. El clamor de los napolitanos ante la reliquia de su sangre impide a veces recordar lo principal: que fue obispo de Benevento, que durante la persecución de Diocleciano confesó su fe en Jesucristo. El texto de san Agustín en el oficio de lectura de su día es la mejor reliquia: «Soy obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros. Ser obispo connota una obligación, ser cristiano un don» (19 septiembre)

MARÍA DE CERVELLÓ (1230-1290). Barcelonesa de pro, primera religiosa mercedaria. Llamada también María del Socorro, porque en vida ayudaba, favorecía a los que estaban en peligro, y en muerte se especializó con los navegantes. A la santa marinera que jamás navegó, se la representa con un barco entre sus manos (19 septiembre)

ALONSO DE OROZCO (1500–1591). Confesó a muchas personas y se confesó, para alabar al Señor y celebrar sus misericordias, a ejemplo de su pariente san Agustín, en unas páginas impresionantes tituladas también «Confesiones». Allí cuenta: «Mi nacimiento fue en Oropesa, reinando la muy católica reina doña Isabel, de gloriosa memoria. Mi padre se llamó Hernando de Orozco y mi madre María de Mena, los cuales se vinieron a morar a Talavera, cinco leguas de Oropesa; sería yo entonces de ocho años». Monaguillo en Talavera primero, y seise (cada uno de los niños de coro, seis por lo general, que, vestidos lujosamente con traje antiguo de seda azul y blanca, bailan y cantan, tocando las castañuelas en la catedral en determinadas festividades del año) luego en Toledo durante tres años, «hasta que mis padres me enviaron a Salamanca a estudiar (derecho), en compañía de un hermano mío, de más edad que yo, el cual estudiaba en aquella ciudad». «Mi hermano trató en el Monasterio de San Agustín que le diesen el hábito y no me dio parte de este negocio, hasta que estaba ya recibido. Temía dar pena a mis padres, que no les quedaba hijo alguno para consuelo de su vejez. Él, diciéndome lo que tenía hecho, oíle de buena gana. Al fin, pensando mucho en ello y llamando al Señor que me enseñase su voluntad, yo me puse como si estuviera ya en una celda del monasterio y hallé tanto contento en esta consideración que le dije: Hermano, negociemos también para mí, que yo religioso quiero ser». Y lo fue. Vida larga la suya, 90 años, haciendo el bien sobre todo por medio de la palabra (como que le nombraron predicador real, de Felipe II; lo cual no le impedía en su convento empuñar la escoba [«la escoba es una de las armas de los religiosos» escribió en uno de sus más de sesenta libros]). Grandes algunos, pequeños otros porque «mi estudio ha sido quitar hastío al lector, que en viendo el libro grande se le tiene miedo y se huye de él». Murió el 19 de septiembre de 1591 y le enterraron en la iglesia del colegio madrileño de María de Aragón, actual sede del Senado español. Pese a ello es uno de los santos «jóvenes»: Juan Pablo II lo canonizó el 19 de mayo de 2002. [En su honor hoy hay que leer «Cómo aprendo a barrer» del Padre Altisent»] (19 septiembre)

EMILIA DE RODAT (1787-1852). Fundadora de la Sagrada Familia, congregación dedicada a hacer el bien y a hacerlo bien. Mujer lanzada, valiente, sorprendente. Había encontrado una fórmula infalible para salir de los apuros económicos de las fundaciones: para empezar, como «primera piedra», aceptaba cada vez a dos huérfanas a pan y cuchillo, y cariño. ¿Cómo iba Dios a dejarse ganar en generosidad? (19 septiembre)
Septiembre 20

ANDRÉS KIM TAEGON, PABLO CHONG HA-SANG y COMPAÑEROS MÁRTIRES (s. XIX). ¿Cuántos compañeros? ¡101! Juan Pablo II los canonizó a todos en Seúl el 6 de mayo de 1984, empezando por Andrés -primer sacerdote nativo coreano- y Pablo -catequista de noble familia coreana-. ¿Y el resto? ¿Y sus nombres? En el martirologio figuran en una nota en letra pequeña: 10 franceses y 89 coreanos. Emociona pronunciar los nombres de quienes por amor a Cristo abandonaron su patria y se sembraron lejos. Y recordar los pueblos de la dulce Francia donde nacieron: los 3 obispos: Simeón Berneux (de Chateau-du-Loire), Antonio Daveluy (que estudió en el seminario de San Sulpicio de París) y Lorenzo Imbert (de Aix-en-Provence) y los 7 sacerdotes: Justo Ranfer de Bretenières (de Chalons-sur-Saone), Luis Beaulieu (de Langon), Pedro Enrique Dorie (de Port), Pedro Maubant (de Bayeux), Jaime Chastan (de Digne), Pedro Aumaître (de Aizecq) y Martín Lucas Huin (de Guyonvelle). Y si «funiculus tripex difficile rumpitur» (no se rompe fácilmente una cuerda de tres cabos) ¿cuál no será el poder de intercesión de los restantes 89 mártires coreanos gritando en el estadio de este mundo para que el Señor Dios reine en nuestros corazones, aunque sea a base de penaltis? San Juan Yi Yun-il, san Andrés Chong Hwa-gyong, san Esteban Min Kuk-ka, san Pablo Ho Hyob, san Agustín Pak Chong-won, san Pedro Hong Pyong-ju. (y le digo a mi ángel de la guarda que como se me cansa la vista vaya él pasando lista en voz alta hasta llegar a santa Magdalena Yi Yong-dog, que yo ya iré diciendo «ora pro nobis») (20 septiembre)

FRANCISCO DE POSADAS (1644-1713). Lo cuenta Javierre: Yo era jovencillo. Me encantaba Italia, creo que me aturdió Italia como esos vinillos que le dejan a uno semidormido semidespierto con una pinta de astucia en los oídos y desde luego dichoso. Organizamos, con Schökel, Martín Descalzo y Montalvillo, un concurso: ¿Cuál es la palabra más bella, más sonora? El concurso era tentador; sólo Schökel se manejaba doce idiomas, incluidas el centenar de palabras que han aparecido en los ladrillos sumerios; y Montalvillo a los quince años cantaba a la guitarra coplas griegas. Triunfó una palabra italiana: vendedora de fruta, fruttivéndola. Pues Francisco -«nacque a Cordova, il 25 novembre 1644, dalla nobile famiglia decaduta di Orense, tanto che i suoi genitori, per vivere, facevano i fruttivendoli»- se hizo dominico el años 1662 y –le llamaron «nuevo san Vicente Ferrer»- durante cuarenta años fue «fruttivendolo» gratis de la Palabra por Córdoba y sus alrededores. ¡Qué buen oficio! (20 septiembre)

JOSÉ MARÍA DE YERMO Y PARRES (1851-1904). Ya en su tiempo se decía que los pobres no necesitan obras de caridad sino de justicia. José María, nacido en Jalmonga, municipio de Malinalco, Estado de México, tuvo dos madres: María Josefa, que veló por él desde el cielo desde los 50 días de nacido, y tía Carmen, que le enseñó a abrir los ojos al Dios de la vida. De su padre, el abogado Manuel de Yermo y Soviñas, heredó la defensa de los hermanos de Jesús. Los años pasados con los hijos de San Vicente de Paúl hicieron que, ya sacerdote y párroco del Calvario y del Santo Niño, un día mientras se dirigía al Calvario, «viera» una escena terrible: unos puercos estaban devorando a dos niños recién nacidos. Estremecido por aquella tremenda escena, se siente interpelado por Dios y, sin esperar el futurible reino de la justicia, se desvive por acoger a los abandonados, a los necesitados, funda escuelas, hospitales, casas de descanso para ancianos, orfanatos, con la ayuda de sus Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres. Su caridad llega hasta los indígenas tarahumaras. A los 53 años le recibieron en el cielo sus dos madres: María Josefa y Carmen. Cuando 101 después leyó la encíclica «Deus caritas est» pudo comentar en familia que no sólo la sabía hacía tiempo, sino que la había puesto en práctica (20 septiembre)
Septiembre 21

MATEO (s. I). De recaudador de impuestos, colaborador con los explotadores, marginado por la sociedad de los cumplidores, Mateo pasa a ser apóstol de Jesucristo. Bastó un «Sígueme» que venció las preocupaciones por ganarse la vida, traspasó la muralla de rencor y desprecio. Quien supo escuchar aquella sola palabra, bien merecía que se le atribuyera el evangelio de las palabras de Jesús (21 septiembre)

JONÁS (VIII a. C.) En tiempo de Jeroboán, existió un profeta llamado Jonás, hijo de Amitay, natural de Gat-Jéfer, en la tribu de Zabulón, unos cincuenta kilómetros al noroeste de Nazaret. El libro de Jonás viene es una obra de ficción de carácter parabólico, con finalidad pedagógico-didáctica. Algo así como la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32) o la de los trabajadores de la viña (Mt 20, 1-16). Más larga, con más colorido. L. Boros la resume en estas cuatro preguntas: ¿Estoy contento de mí? ¿Están los otros contentos de mí? ¿Está Dios contento de mí? ¿Estoy yo contento de Dios? Y comenta: Ésta es la decisiva: ¿Estoy contento con que él me haya hecho tal como soy? ¿Estoy contento con que él me haya dado esta vida? ¿Estoy contento con que me haya enviado un tal Redentor, una tal Iglesia, unos hombres tales? Hay que haber hecho un gran acopio de oración para poder llegar a decir -aún contra el propio sentimiento-: Dios mío, estoy contento de ti. Te doy las gracias porque existes y eres como eres (21 septiembre)

PÁNFILO (+ s. inc.) De los tres Pánfilos que el Martirologio actual registra (el 28 de abril un Pánfilo obispo en el siglo VIII; el 16 de febrero un Pánfilo sacerdote y mártir en el siglo IV; y el Pánfilo del 21 de septiembre «del quale si sa nulla») éste parecería a primera vista el más pobre. Pero tenemos su nombre παμφιλος (que lo amaba todo y a todos). Si san Juan dice que Dios es amor, un Pánfilo total y absoluto, podemos imaginar al aparentemente más pobre de hoy amorosamente enamorado, como el verbo «amar» sin fronteras. Y encomendarnos a él para que nos ayude a conjugarlo en presente, sin pausa, sin desidia, sin tardanza, ahora que empieza el otoño de la vida (21 septiembre)

JUAN MARÍA DE LA CRUZ (1891-1936). Hay cristianos que llegan a santos por el martirio. Los hay que ya lo eran cuando los martirizaron: Juan. Mariano García Méndez nace muy cerca de Ávila, tierra de “santos y cantos”, en San Esteban de los Patos. Sacerdote en 1916, buen pastor en la Moraña de Ávila, pobre entre los pobres, hombre de grandes veladas de adoración eucarística en aquellas iglesias heladoras de los campos de Ávila. Reparador (de los del Padre Dehon) desde 1925, en Puente la Reina decían que ponía cara de santo. Lo era. El estallido de la guerra civil le llevó a Valencia, donde, ilustre desconocido, al protestar por el incendio de la iglesia de los Santos Juanes y declarar su condición de sacerdote fue encarcelado. Tras un mes de verdadero apostolado, se le concedió “la libertad” definitiva, a las primeras horas del 23 de agosto de 1936, en las cercanías de Silla (21 septiembre)
Septiembre 22

MAURICIO y «x» LEGIONARIOS (s. III). Unos dicen que la Legión Tebea la formaban 6.600, otros que 6.661 legionarios. ¡Qué manera de afinar en el año 287! Mucha gente realmente. Originarios del Alto Egipto, con Mauricio su jefe. Que el emperador Máximo los hizo venir para sofocar en las Galias un levantamiento de los caudillos Amando y Eliano, que parientes de Astérix tenían que ser, y que en Agaunum, Suiza, para que todo saliera bien mandó que toda la tropa formada ofreciera un sacrificio a los dioses del Imperio. Que Mauricio y los suyos, los legionarios cristianos, se negaron. Los diezmaron sin contemplaciones una y otra vez, empezando por Mauricio, Exuperio, Cándido. ¡Viva la Legión Tebea!, ¡Viva los testigos de la fe! (22 septiembre)

FLORENCIO (s. V). Discípulo de San Martín de Tours, que lo ordenó sacerdote, y lo envió a Poitou. Pasado el tiempo, cansado de tanto ruido, soñador empedernido, se retiró al monte Glonne. Le siguieron tantos discípulos que se vio obligado a construir un monasterio, conocido como Saint-Florent-le-Vieux. Murió muy viejo. Reliquias suyas hay por todo el mundo, porque es imposible detener la primavera. Alguien, jugando con su nombre, le dedicó este «himno»: Quiso ser jardinero, pero tuvo que ir a la mina. Soñaba siempre con las flores de un imposible jardín mientras agujereaba las dormidas entrañas de la tierra. Un buen día tropezó con un fósil extraño, una flor agazapada allí desde la bruma lejana de la historia. Los hallazgos fueron repitiéndose, con cierta sorpresa de los compañeros de la mina. Aquel minero, por guardar en el fondo de sus ojos el reflejo de todas las flores soñadas, se había convertido en un Orfeo de rosas dormidas (22 septiembre)

OTÓN (+ 1158). Precursor de Gandhi, que llevó una vida simple, confeccionando sus propias piezas de ropa. Monje cisterciense, obispo de Freising, que nunca dejó de vestir el hábito del Císter. Buen patrono, ejemplar modelo, frente al consumismo que nos invade como marea irrefrenable (22 septiembre)
Septiembre 23

TECLA (s. I). El culto a la «protomártir semejante a los apóstoles» es antiquísimo. La monja Egeria oró ya junto a su sepulcro. La tradición nos la presenta como fervorosa oyente de la predicación de Pablo en Iconio. Santa Tecla gloriosa, contágianos tu finura de oído a la voz de la Palabra. Amén, amén, amén. [Desde 1969 la eliminaron del Martirologio. Evidentemente los que lo hicieron no eran de Tarragona. El día de santa Tecla de 1981, por la mañana, le dije a mi madre a punto de morir: «Madre, hoy es santa Tecla». Y ella desde la orilla casi del cielo añadió: «gloriosa»] (23 septiembre)

PÍO DE PIETRELCINA (1887-1968). Francisco Forgione de Nunzio, hasta que vistió el hábito franciscano a los 16 años. Pío de Pietrelcina, su pueblo, desde entonces. Pero para los italianos: «el Padre Pío». Ordenado sacerdote a los 23 años, por motivos de salud permaneció con su familia seis doloridos años. Luego, 52, el resto de su vida («hay que florecer allí donde Dios nos ha puesto») en el convento de San Giovanni Rotondo en la Apulia. Convencido de que «En los libros buscamos a Dios, pero en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios», repetía: «Quiero ser sólo un pobre fraile que reza». Apenas tres años después de su muerte (1968), dijo de él Pablo VI: «¡Mirad que fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! Pero, ¿por qué? ¿Tal vez porque era un filósofo? ¿Porque era un sabio? ¿Porque tenía medios a su disposición? Porque celebraba la Misa con humildad (hubo un tiempo en que «interdetto celebrava da solo»), confesaba desde la mañana a la noche, y era, es difícil decirlo, un representante visible de las llagas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración y de sufrimiento». Juan Pablo II declaró santo el 16 de junio de 2002 al hermano (que esto significa «fraile») menor capuchino Pío de Pietrelcina, en la canonización más multitudinaria, dicen, de la historia (23 septiembre)

ZACARÍAS e ISABEL (s. I). Benditos padres de Juan Bautista. Inspirados poetas. Ella con «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre… Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». Él con: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo… Por la misericordia entrañable de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo alto» (23 septiembre)

LINO (+ 79) En la misa durante siglos hemos venerado la memoria de Pedro y Pablo, Andrés... Lino, Cleto, Clemente... Día tras día. En la lista, después de los apóstoles, san Lino... Dicen que es uno de los que, aprovechando que San Pablo escribía otra carta a Timoteo, al final le envía saludos (2 Tim 4, 21); que había nacido en Volterra, una ciudad de la antigua Tuscia; que fue el primer sucesor de Pedro como Papa, tocándole pilotar la navecilla de la Iglesia durante los tiempos aciagos de Nerón, Galba, Vitelio y Vespasiano. Que cuando Jerusalén fue destruida por las tropas de Tito (no el Tito al que San Pablo escribió una hermosa carta), San Lino hizo prodigios para ayudar a los cristianos judíos que se refugiaron en Roma. Puestos a decir todo lo que se sabe, él fue el que mandó que las mujeres estuvieran en la iglesia con la cabeza cubierta (que ¡por algo sería!). Que durante los 12 años que fue Papa consagró 12 obispos y ordenó a 18 sacerdotes... [Casi como ahora, que nunca faltan obispos, pero en muchas partes escasean los sacerdotes]. San Lino, haznos hospitalarios no sólo con los judíos (23 septiembre)

ELENA DUGLIOLI DALL’OLIO (1472-1520). De la ilustre familia de los Duglioli de Bolonia, a los 15 años quiso entrar en las Clarisas del Corpus Domini. Pero la casaron a los 17 con el notario Benedetto Dall’Olio. Matrimonio ejemplar seis lustros casi y, muerto Benedetto, viuda admirable, convencida de que la vocación es como un itinerario con señales de pista; cada señal lleva a la señal siguiente, sin saber el término definitivo, sin mirar hacia atrás, sin pensar en Santa Clara ya porque seguía pensando y entregándose al servicio de los humildes. Avisó que moriría el día de santa Tecla. Y así fue. Los de Bolonia inmediatamente la veneraron como santa, obligándola a hacer milagros. Pietro Aretino (1492-1566) poeta y dramaturgo contemporáneo casi, habla ya del sepulcro de «Santa Beata Lena Dall’Olio a Bologna». Santa Lena, ayúdanos a mirar siempre hacia delante (23 septiembre)
Septiembre 24
NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED. «Señor, Dios nuestro, que en tu admirable providencia quisiste que la Madre de tu Hijo experimentara las angustias y los sufrimientos humanos; por la intercesión de María, consuelo de los afligidos y libertadora de los cautivos, concede a los que viven bajo cualquier esclavitud la verdadera libertad de los hijos de Dios. Amén.». En Italia lo dicen así: «O Dio, Padre di misericordia, che hai mandato il tuo Figlio come redentore del mondo, concedi a noi, per intercessione di Maria, che veneriamo sotto il titolo della mercede, di custodire intatto il dono della libertà filiale, acquistato a prezzo della croce, per esserne araldi e promotori fra tutte le genti. Amen.» (24 septiembre)
ISARNO (+ 1043). Nacido cerca de Tolosa, se hizo monje benedictino. El monasterio de San Víctor de Marsella, del que fue abad, pronto se convirtió en punto de referencia del Sur de Francia, algo así como el metro que se conserva en París, como medida exacta. Era un soñador. Tenía el alma incansable y asombradiza de los niños y siempre andaba urdiendo algo, embelesado en ideas que a veces eran muy simples y a veces meramente imposibles. Austero consigo mismo, maternal con quienes le llamaban «padre». Su punto débil eran los criminales (de fuera del monasterio, entiéndase) a los que sorprendentemente amansaba (24 septiembre)

DALMAU MONER (1291-1341). Devoto de San Narciso, pero sobre todo de Nuestra Señora de la Merced. (Nicolau Eimeric, Inquisidor General de la Corona de Aragón, poco propenso, por su formación y espíritu crítico, a los no raros elogios desmedidos de las hagiografías medievales, nos ofrece una admirable y sobria semblanza de Fra Dalmau, escrita con verdadera devoción, unos diez años después de la muerte del santo). Nacido en Santa Coloma de Farners, dominico, pasó gran parte de su vida en el convento de Santo Domingo de Girona. Pero le enviaron largas temporadas a los conventos de Castelló d’Empúries (1317- 1318), Manresa (1318 y 1322), Cervera (1319 y 1329) y Balaguer (1331). (Dicen que en París hay un metro que sirve de base y patrón a todos los metros del mundo). Le enviaban como “metro”, como modelo de fidelidad a la regla dominicana. ¡En vida! Él, tan amante de la soledad y del silencio. Es que hay cosas que sólo se aprenden viéndolas (24 septiembre)

ROSALÍA (1899-1981). Nació en Cabanabona, provincia de Lleida. Profesaba gran devoción a la Mare de Déu dels Torrents, a «nuestro padre San Francisco» y a «santa Tecla gloriosa». Me enseñó a llamar a Dios, Padre. Y a María, Madre.
En casa cada día rezábamos el rosario. La Senyora Rosalia murió en Valls, provincia de Tarragona, el día de la Mare de Déu de la Mercè, a las tres de la tarde, rezando el rosario, al llegar a la tercera avemaría del cuarto misterio de gloria. En Proverbios 31, 10-31 me parece que hablan de ella (24 septiembre)

Septiembre 25

CLEOFÁS (Lc 24, 13-35). El primer día de la semana, iban dos discípulos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.» Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan. / Uno quisiera haber sido Cleofás para ser catequizado por el Maestro y conocerle en la fracción del Pan. ¡Qué envidia! San Cleofás bendito, ruega por nosotros para que también nosotros seamos testigos de la resurrección (25 septiembre)

MARCO CRIADO (1522-1569). Nació en Andújar. A los 14 años se hizo trinitario. Ordenado sacerdote pateó Jaén y la diócesis de Guadix enseñando a rezar el Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Se adentró en las Alpujarras. Predicaba en La Peza cuando la rebelión de los moriscos. Eran mayoría en La Peza, y aunque no todos se rebelaron junto a Aben Humeya [de nombre cristiano Fernando de Córdoba y Válor que se hizo proclamar rey de las Alpujarrasse], la crispación en el ambiente llevó a algunos a apresar al del Gloria Patri. Tras pasar tres días atado a una encina junto a la actual Fuente de Belchite, le arrancaron el corazón. Tenía 47 años. Era el 25 de septiembre de 1569. La Peza le venera como su patrono, las Alpujarras como su apóstol, la Orden trinitaria como hijo preclaro (25 septiembre)

SERGIO DE RADONEZ (1314-1392). El más amado de los santos rusos, el san Francisco de Asís de Rusia. Su cabeza olía a madera fresca de abeto. Fundó la «laura» de la Trinidad. Enseñó a sus monjes que servir a los otros formaba parte de su vocación. La oración del corazón... El peregrino ruso: Señor Jesucristo hijo de Dios, ten piedad de mí... La Trinidad de Rublev... «Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo» (25 septiembre)
J.S.V.

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HIJO ADOPTIVO SIN DIPLOMA




El P. Juan María de la Cruz, el santico

Han pasado muchos años de historia por la villa de Puente, casi tantos como el agua que discurre entre los arcos del puente, edificado hace siglos por Dª Mayor, esposa de Sancho el Mayor, a mediados del siglo XI, para facilitar el paso de los peregrinos que caminaban hacia Compostela y que, todavía hoy, a la vez que anima el paisaje, regula las aguas del Arga en su malhumor de riadas, y hace lo que puede para purificarlas en su camino hacia el Ebro.
Desde toda Europa, se enlazaban aquí los caminos francés y aragonés, para ir juntos por la meseta castellana, las tierras leonesas y los montes que, entre piedras, árboles, valles profundos y pequeñas vegas, ríos o sendas, pueblos y castillos, nobles, siervos, clérigos y frailes, indicaban caminos o aprovechaban trayectos escondidos para hacer más dura la jornada entre asaltos, robos y engaños, que todo era posible, como lo describe en su guía: “Codex Calixtinus” Aymeric de Picaud quien, por cierto, no trata nada bien a los navarros al paso por sus tierras de peregrinos y caminantes, todo lo contrario de nuestros días en que la peregrinación es apreciada, cuidada y estimulada.
Haciendo camino al andar, como escribiera muchos años después Antonio Machado, las huellas quedaban por lo caminos hoy bien trazados, y en el corazón de cuantos han vivido esta experiencia inolvidable de encuentro con Dios, con su misericordia y consigo mismo, primer paso para el anterior.
Don Mariano García Méndez, nacido en S. Esteban de los Patos (25.09.1891), peregrino también en búsqueda que hoy llamaríamos vocacional, llega en 1924 a Puente la Reina, para entrevistarse con el P. Guillermo Zicke, y la pequeña comunidad constituida de dos Padres y doce seminaristas, que intentaba abrirse paso entre las ruinas del viejo convento abandonado y, nunca mejor dicho, del Crucifijo así conocido por la venerable imagen que albergaba.
Huellas de historia pasada, ruinas venerables cargadas de recuerdos gloriosos, de violencias fratricidas, de guerras de invasiones y civiles, en tierras “abandonadas y estériles, “polvo sudor y hierro, el Cid cabalga” entre tanta gente, buscando dónde abrir un futuro en los campos y el alma de la España del momento, envuelta en las guerras de África, en el malestar social creciente social, de una industrialización y modernización de la gran parcela, sin aprovechar, de las grandes propiedades y de un campesinado sojuzgado por la nobleza y burguesía, la gran beneficiaria de las sucesivas desamortizaciones en el siglo XIX; sin perder de vista las grandes familias que, todavía hoy, viven de ellas y de las herencias seculares de la ordenación de la tierra, surgida de la misma reconquista, especialmente desde la frontera del Tajo hasta Sevilla y más tarde con la reconquista de Granada, donde a las Órdenes Militares y la nobleza, por favores debidos, la Corona les concedió grandes extensiones de tierras, que siempre ha pesado sobre todo intento de reforma agraria, y la desamortización fue un verdadero negocio para la burguesía hoy no se ve tan socialmente urgente, pues la mayor parte de la población activa se encuentra en las ciudades y en las zonas de industrialización.
Los tentáculos de la Gran Depresión de 1929, algo parecido por sus efectos sociales a la que ahora está viviendo la aldea global, empezaban a amenazar el escaso desarrollo económico de España en aquellos años. Partidos, sindicatos de derechas, y de izquierdas sobre todo, comenzaban a afilar sus cuchillos y a manifestar sus intolerancias, en calma relativa en estos años (1923-1931) durante el período de la Dictadura de Primo de Rivera.
Nuestro Padre Juan, D. Mariano García Méndez conocía, de modo particular, la situación social de sus tierras abulenses, de la Moraña, por haber nacido en un pueblo cercano a Ávila, San Esteban de los Patos, uno de tantos, donde los vecinos, con esfuerzo. arrancaban a la tierra algunos cereales, legumbres, verduras y poca fruta, pues el clima es duro y extremado, algo de ganadería de carne, de raza abulense, y donde el campesino, curtido, debe observar todos los días las posibilidades que ofrece el tiempo. En algunos momentos se dedicaron a la extracción y talla del granito[1].
El granito de las casas, sencillas y muy pobres, el de la espadaña en la torre, que marcaba las horas y acontecimientos del pueblo, era algo muy diferente al Puente de 1924, casi una ciudad –villa lo llaman los pontesinos-, para quienes vieron aquel curica que venía a visitar a los “alemanes”[2], podían considerarlo como un “aldeano”, como lo hacen, orgullosos, con quienes no son de Puente, mucho más variopinto.
Era un 25 de septiembre de 1924[3].

Cuenta el P. Antonio Aguilera, en uno de sus libros, el gran conocedor, personal, y estudioso del P. Juan, por haber seguido todo el Proceso, desde 1959 hasta la Beatificación en 2001, hablando de su primer encuentro con esta villa: ”Dicen que se encontraban alumnos y profesores reconstruyendo el tejado de una de las alas del edificio que fue antiguo convento de los Caballeros de Malta. A D. Mariano le faltó tiempo para remangarse y trepar por la escalera del andamiaje prestando su ayuda y colaboración en aquellos trabajos.
El P. Juan (D. Mariano entonces) quedó entusiasmado del espíritu de reparación y de la finalidad del Instituto de extender la devoción al Corazón de Jesús entre las almas.
Le cautivó especialmente la sencillez, el espíritu de trabajo, de sacrificio y la pobreza, en cierto sentido extrema, que reinaba en aquella comunidad de PP. Reparadores”[4].
Son interesantes las cartas en las que se dirige al Padre que lo acoge, que comentamos brevemente después, el P.Guillermo Zicke, alemán[5], al que el P. Dehon había confiado la fundación en España, y los interrogantes que le plantea. No le importan los problemas materiales de vida y subsistencia, estaba acostumbrado a vivir pobremente y con todas aquellas virtudes de un cura de aquellos tiempos –uno más entre los campesinos-, sino el de saber qué puesto ocupa la devoción a la Virgen y la Eucaristía en la vida de Congregación, nueva en España. En una de las respuestas, le cuenta cómo han celebrado la fiesta de la Inmaculada y cómo a pesar de los exiguos medios, la fiesta ha resultado esplendida para el seminario y los amigos del pueblo. La Adoración al Santísimo diaria, la Hora Santa, son tiempos de gracia, aún hoy, para mucha gente de Puente y en los encuentros de peregrinos por las tardes en el albergue y, sobre todo, al cruzar el dintel de la estupenda puerta románica de la iglesia del Crucifijo, restaurada, cuidada y acogedora, en la que se encuentran los restos del beato Juan María de la Cruz, ante el gran crucifijo gótico, de la Agonía, como lo llamaban en Puente, cuando fue acogido por la solemne iglesia parroquial, en los avatares de la desamortización, guerras carlistas, etc. Un buen momento para muchos de ellos que, curiosos, se preguntarán sobre esta figura que hoy, como entonces, puede decirnos con esa profunda alegría que solo la fe puede dar: “La cruz es el libro de mi vida”.

Era una gran religiosa Sor María Jesús del Gran Poder, de la Congregación de las religiosas de María Reparadora, la que entrando en contacto con el P. Guillermo, que las conocía porque la colonia católica alemana de Madrid, se reunía allí, en su residencia, la que hizo de intermediaria, le habló de D. Mariano, un sacerdote de Ávila que, por motivos del servicio militar iba con cierta frecuencia a Madrid, pasaba horas de adoración al Santísimo en su capilla y estaba buscando un instituto religioso para consagrarse en él. Otros dos antecedentes en los dominicos de Ávila y en los carmelitas de Amorebieta en Vizcaya, acabaron en tener que abandonar el intento, no por no ser adecuado D. Mariano para vivir este carisma sino por una salud escasa.
Disponemos de dos cartas de esta religiosa, María de Jesús del Gran Poder, a D. Mariano y otras cuatro del P. Guillermo a éste, en la que le habla hasta de un seminarista abulense que ya estaba con ellos[6].
En la documentación, alrededor de su figura, no encontramos nada referente a sus primeras impresiones, pero sí sabemos que, en 1925 renuncia a su parroquia de Sotillo de las Palomas (Ávila), de la diócesis de Toledo, para encaminarse a la ciudad de Novelda y comenzar el noviciado (16. 07.1925), bajo la dirección del P. José Goebels,[7] una personalidad en la Congregación, conocedor de Puente, y discípulo del P. Prévot, el gran maestro de novicios y a través de él, recibe la preparación indirecta para asumir la llamada al martirio, como lo afirma muchas veces en sus escritos y epistolario, y como dicen ustedes, en frase clásica: “ se veía venir”, haciéndole adentrarse en el espíritu de víctima.
Un Padre español en aquella comunidad alicantina de Novelda compuesta de alemanes y de dos sacerdotes religiosos españoles, con distintos ministerios, la llegada del único novicio para el curso 1925-1926, sacerdote ya experimentado, suponía un apoyo, especialmente, por la ayuda que podía dar en el apostolado, en sus trabajos de predicación, catequesis, atención a la iglesia, recién inaugurada, como lo hará en el curso siguiente.
Un solo maestro y un solo novicio, en aquellos tiempos en los que la observancia de la regla, de las costumbres y de la tradición, y más si quien dirige es un alemán, como en nuestro caso, es fácil captar la disponibilidad de tiempo para el cultivo espiritual, habiendo tenido toda una experiencia de formación espiritual en el seminario, durante el año en que, interrumpiendo los estudios, hizo su noviciado con los PP. Dominicos en el Real Convento de Santo Tomás de Ávila (1914- 1915) cuando era teólogo, y tuvo que abandonar por mala salud, lo mismo que le ocurriera, cuando siendo párroco, pide permiso al obispo, Mons. Pla y Deniel, para hacer de capellán a los Hermanos de la Instrucción Cristiana o Menesianos, de Nanclares de Oca (Álava) e irse, finalizado el curso 1921-1922, al noviciado de los PP.Carmelitas de Amorebieta (Vizcaya), donde hará también su noviciado, no siendo admitido a la Profesión Religiosa por su falta de salud para poder soportar las rigurosidades de la Regla (1923), siendo nombrado por su Obispo cura ecónomo de Santo Tomé de Zabarcos y Horcajuelo.
Hombre inquieto, no podía estar parado, decían sus hermanos de Puente, un santo a pesar de todo para sus feligreses, a algunos pudiera parecerles enfermizo, nervioso, escrupuloso, a la búsqueda de la consagración total en la vida religiosa, y con ella la retirada del mundo, le han movido a dar estos pasos. La vida de oración, el alejamiento del mundo, del propio yo y la búsqueda de Dios y desde allí, en el encuentro con Él amar a Dios, y al prójimo, para llevarle a descubrir que el amor no es amado, le llevarán a buscar más tarde, en la abadía de Viaceli, en Cóbreces (Santander), una posible respuesta a sus inquietudes de una vida religiosa escondida en la oración y el silencio, el trabajo y la austeridad, en la meditación de la Palabra y en la Eucaristía, aun cuando estaba ya entre nosotros como religioso. Resultado: siempre lo mismo, sí, buena persona, religioso, sacerdote según el corazón de Dios, pero para este tipo de vida aislada, austera, disciplinada, no le veían los buenos cistercienses entre ellos.


Marianico, el de los Patos

Mariano y Emeteria, nombres castizos de hoja de calendario, recios en su fe y costumbres cristianas, en su amor conyugal se abrirán a la vida con 15 hijos, varios de ellos no llegaron a sobrevivir por las condiciones de salud y médicas de aquel pueblo, semiperdido y, probablemente, faltos de una alimentación adecuada. No parece que las condiciones económicas de la familia fueran más allá de lo normal en los pueblos de entonces: no nadaban en la abundancia pero sí tenían lo suficiente para vivir con dignidad.
Marianico nace el 25 de setiembre de 1891. Un niño normal, querido por todos en el pueblo y que, lentamente, va descubriendo el mundo que le rodea. Los chavales de la escuela, de la iglesia, de la calle son una comunidad de vida, de pobreza compartida y de trabajo, a la hora de echar una mano en el cuidado de los animales y en la misma agricultura, en la que toda ayuda era poca. En casa no faltan los momentos de oración, de respeto a los mayores, de educación, de sentirse queridos aunque no lo digan, pues primaba el respeto sobre el afecto, en las relaciones de aquellas familias patriarcales.
Una familia, cercana a la iglesia, a los servicios parroquiales, guardaba la llave de la iglesia y dirigía las muchas devociones durante el año, la madre sobre todo, la abuela y el chaval, que comenzaba a dar muestras de su interés religioso. El cura, que venía de un pueblo de al lado, Mingorría, piensa en ofrecer al muchacho, que viene dando pruebas de responsabilidad tanto en la escuela como en el trabajo, la posibilidad de estudiar e ir al seminario, como ocurrió en España, en gran parte del siglo XX, en el mundo rural. Si llega a ser ordenado había merecido la pena: un don del Señor para la familia y un puesto en la sociedad, o la posibilidad de aspirar a un puesto social relevante, dada la formación recibida si llegaba el caso, muy posible, del seminarista que abandona “la carrera”.
Provenientes de familias humildes en general, aunque “la señora pobreza”, discreta, nunca les abandonaba por falta de medios, pues la congrua era escasa, y si el sacerdote era sensible, siempre era acompañada de las familias pobres, necesitadas y mendigos, como lo fue don Mariano, que siempre se encontraba perdido, sin una peseta, pero evangélicamente, compensado por los feligreses: “Aquel cura sí que era un santo, lo daba todo: comida, ropa y algunos céntimos si los tenía… se dejaba engañar, un poco tonto (con la sabiduría del Evangelio). Su amor y cercanía a los pobres, lo comentan todos sus testigos y sus familiares más directos, como su hermana, la abuela, etc. que lo cuidaban, testimonian que tenían que tener cuidado con la comida, las ropas, el calzado, porque podían ir a parar a uno de los muchos pobres que vivían de la mendicidad visitando “por amor de Dios” las casas de los pueblos o los pisos de las ciudades
La limosna debajo de la almohada a los enfermos, los céntimos aquí y allá, la comida de la fiesta invitando a los últimos del pueblo y toda una serie de pequeños regalos, golosinas, estampas que sabía distribuir a los niños de la catequesis, en la que sus métodos dejaron huella. Las pesetas o céntimos, en sus bolsillos, tenían alas.
O aquel mozo, parroquiano suyo, en Hernansancho[8] su primera parroquia, andaba por el pueblo, pistola en mano, acabó dejando por tierra a varias personas asesinando enemigos o incautos, y el curita intentando poner paz, en medio de la refriega… Al escapar a Penalba, y referir el hecho, en un banquete de bodas, que se estaba celebrando, comentaba a un amigo entre admiración y orgullo: “En tu pueblo he dejado tirados por tierra unos cuantos cabritos. Al cura no lo he matado porque no me ha dado la gana, porque es un santo”[9].
Años después, al volver de su experiencia carmelitana, escribía lo siguiente, en sus propósitos de ejercicios de 1923[10]:
a) “El sacerdote debe ser piadoso: porque ha de ser intermediario entre Dios y los hombres. Y si no tiene trato íntimo y habitual con Dios, ¿cómo podrá ejercer este altísimo cargo?
b) Debe ser piadoso si quiere atraer a las almas. El alma nacida (por decirlo así) de las entrañas mismas de Dios: “Spirabit in faciem eius spiraculum vitae”, se va como por instinto tras de Dios, parece como que le huele, como el corderito conoce instintivamente a su madre, ahora el sacerdote, sólidamente piadoso está lleno de Dios; hasta en su semblante parece que refleja Dios, sus palabras, sus modales, sus acciones exhalan todo el aroma de Dios”.
Con respecto al trato con los feligreses escribirá, también, en los mismos apuntes, volvía de la experiencia carmelitana: “mas frecuente, afable, sencillo, sin afectación en modales ni en palabra, pero discreto, modesto en el hablar, mirar, en las posturas, humilde pero no apocado ni tímido; condescendiente pero no en lo que no sea transigible, ni en ideas ni en acciones; en fin, mostrarme en todo sacerdote, ministro del Dios tres veces santo.
Con mujeres, hablar como en la iglesia, y en presencia de Dios y de su Santísima Madre”.
Entre los testimonios recogidos para el proceso de beatificación, que tenemos en el archivo de la postulación en Roma, hay uno muy explicito sobre el párroco de Sto. Tomás de Zabarcos[11], que ofrece el estilo di vida, en aquel pequeño pueblo en el somontano de la Moraña abulense, el testigo es D. Francisco Cerezano Losada[12]:
“Para darse una idea aproximada de su vida de modelo y austeridad y privaciones, en su casa parroquial sólo disponía de lo más imprescindible y mínimo para uso y necesidad.
Su habitación de trabajo y descanso, que yo frecuentaba diariamente, constaba de una ruin mesa camilla sin más aderezos y adornos que el crucifijo, en el centro, sus libros de estudios y meditaciones, pluma y tintero y un inolvidable y sencillo reloj despertador. Como elementos de descanso o dormitorio, era una de las alcobas que poseía la gran destartalada habitación, con una cama de hierro antigua (catre), con somier de flejes entrecruzados, una colchoneta rellena de paja larga, la almohada y dos mantas muy usadas. Todo lo anteriormente descrito refleja claramente su sencillez y humildad y su gran amor al prójimo.
He de confesar a favor del P. Juan de la Cruz que, siempre su rostro se hallaba iluminado de una gran alegría y dulzura de carácter, que resaltaba y mitigaba sus demacradas facciones por la frecuente y dolorosa dolencia de estómago que padecía, sin que se apreciasen signos de tristeza, sino todo lo contrario: satisfacción y alegría interna de su excesiva bondad”.
Al tomar posesión de las parroquias de Santo Tomé de Zabarcos o de Sotillo de las Palomas[13], en los años 1924-25, escribe un “sermón de entrada” donde se manifiesta el alma y el corazón de aquel hombre de Dios y su sensibilidad religiosa, pastoral y social que, de algún modo revelan la personalidad forjada, como cuentan muchos de los testimonios que lo han conocido[14].
Después de presentarse como padre y pastor, como podrían ser tantos curas de aquellos pueblos, buenos, honestos, honrados, intentando acompañar sus feligreses, en su mayoría campesinos y pequeños ganaderos, de vida recia y virtudes cristianas, siempre insistiendo que pueden contar con él para todos, pone de relieve al final “que una de las cosas que más lastimarían mi corazón sería observar en vosotros envidias, recelos o la más ligera sospecha de que yo intente hacer preferencias odiosas o que haya en mi acepción de personas…. Por tanto sabed que para mi no hay diferencias de clases, ni de posición ni de personas, ni mucho menos de partidos, -partido de Cristo. Para mí todos vestís un mismo uniforme: el de los cristianos; un solo sello, el del bautismo; el alma siempre tenida en Jesucristo”….
Continúa hablando de su presencia como pastor, entre ellos; un reflejo de cuanto ha vivido en su ministerio desde 1916, recién ordenado, en las diversas parroquias que le fueron encomendadas: “Me vais a perdonar. Mas aunque soy Padre de todos, de una manera especial lo seré de los necesitados, sean de la clase que quieran. No sólo los necesitados en el orden espiritual, bien que hayan menester de consejo en sus dudas, de consuelo en sus penas, de alivio en sus trabajos; mi pobre corazón será para todos, para esto tienen dos oficinas abiertas: mi casa y el confesionario. Y tengan entendido que mi casa se continúa en la Iglesia. Y no sólo necesitados en el orden espiritual sino también material. Ya lo sabéis, pobres y desamparados de la fortuna, desde este momento yo me complaceré en compartir el pan con vosotros […] no falte el pan para mis pobrecitos. Más aún, el día que alguno de estos se viera falto de vestido para cubrir su desnudez, que lo diga… Y si no tiene qué comer, no tendré repara en sentarlo a mi pobre mesa y compartir con él mi alimento”.[15]
Todo un camino de experiencia espiritual y humana que, durante 16 años, hizo que sus feligreses se sintieran cercanos a un santo, como testimonian, la mayor parte de quienes vivieron de fe y experiencia cristiana con D. Mariano García Méndez.
En este mismo pueblo, en el día de S. Juan Bautista[16], recoge las confidencias de los más cercanos a la vida parroquial que hablan de tiempos pasados, mejores, y que poco a poco los fieles se han alejado de la Iglesia: “Vosotros mismos lo observáis y lo confesáis, que de año en año se va entibiando el religioso fervor que, siempre ha manifestado el católico pueblo de S. Juan, en la celebración de una fiesta para él tan interesante”.
Ahondando en las raíces de esta situación, que en una pequeña comunidad no es difícil de observar, comenta: “¿Y qué de extraño tiene que tal suceda si con la mayor naturalidad se omite la asistencia a la Santa Misa en los días de precepto, a pesar de las repetidas amonestaciones de la Iglesia,vuestra Madre? […] ¿Qué dirían vuestros bisabuelos difuntos al contemplar esta escena? Sin duda que profundamente afectados volverían a sepultarse en sus tumbas para no presenciar más este espectáculo.
Quizá alguno de los intelectuales de hoy se atreviera a replicarles: -pero no ven ustedes que aquellos tiempos ya pasaron y ahora ya no está de moda esto de venir a Misa y al Rosario, confesar y comulgar a menudo, salvo algunas cuantas personas que todavía viven a la antigua, y que no merecen vivir en el siglo veinte, que es siglo de las luces, el siglo de los adelantos, de progreso, de la civilización ?”
No siempre en la vida de un cura rural la vida es fácil y, especialmente, para aquellos que, como D. Mariano que tienen los nervios a flor de punta y que, hombres de Dios, profetas que anuncian y denuncian tienen hacer frente a situaciones que escandalizan a la gente, como es el tema de la blasfemia contra la cual D. Mariano siempre ha luchado, sufrido y soportado. En este pueblo, en concreto, una vez se dejó llevar de los nervios y arreó par de sonoros bofetones a un joven, pidiéndole después perdón. Aun siendo de carácter bondadoso y apacible solía decir que no le importaba que le ofendieran a él, más no permitiría en absoluto que dijeran alguna cosa contra Dios[17].
Se nos ha conservado una plática, con motivo de la inauguración de la asociación de las Hijas de María, tan presentes hasta hace unos años en las parroquias de España, antes del Concilio, y que D. Mariano, cura joven inició en Hernansancho, su primer destino de pastor. De ella recojo, sólo al finalizar la plática, estas palabras: “También os pido la limosna de alguna oración para este pobre e indigno sacerdote de Jesucristo que, aunque tan indigno procurará, con la gracia de Dios, hacer lo que esté de su parte para bien de vuestras almas, rogadle también por España y por Europa”[18].

Los seminarios de aquél entonces

Releyendo los apuntes espirituales de Marianico el de los Patos, con motivo de ejercicios espirituales, pláticas, y sus discursos, sermones, ejercicios de retórica en primer lugar, que eran participados y sentidos por la comunidad de profesores y alumnos, podemos encontrar que en el futuro P. Juan Mª de la Cruz, en el estilo de entonces, era un futuro sacerdote a tener en cuenta. La espiritualidad, según medios y métodos, hoy nos parecen fuera de nuestro alcance, modelándolo a través de la oración, de la mortificación, hasta hacer de él un “alter Christus”, no por nada tendrá como lema de su caminar, entre cañadas oscuras, “la cruz es el libro de mi vida”.
La vida, no obstante, seguía en la familia numerosa y los problemas también. Por dos veces tuvo que dejar el seminario, una siendo el mayor, para echar una mano en casa habiendo caído el padre enfermo, reemplazándolo en las tareas del campo. Y otra, cuando decide llamar al convento de los PP Dominicos.
Familia, pueblo de hondas raíces, un buen cura que se preocupa por ayudar a la familia y al niño, y de prepararlo, además, al estudio en el seminario, son y han sido los cauces, como señalaba anteriormente para conocer al futuro D. Mariano y nuestro P. Juan María, y tantos otros que hemos vivido esta vida de seminario, aquí, en Puente.
El P. Aguilera recoge en “Transparencias de una fe”, lo que se contaba de Mariano por parte de sus amigos y profesores.
Tanto siendo alumno externo como interno su dossier es brillante: el meritissimus abunda ya desde pequeño, lo que le permitió disfrutar de becas y ayuda a los estudios.
Consciente de su deber, cuenta uno de sus amigos:”Vivió en mi misma casa casi toda la carrera eclesiástica y siempre estimé que fue ejemplarísimo seminarista y de delicadísima conciencia, como se revela en este caso: Cuando yo había terminado las traducciones del cuarto curso, bajaba a verle y le preguntaba cómo le resultaba la traducción, veía que tenía muchas dificultades para traducir bien a Virgilio, Horacio y Ovidio, de tal forma que estuvo a punto de ser suspendido”. Nosotros nos aprovechábamos de traducciones ya hechas, pero él sabía muy bien cuál era su deber.
Por un tiempo corrió por el seminario una poesía, a causa de un verdadero zafarrancho entre gatos, en el acostumbrado mes de febrero. Todos estábamos asomados a las ventanas que daban al patio. Su condiscípulo Víctor Jiménez, zumbón y amigo de siempre, le dedica unos versos, acompañados de la música de una tonadilla popular de aquellos años:
“Marianico, el de los Patos,
No vio la riña de los gatos
Que hubo anoche en el corral.
Por estar tan enfrascado
Y del todo ensimismado,
Machacando la Moral”.

Don Fortunato Gutiérrez dice cómo también, había consideración a su porte y compostura exterior; y llega a la convicción de que era muy virtuoso, humilde, sencillo, obediente, entregado a la oración y al estudio y de una puntualidad exactísima, a todos los actos de la comunidad. Comulgaba diariamente, aunque con frecuencia recibíamos la Sagrada Comunión, eran pocos los que todos los días se acercaban a la Sagrada Eucaristía”. Durante las vacaciones, frecuentemente debía hacer largas caminatas para encontrar un sagrario abierto y un cura disponible para poder comulgar. Un día, cuentan, sólo consintió comer un poco de chocolate con agua para seguir caminando después de encontrar su Emaus particular en Bernuy Salinero, donde el hospedero D. Carlos Jiménez, le preparó con gusto la Mesa, donde él reconoció al Maestro al partir el Pan, y no al atardecer, sino en plena canícula, en medio de aquel agostado páramo.[19]
Es importante el añadir la frecuencia con la que muchos de los testimonios recibidos para el proceso hablan de la devoción eucarística de D. Mariano o P. Juan y que tanto promovió después en sus parroquias y en sus años predicador de Puente la Reina y en sus correrías por las Vascongadas: “El P. Juan pasaba muchas horas en la iglesia junto al Santísimo; hasta incluso se le veía a altas horas de la noche, acompañado a Jesús sacramentado”. Podemos imaginar las iglesias de sus parroquias de la Moraña de Ávila en la otoñada y el invierno…con temperaturas bajo cero y vientos que bajaban de las sierras que bordean Ávila.
“Si quieres encontrar al P. Juan, cuando vuelve de se sus correrías, si no está en su habitación, vete a la capilla”, decían en Puente sus compañeros y los seminaristas.
Otro, escribirá al P. Goebels, después de la guerra civil: “Su talento siempre lo tuvo oculto por su sencillez y humildad. Mas se le veía salir a flote y descollar entre todos los demás cuando se trataba de cuestiones arduas y difíciles”.
En la ciudad amurallada de Ávila, “tierra de cantos y de santos” las figuras de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz son de casa, y la ciencia humilde de la santidad se respira por sus calles, casas y horizontes pero, para encuadrar y disciplinar la propia llamada, se necesita estudiarla bajo la guía de maestros experimentado en las ciencias sagradas.
No fue uno que pasó, sin más, por las viejas aulas de los seminarios conciliares tridentinos, dentro de un sistema de enseñanza clásica del tomismo neoescolástico, un poco lejos de las novedades científicas y de pensamiento, vistas con un cierto recelo y, más, en aquellos tiempos con la lucha antimodernista. Entró con todas sus capacidades y preparación y se fue distinguiendo entre los alumnos, especialmente en la fase de la filosofía y teología[20].
El P. Guillermo Zicke que lo conocía bien, no sólo como director espiritual y también como superior, solía decir que estaba muy bien formado, hasta en la lectura de los Padres de la Iglesia y que, cuando la comunidad ser reunía para reflexionar sobre los casos de moral y dogmáticos - como era costumbre entre sacerdotes y religiosos - para estar al día, sobresalía; aunque suponemos que cuando llegan los nuevos sacerdotes, poco antes de la guerra, de Estrasburgo sobre todo, los PP. Belda y Aparicio[21], con nuevas ideas y orientaciones se quedaría un tanto desconcertado y abierto a las novedades de sus compañeros más jóvenes, educados en ambientes más adelantados, como podían ser también los de Italia, especialmente, según como escribe el P. Belda, de todos conocido, el de las humanidades, y de la teología, Escritura, moral, ciencias…
Un buen seminarista podía en aquellos tiempos optar por un estado de “mayor perfección”, así se decía entonces, no era extraño que Mariano intentará otro tipo de vida diverso del clero secular, más dedicado a la oración y a la humildad, a la Eucaristía a la intimidad con el Maestro, a la mortificación y la disponibilidad, al trabajo entre hermanos y al servicio que la vida consagrada podría ofrecer en la vida conventual.
En 1914 toma el camino del Real Monasterio de Santo Domingo, a las afueras de Ávila, expalacio de los Reyes Católicos y tumba del príncipe D. Juan, donde es acogido como novicio. Sin dificultades mayores hace su noviciado, pero: “El siervo de Dios era algo enfermizo, su salud, bastante débil; su naturaleza no tendría las sufrientes reservas para hacer frente a una vida comunitaria, no excesivamente austera, pero sí lo suficientemente rígida, que pedía una constitución más robusta. Le molestaban frecuentemente dolores de cabeza y le hacían sufrir, padecía también frecuentes molestias de estómago con relativa frecuencia. No podía, pues, continuar en aquel régimen de vida” escribe su[22] primer biógrafo.


Del Real convento de Santo Tomás a la vida parroquial diocesana

Una persona como nuestro ex Fray Mariano, todavía joven, a sus 24 años, subiendo la cuesta desde el convento hacia la muralla de la ciudad de Ávila, tenía que sentir sobre su piel y sus espaldas, además del calor del verano, la cruz del rechazo a hacer su profesión religiosa dominicana, el vivir en su interior el fracaso de un camino que había creído ser el suyo. Sus reflexiones y pensamientos así lo manifiestan. Se encontraba bien con el modo de vivir de aquellos frailes, su estilo de vida, su carisma, los novicios, el maestro,[23] donde había iniciado su experiencia oficial el 15 de agosto de 1913.
Un año después datará sus escritos, en los que escribe un propósito importante, ante el “nuevo pacto con mi Madre y Señora la Santísima Virgen María: Procurar ser obediente y sumiso en todo a mi confesor, principalmente a mis superiores y aun a mis hermanos por amor suyo”. Probablemente ya estaba al corriente de sus dificultades para hacer la profesión religiosa.

No hace mención de la acogida de su familia, que siempre había estado a su lado. La vuelta al seminario fue recibida con afecto por parte de todos. A primeros de octubre ya se encontraba dentro de la dinámica del seminario, entre amigos, profesores y plan de vida, Marianico el de los Patos en espera de recibir gradualmente las Ordenes Sagradas.
Hasta su ordenación sacerdotal el 18 de Marzo de 1916, en la catedral de Ávila, por D. Joaquín Beltrán y Asensio, observando sus anotaciones y sus estudios seminarísticos, su figura ensotanada fue siempre un modelo, como lo había sido precedentemente, de buena persona y hasta de gracejo entre los compañeros.
Un compañero, Pedro Miguel Martín, escribía: “si siempre admiré su talento, en mi pobre juicio creo que sobresalía más por su virtud. El amor al Santísimo Sacramento, a la Virgen Santísima, tenía esclavizado su corazón, pasándose todos los días una hora en santas devociones…. De ahí que varias veces los superiores nos invitaran: “ahí tenéis a Mariano, decían, ¿por qué no sois como él? Si así fueseis, nuestro seminario sería un semillero de Santos”.
Es curioso observar cómo, en esta vuelta al seminario, desea aparecer como un don nadie en aquel lugar, en el que ya los mayores podían pensar en la carrera, aunque la diócesis de Ávila no ofreciera muchas salidas ni beneficios, más allá de las parroquias rurales, en las que el cura era tan pobre o más que sus fieles, como fue el caso de D. Mariano.
“Propósito 3º. También he de ejercitarme de una manera especial en este curso, con la gracia de Dios en la humildad, deseando de veras ser despreciado y tenido en poca estima, pues viéndome como me veo, tan abrumado de pecados, no es razón de que espere otra cosa tanto de parte de mis compañeros como de mis superiores. Así pues no he de quejarme porque no se me favorezca ni en esto ni en lo otro, porque no se me guarden tales o tales consideraciones, etc…”[24]
Más adelante anotará un pensamiento de alto contenido espiritual: “Ofreceré a Dios lo que tenga que sufrir por causa de la salud: molestias, dolores, y hasta los mismos goces y regalos que, necesariamente, tenga que hacerme, considerándolos como una cruz, un eco de Pablo cuando dice: “Mi vivir es Cristo. No soy quien vive es Cristo que vive en mí. Un eco de aquella máxima suya cuando escribe: “La cruz es el libro de mi vida.”

En los ejercicios que preceden, canónicamente, a la recepción de las diferentes órdenes menores y mayores, se pueden leer tantas pequeñas reflexiones motivadas por los momentos que se van a vivir y las consecuencias que, para un seminarista exigente consigo mismo y hasta aquejado por los escrúpulos pudiera sentir. Un sentimiento de angustia que le ha acompañado toda su vida, un querer la fidelidad a toda prueba que, después se puede observar en toda una serie de horarios minuciosos para las distintas etapas de vida, hasta en la misma agenda con la cual fue asesinado, nos ofrece un horario para la cárcel en el que anota, en detalle, cómo quería vivir en la cárcel lo que hacía en Puente la Reina[25].
Alternando en estos dos años ejercicios, pláticas, orientaciones para el futuro apostolado, D. Mariano anota muchas reflexiones y propósitos, dentro de su experiencia persona y espiritual.
En la fiesta de la Epifanía de 1916: “Ejercí de subdiácono. En el sermón de la catedral Dios me inspiro muchos ánimos para caminar en su santo servicio, considerando cómo los santos Reyes lo abandonan todo y arrostran todo género de peligros y dificultades por seguir la divina inspiración. “Vidimus et venimus” También me llama a mí el Señor a que le sirva y le glorifique aquí, en el estado que la divina Providencia me quiera colocar y después le ame, posea y glorifique en el cielo”.
Unos días más tarde, el 23, ejerce de diácono por primera vez. Y añade: “Por la noche, en la lectura de las Finezas de Jesús Sacramentado me sentí especialmente movido p.l.m.d. D. (por la mano de Dios) a amarle más de veras al considerar que ha sido tal su amor que todos los días se sacrifica místicamente por nosotros”.
El día 29 anota algo que le parece extraordinario en su camino espiritual: “Dios me concedió un devoción especial en este día. Versó la meditación sobre la humildad. Concebí grandes deseos de ser humilde conociéndome a mí mismo y deseando ser humillado y tenido en poco. Sentí además una especial detestación del pecado y una gratitud muy vehemente hacia Dios. Me propuse repetir con frecuencia esta jaculatoria: “Soli Deo, honor et gloria”.
Y al mes siguiente, el día 17 de febrero apunta: “después de comulgar experimenté una confianza muy especial en Dios que continuó, juntamente, con una devoción no ordinaria durante algunos días. Me propuse (con la gracia de Dios) no disminuir un ápice mi confianza, aunque me halle en las mayores tribulaciones y trabajos, tentaciones y aunque tuviera la desgracia de pecar mil veces. ¡Viva yo solo para vos, Jesús mío! Si no ha de ser así, no quiero vivir”… Esta efusión espiritual le ayuda también a reflexionar en los problemas internos y psicológicos que arrastra, como los escrúpulos:
“Ánimo! ¡Libertad santa! No pensar nada en escrúpulos. Despreciarlos”.
El lunes de Carnaval, 6 de marzo, las realidades del seminario y ordenación cercana”prediqué y me examiné para Órdenes. En la comunión Dios me concedió una devoción especial. Libradme, Señor, de estos escrúpulos y turbaciones, si ha de ser para mayor gloria vuestra, pero si no, no me libréis. Dios mío, antes bien, dadme más aún”[26].

La catedral de Ávila, tierra de santos y cantos, fría como suelen ser los inviernos de la ciudad, el 18 de marzo, un año más, el 1916, es Mons. Joaquín Beltrán y Asensio quien confiere la ordenación sacerdotal a D. Mariano, rodeado de su familia y amigos ayudando en la unción de manos con la cinta atando las manos, y colocando, la madre, la casulla, con esa digna emoción que invita a esconder las lágrimas a doña Emeteria y a don Mariano.
No tenemos un reportaje de la época, pero si una fotografía-recuerdo de D. Mariano, cura joven, de pie, ante una mesa, con un crucifijo. No faltando recuerdos gráficos probablemente ésta es la mejor. Un sacerdote joven, ilusionado, no machacado aún[27] por el trabajo, por la vida, por los problemas, por una vida de oración oculta, de muchas horas de plegaria en las iglesias, de rosarios por campos y caminos, escasa y pobre alimentación, a veces compartida con los pobres y una salud siempre vacilante, sobre todo el estómago, al cual nunca había tratado bien. No faltan farmacéuticos, como uno de Bilbao, que años más tarde procuraba darle medicinas y preparados.
Unos días de vacación, en los que probablemente presidiría la Semana Santa en el pueblo, y pronto le llega el nuevo destino: atender las parroquias de Hernansancho y Villanueva de Gómez,[28] con fecha 23 de mayo de 1916, con tanto de títulos, fechas y sellos como ya entonces se estilaba.

Al año siguiente, en los ejercicios, entre sus resoluciones dejaba escrita su experiencia:
“¿Que me alaban?, bendito sea Dios. ¿Que me vituperan?, Bendito sea Dios. ¿Qué me tienen por hombre de talento y de saber?, Bendito sea Dios. ¿Que por hombre rudo?, bendito sea Dios. Nada de necia afectación y de andar con exquisito cuidado para agradar; en todo con mucha sencillez y naturalidad…
Viriliter age en todas las funciones de mi ministerio, nada de apocamiento, de pusilanimidad, de ansiedades, etc…
Cuarta resolución: ¡Oración! ¡Oración! ¡Oración! Nunca dejar la oración, esto es, la mental. Procuraré de vez en cuando recordar o leer la importancia grandísima de la oración mental. Pero no he dejar nunca la oración, sino que he de poner gran empeño en adelante, en hacerla bien: he aquí un gran engaño en que creo haber estado…
Mientras haga bien la oración tendré vida interior, y por tanto vida de apostolado; de otra manera, imposible. Si algún día por alguna gravísima causa omitiese la oración, al día siguiente haré el doble, además de alguna penitencia”.
No deja de lado en medio de sus tareas, del plan de vida el estudio, dos horas al menos. Y, dentro de la jornada, un espacio de descanso: “para lo cual me servirá no poco la vida de apostolado externo. Procuraré hacer con frecuencia visitas a enfermos, achacosos, pobres, etc… y a las autoridades, funcionarios, pecadores, procurando ganarlos a todos por medio de la beneficencia material, de la afabilidad, buenas formas, etc.
Procuraré también acostumbrar a los jóvenes a llegarse y a tratar conmigo”… “Rostro alegre siempre. Generosidad y cariño para con todos, aunque me hastíe puramente por Dios: “negotium pro quo contendimus vita aeterna est”.[29]
Se nos han conservado unas cartas de dirección espiritual, siete en total, desde 1916 a 1923, en las que D. Jenaro Lucas, que lo conocía del seminario, responde a sus preguntas familiarmente, especialmente sobre dudas, escrúpulos, asuntos personales y parroquiales. “De las dudas, son tonterías. La Misa regular algo menos de media hora rezada, y poco más cantada. El de las confesiones, breve, muy breves, es lo mejor sin muchas preguntas”. “Y basta de escribir, que me canso y tú de leer y, cuando se te quitan unas dudas empiezan otras, por falta de sencillez y docilidad y empeñarte en querer hacer las cosas como Ángel cuando sabes por triste experiencia que eres hombre y vil hombre, luego conformarte con hacer sencillísimamente lo que el hombre puede hacer…[30]
Mientras en Europa estaba para acabarse la Primera Guerra Mundial, en la que la neutralidad española había favorecido el bienestar económico nacional de España, y aunque los sobresaltos de la revolución rusa habían favorecido huelgas y desórdenes en ciudades, y aun en pueblos, D. Mariano sigue desde la Moraña y Ávila, desde lejos los acontecimientos. De Ávila le llega un nuevo nombramiento, probablemente debido a su escasa salud y a tener que servir dos pueblos, no muy distantes entre sí, -no podía permitirse caballería- se sentía poco capacitado para resolverlo.
El 23 de febrero de 1918 es nombrado cura ecónomo de S. Juan de la Encinilla, un pequeño pueblo de poco más de un centenar de habitantes en aquellos años, dedicados a la agricultura y ganadería, con una iglesia y ermita solemnes, entre los que el párroco, poca cosa, ya precedido por su fama de santo y celoso, iba a vivir tres años, de los queda el recuerdo gráfico de una procesión en la que muchos participantes se dejan retratar junto al párroco en capa magna, S. Antonio, los mayordomos de la fiesta, los músicos, no la banda sino el tambor y la dulzaina, como era normal en todos aquellos pueblos. Una espléndida iglesia y ermita, hablan de tiempos mejores.[31]

En una carta de D. Jenaro Lucas, su director espiritual, comentando cómo ha de actuar respecto a los niños y al problema de la edad de la Primera Comunión, hará referencia a los problemas acostumbrados de D. Mariano: “De lo demás, firme y firme en los escrúpulos… Humildad, humildad, que suele haber una sutilísima (estimación de si mismo que no la ve más que Dios N. Señor, y con las caídas se nos abren nuestros ojos). En fin que me […] más y cuando se habla de sabios y teólogos hay que andarse con mucho cuidado, porque en todo hay, como sabes, Distingos. Delante de Dios no hay más: confundirse hasta el abismo incomprensible de nuestra miseria y, un ¡Señor reina! ¡tened (sic) misericordia de mí!”.[32]
Durante todos estos años de vida parroquial, sus escritos, pláticas, sermones, esquemas son abundantes: leía, preparaba, meditaba. La catequesis de niños y adultos, las visitas a enfermos, ancianos, gente marginal, pobres y mendigos, era un modo de realizar la presencia de cura rural que, con las dos puertas, la de la casa y la de la iglesia, siempre abiertas, podían encontrarlo en cualquier momento del día y de la noche, basta llamar con el picaporte, a viva voz y sentirse responder: ¡Sin pecado concebida!
Va a ser en este pueblo “el lugar donde su hermana percibe más de cerca la santidad de su hermano, que pasaba la noche en oración, a primera hora en el confesionario y observa su delicadeza en el trato con todos, así como sus penitencias corporales, también será el lugar en el que el recuerdo de D. Mariano, dejó más huellas entre los feligreses[33].


Modelado en el granito de su tierra hasta el palpitar en el Corazón de Dios

“Un sacerdote amigo suyo, con quien se veía a menudo comentaba: “era un sacerdote ejemplar…, pero varias veces me repitió: “estoy contento, pero te confieso que estoy viviendo fuera de mi centro, me pesa mucho la vida parroquial. Y por otra parte estoy tan fastidiado por mi estado de salud, que si no fuese por la obediencia ya habría tomado otro camino: mi situación (sic) vocación irresistible es la vida religiosa”[34]
En otra carta con su director espiritual, sin fecha fija, encontramos uno de los motivos para pedir un tiempo de alejamiento del apostolado parroquial directo, alejarse de Ávila, de sus murallas espirituales y materiales, e intentar de nuevo discernir la llamada concreta de su vocación. No solo el problema de la salud siempre haciéndole arrastrar su “hermano asno”, mal cuidado y alimentado, poco reposo, sino también demasiada mortificación y el problema de sus inquietudes interiores.
“Muy conforme con todo lo que dices, pues aunque la neurastenia es más padecimiento moral que físico, en éste se reproduce o hiere también y por eso hay que poner remedios físicos. Está bien pero no se te olvide lo dicho, el sacar el mayor provecho posible para cambiar de pellejo… Ya sabes que te he dicho que te falta… humildad, aunque no lo creas, pero humildad sin desconfianza”. Comenta que estaría mejor en Santander, unos días de playa, que en Bilbao. Y antes de irse le aconseja poner en claro las cuentas y levantar las partidas. “Y si se empeña el Santo Cristo de la Agonía (en Limpias n.d.r.) iríamos a verte y a verle”.[35]
En Vitoria va a encontrar un camino de serenidad, reposo y cuidado. El 15 de septiembre de 1921 es nombrado capellán de los Hermanos de la Instrucción Cristiana (Menesianos) en Nanclares de Oca (Álava). Un noviciado que, quien como él estaba preparado para vivir en la soledad y el silencio, no le era difícil seguir a novicios, presidir la vida litúrgica, confesar, preparar las pláticas, estudiar francés (es una congregación de origen francés que vino a España, cuando en 1901 fueron expulsados de Francia, confiscados sus bienes y sin posibilidad de enseñar; algo semejante a lo que sucediera al P. Dehon y a los Sacerdotes del Corazón de Jesús).
En los Escritos espirituales del beato Juan María, sorprende la abundancia de horarios y programaciones de la vida de cada día, llevados con una minuciosidad tan precisa que parece casi imposible de observar. D. Jenaro Lucas, que lo conoce bien le insiste en esta programación, que es una buena solución para una personalidad escrupulosa, pero a la vez motivo de inquietud por pequeños fallos que necesariamente han de ocurrir.
Y así, al final de la vida, en la Cárcel Modelo de Valencia, en su agenda también tendrá su horario, acomodado al que vivía como religioso en Puente la Reina, al mundo carcelario, y que conocemos, ensangrentado y agujereado por una bala.

Con los permisos correspondientes, al finalizar el curso en Nanclares de Oca, obtiene el permiso para entrar en los carmelitas descalzos de Larrea-Amorebieta[36], en Vizcaya, floreciente, en el llamado por entonces el “Vaticano español”, y que había extendido sus ramas por la India con sus misioneros.
Nos encontramos, pues, el 9 de junio de 1922, donde permanecerá hasta el 4 de junio de 1923. Ingresó en el noviciado carmelitano el 2 de septiembre de 1922.
Su estado de ánimo puede reflejarse en estas reflexiones: “Aprecio de mi vocación. No dudar de ella mientras no se manifieste en contrario la voluntad de Dios. Dios me ha traído aquí. El proveerá. “Dominus pars”… prevenirme contra asechanzas del demonio, parientes… Romper ligaduras. No dejarme atar con pajas, ya que el Señor se ha dignado romper las maromas. Arranque de generosidad. Fuera preocupaciones del siglo, cartas de conocidos, etc.”[37]
Sabemos muy poco de este año carmelitano, una carta escrita el 5 de enero de 1923, por Don Jenaro Lucas, en que lamenta su falta de noticias donde comenta: “No sabía a qué atribuir tu tardanza y como me lo figuraba resultó (que todavía colea y más que colea la falta de energía y la sobrada indecisión, trastorno de toda obra buena y de poder seguir la verdad) Mucho me alegro que a mi novicio en la devoción del Santo… me le trate bien mi glorioso patrono S. José –sigue, sigue y verás cierto lo que decía Santa Teresa- el que no lo crea que lo experimente[…] PIDELE QUE TE VUELVA EL PELLEJO DE ABAJO ARRIBA, es decir, de tirurato (sic) y vanidosillo – te haga PRUDENTE Y SENCILLO, humilde y confiado, -QUE TE PONGA EN ORDEN-, método, método y tendrás tiempo de sobra para todo.
En otra carta, de marzo-abril 1922 le decía: “Leída y releída tu carta y conociéndote como te conozco y midiendo todo lo que por ti ha pasado y pasa (aunque calles algo de lo del día) puedo decirte que esta orden está muchísimo más en carácter con tu modo de pensar y de ser, con tal que te admitan, y la salud te preste, porque si Dios te llama te prestará, pues se están viendo increíbles prodigios. […] LA VOCACIÓN ES EL TODO. Las razones que tú das, son unas generales y sirven para todas las religiones porque todas son muy santas y buenas todas aman de un modo especialísimo a la Santísima Virgen… Pero lo esencial es: unas son contemplativas, otras son activas, otras son mixtas… Santa Teresa dice que, aunque su orden es contemplativa y por lo tanto tantísimo encomienda el ORAR sin interrupción, los varones se dedican también a la predicación y a conquistar almas, pero con predicación sencilla, piadosa, evangélica, catequística, no pomposa y de grandes vuelos… y aun hoy se ve, los grandes predicadores flaquean casi siempre en la observancia rigurosa…
Me he alargado más de lo que pensaba, pero no lo siento, tienes mi beneplácito, con tal que tengas el de Dios”.
En estos momentos, le asegura, que en familia todos están bien, dos hermanos se dirigen con él y añade “que en eso de ser dirigidos son mejores que tú. … Tu madre está delicada, pero ella es muy valiente, y ella va donde van sus hijos y más”.
“Conque a no descuidarte con el tiempo que pasa, y el Señor Obispo deseando que vuelvas, pero de seguro para mandarte donde volverías a todo lo mismo.”[38]


En los bancos de una nueva escuela por once años

Como hemos visto anteriormente, volvió a sus pueblos, a su pastoral sencilla, entrañable para sus parroquianos, a una más profunda vida de oración y a encontrarse con otra llamada, en la que la vocación se va a definir más clara, por medio de dos mediaciones, con las que nos hemos encontrado anteriormente: la de una monja “reparadora” Sor María Jesús del Gran Poder y un P. Guillermo Zicke, exmisionero, expulsado del Camerún, que aproando a las costas de Cádiz (setiembre de 1916), en Vejer de la Frontera, da los primeros pasos en el santuario de la Virgen de la Oliva, en el que todavía hoy, una vieja fotografía recuerda su presencia, y se embarca, de nuevo, en una obra, poco razonable a los ojos de los hombres, pero sí vislumbrada a lo lejos por los del P. Dehon: fundar en España, objetivo final del desembarco en 1919, en el puerto de Puente, a las orillas del Arga, en el malecón en ruinas del Crucifijo.
El caso es que D. Mariano entró en la pequeña familia de la que el P. Guillermo era “el padre”. Al hacerse religioso en Novelda se convirtió en nuestro P. Juan María de la Cruz, al ingresar al Noviciado el 16 de octubre de 1925. Para más señas: Juan María de la Cruz. Recordaba así, en su nuevo nombre como religioso, dos de sus grandes amores: Santa María y S. Juan de la Cruz, de Fontiveros, un pueblo vecino a los suyos.
Novicio único, encomendado a los cuidados del P.Goebels, vive toda la programación que la Congregación ofrecía a sus aspirantes novicios, como lo conocemos por sus apuntes espirituales, sus notas de meditación de lectura, de un horario meticuloso, hasta resúmenes del Rodríguez,[39] como era en el modelo del noviciado de Sittard, que su maestro había vivido siguiendo el ejemplo del Siervo de Dios P. Andrés Prévot y cuyas enseñanzas orientadoras le ofrecía. El programa lo tenemos en varios cuadernos de las conferencias diarias del P.Andrés, recogidas por sus novicios, que se fueron pasando los distintos maestros de novicios, y sus libros, no pocos, que circulaban en la joven Congregación, y que lograron una cierta difusión entre nosotros y en el mundo espiritual de lengua francesa, especialmente, hasta los tiempos precedentes al Vaticano II. El P. Zicke las tenía recogidas en un grueso cuaderno negro, siempre sobre la mesa, que despertaba la curiosidad de sus novicios, porque en notas al margen, escribía sus anécdotas, ejemplos etc. He intentado en vano seguir su rastro pero no me ha sido posible, al intentar buscar referencias sobre nuestra espiritualidad, desde el P. Prévot, pasando por el P. Guillermo, con el que hice el noviciado, hasta nuestros días.
Ha de tenerse en cuenta que el P. Juan tenía, además de su formación seminarística, la ya recibida en los PP. Dominicos y Carmelitas. Sin duda todo ello era un bagaje espiritual adecuado para la nueva experiencia, tan pobre en personas como en materiales.
Recogiendo sus escritos podemos hacernos una idea del noviciado del P. Juan en Novelda, en un mundo totalmente diferente, aun físicamente. Los grandes ejes de su espiritualidad: El Corazón de Jesús, la Eucaristía, la Adoración, la Reparación, especialmente con la tonalidad del amor, del abandono, del espíritu de víctima, conforman y modelan su mundo espiritual.
El 26 de octubre de 1926 es admitido a la profesión religiosa en Novelda. Unos días antes había hecho sus ejercicios en Orihuela, una ciudad vecina, en un convento de los PP. Capuchinos y en la víspera de Cristo Rey, el día 31 del mismo mes,[40] emitía su Profesión Religiosa en la Congregación.
Unos días antes escribe en sus apuntes espirituales: “Adoptar desde ahora estos dos sistemas: el sistema del SI para Dios y el sistema del NO para mí. Explicación: A todo lo que Dios me mande responder con un SI, Dios mío, un sí práctico y efectivo. Por el contrario responder con uno rotundo a todo lo que me pida mi amor propio. Mi vanidad, mi amor propio, mi soberbia, mi sensualidad: es decir el yo enemigo de Dios”.
Es notable lo que escribe unos meses antes, que recuerdan una situación en la que el P. Fundador, viendo que el P. Andrés estaba para morir, a principio de siglo, le obligó a pedir su curación a María, de la que era muy devoto, pues lo necesitaba junto a si, consiguiendo hasta trece años más. Florecillas de la vida de los santos.
Fecha 16 de enero 1926. “Fecha gratamente memorable. ¡Gracias, Dios mío!... Perdón de mi pésima correspondencia… Señor, si no es orgullo o presunción, si os place a vos: Dios mío de mi alma, yo quiero dirigiros la súplica del P. Tarín… Que si es conforme a vuestro beneplácito y gloria, me concedáis al menos diez años de vida para trabajar con vivo interés y celo para vuestra gloria y salvación de las almas. Purificad más y más mi intención y afectos… ¡Oh María, mi dulce madre, yo os encomiendo este deseo, ¡Ayudadme!”[41]
El año 1926-1927, es un período interesante para el Beato Juan, pues pudo dedicarse a la formación, sobre todo religiosa, de los alumnos. Nunca tuvo fama de educador y sí de buen catequista, charlista, predicador. En sus escritos, nos quedan de la época de Novelda muchos sermones para los niños. Podemos suponer que los padres alemanes tendrían dificultades para este tipo de formación religiosa y le encomendaran la predicación. Y lo mismo para las grandes ocasiones, en la iglesia nueva, construida gracias a los desvelos del P. Lorenzo Cantó, pues hizo el sermón para la fiesta de la inauguración del carillón del reloj, con la melodía del “Corazón Santo, tú reinarás”, que todavía puede escucharse alguna que otra vez[42].
Recojo un testimonio del P. Guillermo, que lo conocía muy bien, que escribe – y sirve también para la época en que vivió en Puente la Reina: “Siendo de carácter especulativo y dotado de dones espirituales, había dado pruebas de una preparación nada común. En las reuniones de los padres de la casa para resolver casos de moral y dogmáticos “dejaba a todos admirados por[43] las citas completas de los Santos Padres que hacía de memoria”. Es verdad, añade, que no tiene mucho sentido práctico para ser profesor entre los muchachos, especialmente para tenerlos disciplinados e interesar a sus pequeños alumnos. No obstante estaban contentos con él en las recreaciones y paseos porque les contaba relatos interesantes, de un modo muy vivo y cercano y les enseñaba cantos graciosos”.[44]
Algo que recordaban, también, sus niños y niñas, por los campos de la Moraña en Ávila.
Las vacaciones de 1927 van a ser un regalo para el Beato Juan. Le habían prometido una visita a Roma, y con ello conocer la Iglesia, cabeza y madre de la Urbe y del Orbe.
Época de consolidación del fascismo, de acercamiento al Vaticano, de modernización y apertura, de consolidación y crecimiento de las misiones, de un Reino de paz y de justicia, de verdad y de gracia, como se cantaba en la solemnidad de Cristo Rey.
Nubarrones de totalitarismos: comunismo, socialismo, nacional socialismo, fascismos y liberalismo capitalista.
Nuestro P. Juan vivió otra Roma distinta, la de los santos, especialmente los mártires en las catacumbas, guiado por el P. Bramsiepe, que le hizo conocer todos los rincones de la vieja Roma, la más conocida y los lugares de la Historia de la Iglesia de Roma. Tuvo ocasión de conocer y saludar a Pio XI, todavía “prisionero en el Vaticano”.
Hace los Ejercicios Espirituales con el P. Lorenzo Philippe[45] y si hemos de hacer atención a sus escritos y propósitos debieron tocarle profundamente el corazón y el conocimiento de la Congregación [46] pues las reflexiones que nos ha dejado tanto de estos como de los Ejercicios del año precedente son de una sólida y fuerte espiritualidad, tocada de una gran afectividad. Tenemos un carta de felicitación escrita a la Virgen María fechada el 12 setiembre 1926 (el Dulce Nombre de María,) que revelan el porqué preguntará al P. Zicke sobre el puesto de María en la Congregación.
Los Ejercicios espirituales en Roma, en la nueva Casa Generalicia, lo marcaron profundamente por las reflexiones del P. General P. Lorenzo Philippe, sobre la espiritualidad reparadora de modo que, a finales de 1927, en el Triduo que se celebra en Puente con motivo del 50º Aniversario de la Fundación, él es quien tiene el sermón sobre la espiritualidad de la nueva Congregación en España[47] uno de los días.
El P. Guillermo[48], fue director espiritual del Beato Juan María, superior de Puente hasta 1931, con el que tuvo guía y camino en sus ocupaciones de postulador y animador vocacional, desde el comienzo del nuevo curso en 1927, prácticamente hasta 1936, en el que en el mes de julio, a principios se dirigió a Garaballa (Cuenca), para enderezar su salud y descansar; un par de meses después, el 23 de agosto, lo encontraría definitivo, en la herida abierta del Corazón de Jesús en Silla (Valencia).


Ángel tutelar de la escuela apostólica

En la Crónica de Puente la Reina vol. I, el 21 de setiembre 1927 anotaron “la llegada del P. Juan: “Visitar a los bienhechores y buscar otros nuevos para pagar las deudas que habíamos contraído con la restauración de la iglesia”.
Dos años más tarde: “El P. Juan María García la mayor parte del tiempo estaba fuera, viajando por Navarra y las Provincias Vascongadas para buscar nuevos bienhechores. Gracias a Dios su trabajo dio buenos resultados durante todo el año procurándonos y asegurándonos el sustento de la casa”.
“Para poner a la Escuela Apostólica sobre una base sólida era menester buscar bienhechores […] ¿ Quién mejor para dicho cargo que el buen P. Juan María? […] Sin embargo, ¿no iría tal proyecto contra todas las aspiraciones y deseos del Padre Juan? Él, que ha dejado el mundo para retirarse a la soledad del claustro, iría de nuevo a lanzarse al bullicio en nuestras ciudades y aldeas, […] pasar largas horas de trenes y autobuses […] visitar las viviendas de gentes altas y bajas, ricos y pobres, solamente con el fin de pedir limosna por amor de Dios, para las vocaciones pobres de futuros misioneros. Lo que en verdad debía parecer una cosa contradictoria, aquí se hacía realidad por el mero hecho de que el p. Juan era un hombre de santa obediencia, poniendo en práctica el espíritu de abnegación y de sacrificio que es propio de la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, inmolándose día por día en aras del puro amor por Nuestro Señor y por las almas que le son más queridas”[49].
Desde Vitoria escribe al P. General: “Tengo verdadero amor a la Congregación y trabajo con interés constante por nuestra amada Escuela Apostólica pero, en vista de las dificultades que encuentro en seguir este género de vida, después de haber practicado los santos Ejercicios en Loyola, me inclino a creer que Nuestro Señor no me llama para este Instituto. Sin embargo, como todavía no estoy cierto sobre este punto y ya quedan pocos días para deliberar”, solicita prorrogar los votos por un mes más, si debo o no debo profesar, o renovar sólo los votos temporales, y en el caso que me aclarase antes, no hacer uso de este mes de prórroga.
“Procuraré durante este mes, supuesto lo arriba dicho, seguir trabajando cuanto pueda por nuestra Escuela Apostólica. Espero su amable contestación en Puente”.
En una carta precedente le propone un intercambio: ir él a Italia y hacer venir un padre italiano. “¡Perdone esta propuesta!”, añadirá también.
En carta del 16 de noviembre de 1929[50], manifiesta cómo las aguas se han calmado, ha encontrado su serenidad: “Como le decía en mi carta anterior desde Vitoria. Me hallaba todavía incierto sobre la voluntad de Dios en este punto, pero después de haber consultado con Nuestro Señor y su Santísima Madre, y habiendo ya visto inclinado a esta parte el consejo de director espiritual, además del de mis Superiores, por fin me arrojé en los brazos de la santa obediencia, seguro que Nuestro Señor les inspirará a mis Superiores lo que mejor convenga respecto de mi, así cuanto al género de vida como en todo lo demás, y segurísimo también de que, mediante la santa obediencia, venceré todas las dificultades que se opongan a mi santificación”.
En esta correspondencia personal, el Beato Juan se manifiesta muy libremente sobre su vida y ministerio:”Un servidor sigue haciendo la vida de siempre: viajar y más viajar. La santa obediencia es la que da alientos y me inspira confianza. También me anima y consuela mucho la propaganda que desde un año vengo haciendo mediante conferencias e impresos de la Adoración Perpetua y Universal del Stmo. Sacramento, y también del Amor Misericordioso, todo ello entra de lleno en el espíritu de amor y de reparación de nuestro amado Instituto. Además me han concedido los prelados de varias diócesis autorización escrita para dicha propaganda en las Iglesias de su jurisdicción”[51].
“Más adelante, cuando gocemos, Dios mediante, de tranquilidad en España”….
En este clima que se está viviendo, con más o menos radicalidad en España, el Beato Juan sigue su camino, no tanto en las Vascongadas o Navarra, Logroño y Burgos, donde él visitaba colaboradores y buscaba seminaristas sino que la prensa ofrecía, como suele ocurrir noticias de violencia, desmanes, incendios y situaciones explosivas en campos y zonas industriales o mineras. Los asesinatos de unos y otros se contaban por docenas, en sindicatos de izquierdas, sedes de partidos, etc. … se hablaba de la ocupación del poder, teóricamente en democracia, en la práctica, violentamente, si era preciso como ocurre con el primer alzamiento nacional de octubre de1934 en Cataluña y, sobre todo en Asturias.
En los años precedentes a la guerra, conocerá a un seminarista Manuel López Orbara, de Puente, que entrando después en el noviciado de los Hermanos de S. Juan de Dios, en S. Boi de Llobregat en 1935, el 30 de julio de 1936 morirá también asesinado, entrando a formar parte de la corona de mártires de la Iglesia en España. Una fotografía nos los presentará juntos en un grupo en 1930.[52]
El 29 de diciembre de 1931, escribe a su familia, madre y hermanos: “Qué impresiones se oyen por ahí respecto a la actual situación política? Demos gracias a Dios de que tengamos un pedazo de pan que comer pues hoy día hay muchas hambres y calamidades. ¡Dios tenga piedad de España y del mundo! Porque se oyen rumores de varias partes que anuncian grandes castigos de Dios nuestro Señor sobre la humanidad. Ciertamente que lo estamos mereciendo, pues el libertinaje y la relajación moral han llegado en grado espantoso y no sería inverosímil que descargase pronto y de una manera terrible”.
El 6 de febrero de 1932 anota la disolución de la Compañía de Jesús y añade: “Nos quitarán las cosas temporales y hasta la propia casa y si quieren ( o mejor si Dios lo permite) nos podrán despojar de la vida, pero de Dios jamás y Dios es nuestro único tesoro y Él es la verdadera vida”. Escribe agradeciendo el ofrecimiento de volver a casa, si se les expulsa, Lo penoso, añade, es ver arrancar el Crucifijo de las escuelas, el no al catecismo, pero es también consolador el ver cómo los niños llevan al cuello la cruz…[53].
Desde Puente la Reina, el 13 de abril, día de Pascua, una tarjeta escrita a su hermano y cuñada, Albino y Fernando, lleva un mensaje preocupante: “Feliz Pascua de Resurrección. Madre os dará la tarjeta que le escribo en la que le explico algo de los que está pasando. Dios tenga providencia de nosotros y de la pobre España, si no fuera así, se hundirá para siempre, pero no se hundirá porque el Sagrado Corazón lo ha dicho: “Reinaré en España con especial predilección. Oremos mucho, trabajemos y confiemos firmemente en Dios Nuestro Señor”
Os abraza en Jesucristo, Mariano.
Pocos meses después, el 23 de agosto, en tierras lejanas, junto al mar, pudo vivir una madrugada inolvidable; fundirse en el amor de Dios.


En tierras recias semillas escogidas

Para captar y poder entender el modo cómo en España se vivieron estos años de la II República, es importante el leer el estudio profundo y ponderado de Mons. Vicente Cárcel Ortí[54], que se incluye en la Positio super Martyrio 1997[55]. Así como la presentación de Mons. José Luis Gutiérrez en la que hace ver y estudia los motivos por los que estos asesinados pueden considerarse mártires in odium fidei, como lo han sido millares y millares de cristianos a lo largo de los siglos hasta el día de hoy.
“A nadie sorprendió que la República llegara impregnada de anticlericalismo que tenía raíces profundas en la sociedad hispana. La legislación laicista y los tumultos callejeros fueron los primeros resultados inmediatos para quienes ingenuamente creían que con ella se resolverían todos los problemas y mejoraría la situación nacional. A los dos años de la proclamación republicana Mons. Gomá, entonces obispo de Tarazona, escribía: … es escasísima la convicción religiosa en la mayoría de los individuos. España es católica… pero lo es poco y lo es poco por la escasa densidad del pensamiento católico y por su poca tensión en millones de ciudadanos” en Horas graves pp. 23-25. Librería Casulleras, Barcelona 1933[56].
Si en un año, y aún menos, hubo 6500 asesinados (obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas)[57] no es de extrañar que el episcopado español, al año siguiente, con una Carta Pastoral, condenara la persecución que sufría la Iglesia, con la perspectiva de una guerra civil larga y la aniquilación de la misma Iglesia. Sin duda, la toma de posición fue muy tenida en cuenta a nivel interior, las dos Españas clásicas y, a nivel exterior y diplomático. La gran matanza se fue controlando, también por falta de posibles mártires, para entonces el mal estaba ya hecho, y las reacciones que había provocado en los países europeos y americanos; la hecatombe estaba ya casi terminada y el ajuste de cuentas iba dejando víctimas en caminos, tapias, cementerios y checas por toda la geografía de la piel de toro.
Con ser impresionantes los datos lo son mucho más las opiniones. El jefe del POUM, el ocho de agosto de 1936, un mes después del comienzo de la tragedia, decía: “Había muchos problemas en España. El problema de la Iglesia… nosotros lo hemos resulto totalmente yendo a la raíz: hemos suprimido los sacerdotes, las iglesias, el culto”. José Díaz, jefe del PCE, al año siguiente en Valencia, afirmaba orgullosamente: “En las provincias que dominamos, la Iglesia ya no existe: España ha sobrepasado en mucho la obra de los Soviets, porque la Iglesia esta hoy día en España aniquilada”. Y el periódico Solidaridad obrera en Barcelona escribía el siguiente comentario el 25 de mayo de 1937 cuando comenzaba a hablarse de la posible libertad de cultos, vista la crítica extranjera: “¿Qué quiere decir libertad de culto? Por lo que respecta a Madrid y Barcelona, no sabemos dónde se podrá[58] hacer esa clase pantomimas. No hay un templo en pie ni un altar donde posar un cáliz… Tampoco creemos que haya muchos curas por este lado… capaces de esta misión”.
Este era el ambiente a donde fue a parar el beato Juan que, después de un año de trabajo, salud como siempre maltrecha, decidieron enviarlo a la Serranía de Cuenca, para ponerlo a punto para sus siempre incesantes actividades.[59] El Santuario de Garaballa, era un lugar apropiado. Ni siquiera un mes le duraron las vacaciones. Viendo la situación que se había creado por las primeras noticias de la sublevación del 18 de julio 1936, y el paso sucesivo de camiones y soldados, el P. Lorenzo Cantó con los miembros de la Comunidad, pensó que lo mejor era dispersarse: dos a Valencia y el otro se pasó al ejercito nacional. Valencia pareció la mejor salida, y como pudo, “el P. Chaquetón”, como lo llamaban sus compañeros de cárcel fue a parar a la Modelo de Valencia, el 23 de julio por la tarde avanzada, después de protestar por la gran pira con la que estaban quemando el interior de la iglesia de los Santos Juanes, céntrica y popular junto al mercado central, y cuanto había en ella: ornamentos, altares, mobiliario, archivos, hasta los frescos de Palomino… No era Marianico el de los Patos, ni D. Mariano, ni el P. Juan María, que tenía muy claro lo que pudiera pasarle, capaz de callar o ocultar su condición de sacerdote por lo que aquella misma noche fue llevado a dormir a la Modelo, a la celda 476 de la cuarta galería, “el lugar más seguro en aquellos momentos” escribía él, desde Valencia.
Días más tarde, felicitando al P. Philippe, a quien conocía desde su viaje y ejercicios en Roma, le dirige una tarjeta, y le dice:“Aquí me tiene, Reverendísimo Padre, detenido desde hace casi tres semanas, con ocasión de proferir algunas frases de protesta por el horrendo espectáculo de las iglesias quemadas y profanadas. ¡Dios sea bendito! ¡Hágase en todo su divina voluntad! Me alegro mucho de poder sufrir algo por Él, que tanto sufrió por mí, pobre pecador”.
Su mes de estancia en la cárcel fue una presencia verdaderamente sacerdotal y religiosa, tanto era así que, bien conocido, los compañeros decían admirados y preocupados: “Al P. Chaquetón van a matarlo los centinelas en cualquier momento como a un pajarito”…
En la noche del 23 de agosto, cálida y húmeda, llamaron a su puerta con el grito de: ¡libertad! Los faros del camión iluminaron la salida de Valencia hacia Silla, y en otro huerto de los olivos, la finca del Sario, en el lugar conocido como La Coma, iluminaron la escena de la pasión de aquel primer grupo de detenidos.
Por la mañana fueron trasladados al cementerio, arrojados a la fosa común en la que fue a cae, el último, nuestro futuro beato, entre sus restos, en 1940 se encontrará su agenda, la cruz de profesión, escapulario, una pobre camisa agujereada por una bala, etc.[60]
Su corazón, unido al de Cristo, desde 1891, palpitaba con la fuerza de una Vida nueva, en la que ya no vivía para él, sino para el Señor, con el que se identificaría aquel 23 de agosto de 1936.
Descansando en el Señor, en la sacristía de la capilla de Puente, los Padres, y especialmente los alumnos por costumbre, iniciada desde 1940, entre ellos, por la mañana antes de la oración, solíamos ir a rezar a su tumba, educados a admirar a los santos en su testimonio firmado con sangre. Sus recuerdos, en un armario, nos permitía observar con curiosidad la agenda agujereada, el escapulario de la Congregación, las disciplinas, una imagen de la Virgen del Pilar, algunos libros, la cinta de la ordenación sacerdotal, y así, entre nosotros, la fama de santidad del beato, en la que hoy tanto se insiste, estaba asegurada.
El día uno de abril de 1940, todo Puente salió a la calle a recibir sus restos, el coro parroquial cantó el Liberame de Perosi ante la caja con sus restos situada en la nave parroquial. La devoción era intensa y grande, y hasta una pontesina, Mercedes Aguinaga, testimoniará, que una mujer pobre de solemnidad, sanó de fractura de tobillo y cadera…
Desde aquel momento hemos podido leer y meditar el epitafio de su tumba, hoy retirado y conservado: … Fue el ángel tutelar de esta casa. Su incansable celo le mereció la corona del martirio, el 23 del VIII de 1936, en Valencia. R.I.P.


P. Evaristo Mtz. de Alegría

[1] San Esteban de los Patos. En las estribaciones de la sierra de Ojos Albos, en los límites entre las comarcas de Ávila ciudad, de la que dista 15 kms, y la Moraña, en las que desarrollará casi toda su labor parroquial en varias localidades. Tierras graníticas de poco fondo, encina y monte bajo. Repoblación tardía (1297). A mediados del XIX se despierta interés por la minería (malaquita y calcopirita de buena calidad) pero no se lleva a buen término.
En 1850 consiguen del Gobierno una escuela, pero D. Mariano irá a prepararse con el párroco, que vivía en Mingorría, para ir al seminario, recorriendo todos los días unos tres kilómetros de camino, hiciera frío, casi siempre, nevara, lloviera o helara, en aquellas parameras a más de mil metros de altitud, abiertas a todos los vientos.
El pueblo hoy tiene 42 habitantes, una iglesia rural con solemne espadaña y altares de buena factura.
[2] Prácticamente, los Sacerdotes del Corazón de Jesús o PP. Reparadores, eran conocidos con el nombre “los alemanes de Puente” hasta la década de 1950, no faltando todavía hoy algunas personas mayores que recuerdan el dicho popular al ver la trasformación del viejo convento, iglesia, y su presencia en medio de la Villa que dice: “Los alemanes de Puente, ahora Puente de los alemanes”. Ni nosotros mismos podemos hoy predecir hacia dónde nos puede conducir el futuro eclesial, social y político en el que ya nos encontramos inmersos.
[3] Beato Juan María de la Cruz. Escritos. Santos Ejercicios. Ávila 1923. Nota introductoria.
[4] Antonio Aguilera, Transparencia de una fe, XIV p. 115, Madrid 1986. Ed. El Reino.
Alfonso Muñoz Benito, Historia de la Provincia Española, vol I. Madrid 1988. Ed. El Reino. Reapertura de Puente la Reina como Escuela Apostólica. pp. 77- 83. Este primer volumen ofrece una visión cercana a las fuentes, tanto por la documentación como por referencias personales de la tradición oral y las del mismo autor.
[5] ESCRITOS DEL BEATO JUAN MARÍA DE LA CRUZ. Postulazione Generale. Roma 2007.
[6] o.c. Correspondencia. pp.10; 11-14, cartas fechadas en 1924 y 1926, de Sor María de Jesús: “No se amilane ni aun so pretexto de humildad, así se lo aconseja la simpática santa , en cuya tierra quiso providencialmente el Señor que nos conociéramos. Hay que desplegar las alas si hemos de volar, no las nuestras que no las tenemos, sino las que nos presta el amor y la misericordia de Dios que nos ama con locura” (Madrid 24.7.1926).
En la primera carta de contacto el P. Guillermo le escribe: “No puede figurarse la alegría que tengo, pensando que el Sdo. Corazón haya encontrado en Ud. otra alma que quiere consagrarse enteramente a Él. Lo mismo escribe la Rda. Madre diciendo: “Tal vez se lo envíe a Uds. el Sdo. Corazón de Jesús, en cuya festividad escribo”. “¡Ojala fuera así!” (Puente la Reina, 1 de Julio 1924).
“Hemos principiado la Escuela apostólica con siete alumnos, entre los cuales se encuentra uno de Cantaracillo (Ávila), por tanto, compaisano de V.R. La Santa Teresa nos lo trajo el día de su fiesta en 1922; quiera Dios que el Sdo. Corazón nos traiga a Ud. en el día de su festividad” (idem).
[7] Necrologium Congregationis. Nacido en Alemania, en Mülhein, 1877. Profesión Religiosa en 1899 en Sittard (Holanda); hace su noviciado con el P. Andrés Prévot; se ordena en Roma en 1904 y muere en Valencia en 1945. Es una de las columnas de la fundación en Italia, hasta 1922 – 1923, en que a la petición de ayuda del P. Zicke, es enviado a España. Ejerciendo diversos ministerios: desde maestro de novicios, D. Mariano lo será suyo y solo, durante el curso 1925- 1926. Ocupará diversos cargos en España. En el Capítulo General de 1935, elegido consejero general y secretario, al año siguiente renuncia. Recuperada Valencia, al final de la guerra civil, pondrá en marcha en aquella ciudad una comunidad de estudios superiores, muriendo en 1945.
[8] Ver nota 27.
[9] E. Mtz. de Alegría. Un santo al azar, cfr. pp. 7-8.
[10] o.c. Escritos espirituales. p. 144-145.
[11] Pequeña población, en 1930 de 278 habitantes en la Moraña de Ávila, a 30 kms. de la capital. Iglesia del siglo XVI, típica de la zona, de ladrillos y piedra. Clima continental extremado. Agricultura y ganadería.
[12] Teniente Coronel del Cuerpo de Veterinaria Militar, quien conoce a D. Mariano, en su pueblo a los once años, durante cuatro meses para preparar el bachillerato.
[13] Perteneciente a la provincia de Toledo, pero diócesis de Ávila. El mayor de los pueblos confiado a D. Mariano con 607 hab. Según el censo de 1930, hoy 224. A 563 ms. de altitud, clima continental. Sierra de S. Vicente. A 95 kms. de Toledo. Agricultura y ganadería, no lejos del gran mercado nacional de ganadería de Talavera de la Reina.
[14] Positio super martyrio. Beatificationis seu declarationis martyrii servi Dei Joannis Garcia Méndez.
Valentina. Congregationis Causis Santorum. Roma 1995.
Relatio et vota Congressus Peculiaris super martyrio die 23 februarii ann. 1999 habiti. Roma 1999
Positio super martyrium. Beatificationis seu declarationis martyrii servorum et servarum Dei…
(los distintos grupos que la archidiócesis de Valencia presentó para una beatificación conjunta y que tuvo lugar el 11 de marzo de 2001, en Roma.
La lectura de estos tres documentos nos ayuda a conocer más de cerca al Beato, al mismo martirio y el porqué de una beatificación, en estos casos en que la política pudiera aparecer como una causa, y el estilo de una vida vivida en la fe, el apostolado, y en el sacerdocio y vida religiosa que preparaban el camino.
Una historia más detallada sobre la personalidad del beato Juan María de la Cruz son los testimonios escritos y autentificados de las personas que lo conocieron, seglares, religiosos y sacerdotes que se encuentran en el archivo de la Postulación de Roma, entre ellos muchos testigos de Puente, religiosos y seglares fallecidos, cuya memoria todavía queda entre nosotros (n.de a.).
[15] o.c. Escritos. En la diócesis de Ávila III. Sermón de entrada, 42, pp. 393-397.
No me ha sido posible identificar el pueblo, Santo Tomé o Sotillo de las Palomas.
[16] o.c. idem, 28. p. 369.
[17] o.c Transparencias de una fe pp. 102-103.
[18] o.c. idem. III. En la diócesis de Ávila, I. pp. 303-306.
[19] o.c. c.VI. Últimos cursos teológicos, pp. 50, 51.
[20] o.c. c.II. Su gran ambición: seguir a Cristo. Primeros pasos hacia el sacerdocio, pp. 19-22. o. c. III Diversos testimonio de profesores y alumnos, pp. 23-32.
[21] Con otros tres compañeros, de Novelda (Alicante), entusiasmados por el joven misionero y educador.
P. Guillermo Zicke, en 1923, el 26 de septiembre van a Puente, donde en medio de pobreza extrema, inician su preparación seminaristica “a la alemana”. Una verdadera aventura humana y cristiana. Harán su formación superior y religiosa en Italia y Francia. Poco antes de iniciarse la guerra civil vuelven a España. La Provincia Española los considera las columnas sobre las que se edificó la presencia de los Reparadores en España, con su prolongación en Venezuela y Ecuador.
Los cinco volúmenes de la Historia de la Provincia Española de los sacerdotes del Corazón de Jesús, con estilos diferentes, menciona frecuentemente a estos Padres, con veneración afecto. El último, P Ignacio Belda, falleció a sus 97 años en Alba de Tormes en el seminario de S. Jerónimo que, junto con el Museo de Prehistoria, son su memoria viviente.
[22] o.c. c. V. Parada en el camino p. 46.
[23] o.c. Escritos, Apuntes espirituales, pp. 68-69.
[24] Idem, p. 82; p. 83.
[25] o.c. Apéndice. Reproducciones, p. 696. Esta venerable reliquia se encuentra en Puente la Reina. Se encontró perforada por una bala y con restos de sangre, al exhumar sus restos en Silla (Valencia), de la fosa común en la que fue enterrado, el 28 de marzo de 1940, para trasladarlos Puente la Reina, a la sacristía de la capilla del seminario. Hasta el 2000, Año Santo, en que solemnemente fueron trasladados a la Iglesia del Crucifijo, desde la capilla interior, antes de su beatificación el 11 de marzo del 2001, con un numeroso grupo de mártires de aquella iglesia metropolitana.
[26] o.c. Escritos espirituales II, 24 pp. 109-11.
[27] Obispo de Ávila desde 1898 a 1917. Le sucede el más conocido Mons. Pla y Deniel, después durante la Guerra civil, de Salamanca ,y más tarde Cardenal de Toledo.
[28] Estas dos localidades, cercanas una de otra, escasas en población hoy tienen: Hernansancho 219 hab. distando de Ávila 29 kms. Villanueva de Gómez 153 hab. Ambas están situadas en la Moraña oriental.
Agricultura, ganadería, pequeña manufactura y también, regadíos hoy. El río Adaja cruza el segundo pueblo. El clima es extremado continental. En los escritos del P. Juan tenemos varios sermones dedicados a S. Martín, titular de la parroquia, así como a la Dolorosa, que es la patrona de Villanueva. En esta última localidad, que arranca de época de los vetones: “castro de Las Cogotas”, también se han encontrado huellas romanas.
Notables son los restos de una iglesia de inicios góticos, consecuencia de la repoblación ya asentada, en construcción a lo largos de los siglos, hoy en ruinas y que nos habla de un pasado, importante después de la reconquista. Por ella pasaba el camino de Santiago de Levante.
[29] o.c. Escritos espirituales, 24. 25. pp. cf. 111-116.
[30] o.c. Idem. Correspondencia, 14. pp. cfr. 36-42.
[31] o.c. Idem. En la diócesis de Avila. III. Sermones cfr. 11. 12.15, 16, 17.18.19, dedicados a Santo Antonio. 20, 21, 22, 23, 24 pp. 329-374.
[32] o.c. Idem. Correspondencia, 14. pp. cfr. 37-38.
[33] E. Mtz.de Alegría. Un santo al azar. p.8. El Reino. Madrid 2001. Pequeña biografía-hagiografía para su beatificación, 11 marzo 2001.
[34] Un santo al azar, p. 8.
[35] o.c. Correspondencia, 14. pp. 38-39.
Desde el siglo XVIII (1713) aparecen instalados los PP. Carmelitas en su convento, que pasa por diversas vicisitudes en cuanto a los objetivos de la Orden. Cuando D. Mariano llama a sus puertas es Noviciado, centro de estudios y apostolado, seminario de vocaciones misioneras. Participa de la vida social y política y sus secuelas del Duranguesado en los siglos XIX y XX.
[37] o.c. Escritos espirituales III, 40. p. 142. Este texto pudiera tener otro contexto anterior: ¿seminario, dominicos?
[38] o.c. Correspondencia I, 6. pp. 40-41.
[39] Ejercicios de perfección y virtudes cristianas. Un libro clásico de formación a la vida religiosa, lectura obligatoria, amenizado por algunos ejemplos, que todavía hoy se recuerdan. De quince en quince días, normalmente el maestro, ponía el visto bueno, sobre las páginas leídas y, pensadas, sobre todo. Y lo mismo ocurría con las meditaciones y apuntes espirituales. El Rodríguez, como se le llamaba familiarmente, es un libro en desuso en los noviciados de hoy.
[40] Antes de la reforma litúrgica conciliar se celebraba en el último domingo de octubre.
[41] o.c. Escritos espirituales II, 52. p. 273.
[42] o.c. idem, IV, pp.403-439; cfr. Epifanía 1927, 431-437.
-P. Lorenzo Cantó, primer español seguidor del P. Guillermo, pertenecía a la Hermandad sacerdotal de Operarios Diocesanos. Preocupado por la formación de sus paisanos en Novelda vio en la nueva Congregación una posibilidad de elevar su nivel educativo. Existen unas cartas entre él, estando en Méjico, y el beato Juan en la que se transmiten noticias y se intenta confundir a la censura mejicana.
Historia de la Provincia Española, c. I. Antecedentes, pp. 22-21; Primer noviciado, 52-53. donde se manifiesta organización y vida de los novicios. Interesante para conocer lo que encontrará cuatro años más tarde el beato Juan, sólo que él era el único novicio.
Nace en 1875. Profesión SCJ, Novelda en 1923. Ordenación en Madrid, 1901. Fallece en Novelda en 1967. Superior de Novelda 1931-1934. Consejero Provincial 1947-1956. Superior local de Valencia 1948-1954.
[43] Vida y martirio del Rdo. P. Juan María de la Cruz, c. III, p.21. Postulazione Roma, 2000.
[44] Cfr. Vida y martirio del Rdo. P. Juan María García por el P. Guillermo Zicke. Publicada en la revista Vinculo de la Provincia Española, a partir de 1948 hasta 1950, de enero a enero. Escrita en alemán y traducida. La Postulación la publica de nuevo, corregida y revisada en el año del Jubileo, como preparación a la beatificación.
Habiendo sido su primer contacto con la congregación, su director espiritual, superior y amigo, nos ofrece una vida muy cercana al Beato, una lectura hagiográfica, pero son noticias y datos conocidos por ambos protagonistas, especialmente de los años vividos en Puente la Reina. Afirma, el P. Zicke, que la escribe como agradecimiento por haber podido volver a España desde Alemania, sano y salvo, de la persecución nazi. Era el 29 de setiembre de 1939, cuando se le abren las fronteras del Brennero, para pasar a Italia y regresar a España. En 1950 recuerda lo que dice la Sagrada Escritura: “Si has hecho un voto a Dios, trata de cumplirlo”.
[45] Mons. Lorenzo Philippe. Nacido en Luxemburgo, 1877; Profesión religiosa Fayet (Francia); Ordenación, 1904 y Consagración episcopal en Roma 1935. Segundo Superior General, 1926-1935.
la Profesión Perpetua. Nos han quedad algunas cartas del beato Juan, pero poco de Mons. Philippe; se encontraron Puente antes de la Profesión Perpetua, con quien pudo poner en paz su conciencia.
[46] o.p. Escritos espirituales, II, 54, 55, 56 pp. 274-279
[47] o.p. Escritos espirituales, II, 49,53, 55 pp, 268. 279; 30 Diciembre 1927, Escritos espirituales V. I. cfr. Iª. Excelencia suma del espíritu de amor y de reparación, propio y distintivo de los Sacerdotes del Sagrado Corazón. 2ª. Debe ser copiado e imitado por todos los fieles. pp. 443- 450.
[48] P. Guillermo Zicke. Nacido en 1887 en Kirchgarden, Alemania. Profesión en Sittard 1906. Ordenación en Luxemburgo 1912. Fallecimiento en Puente la Reina 1960. Misionero en Camerún 1913-1915. Expulsado a Fernando Poo 1915-1916. En España, 1916-1936; 1939-1960; 1938-1939 Superior en Bendorf (Alemania).
Superior en Novelda 1920-1923; Superior en Puente la Reina 1923-1931; Maestro de Novicios: Garaballa, 1940, 1943; Vera de Bidasoa, 1943-1951; Zurraure /Ciga, 1951-1958.
Necrologio de la Congregación p. 382. Roma 2003.
[49] Positio super Martyrio Joannis Garcia Méndez. Valentina. Informatio, p. 42. Roma 1995.
[50] Historia de la Provincia española I, pp. 98-995 Curso 1929-193.
[51] o.c Correspondencia I, cfr. 7, 1-7 pp. 17-24.
[52] Historia de la Provincia Española I p.98; p.109 .
[53] Idem. cfr. 8, 1-7 pp. 24-32.
[54] Cfr. del mismo autor, estudio reciente y documentado: Caídos, víctimas y mártires. La iglesia y la hecatombe de 1936. Ed. Espasa 2008.
[55] Beatificationis seu declarationis Martyrii Servorum et servarum Dei… in odium fidei, uti fertur, interfectorum, Roma 1994, pp. 3-28.
[56] Idem, pp. 6-7 ss.
[57] Cfr. Antonio Montero Moreno: Historia de la persecución religiosa en España (1936-1939), BAC. Madrid 1961. Una de las más valiosas aportaciones documentales sobre la persecución, causas y efectos en la Iglesia de España. La otra memoria.
[58] Idem cfr. pp. 8-9.
[59] Cfr. Historia de la Provincia española I. XI. pp.201ss.
[60] Cfr. Un santo al azar, cfr. pp. 18 ss.