jueves, 25 de marzo de 2010 | | 0 comentarios

SAN ROMERO DE AMÉRICA
El ángel del Señor anunció en la víspera. . .
El corazón de El Salvador marcaba 24 de marzo y de agonía. Tú ofrecías el Pan, el Cuerpo Vivo -el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa- la sangre campesina de tu Pueblo en masacre que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!
El ángel del Señor anunció en la víspera, y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte; como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.¡Y se hizo vida nueva en nuestra vieja Iglesia!
Estamos otra vez en pie de testimonio, ¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro! Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra. Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente. Romero de la Pascua Latinoamericana. Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.
Como Jesús, por orden del Imperio. ¡Pobre pastor glorioso, abandonado por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...! (Las curias no podían entenderte: ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).
Tu pobrería sí te acompañaba, en desespero fiel, pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética. El Pueblo te hizo santo. La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós. Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.
Como un hermano herido por tanta muerte hermana, tú sabías llorar, solo, en el Huerto. Sabías tener miedo, como un hombre en combate. ¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!
Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo, con una sola mano consagrada al servicio. América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini en la espuma aureola de sus mares, en el dosel airado de los Andes alertos, en la canción de todos sus caminos, en el calvario nuevo de todas sus prisiones, de todas sus trincheras, de todos sus altares. . . ¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!
San Romero de América, pastor y mártir nuestro: ¡nadie hará callar tu última homilía! (Pedro Casaldáliga)

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DOMINGO DE RAMOS año 2010
Con el Domingo de Ramos abrimos nuestro tiempo de celebración pascual, un tiempo que irá in crescendo hasta el Triduo Pascual (Jueves tarde, Viernes, Sábado y sobre todo la Vigilia Pascual en la madrugada del Domingo de Pascua). Iniciamos una semana de 8 días con su punto focal en el octavo día prolongado en la octava pascual.
Quizás el domingo de Ramos empieza con una sonoridad muy fuerte, marcada por la tradición, de tal forma que casi a nivel de noticia eclipsa el propio domingo Pascual. Si hubiera que medirlo por la asistencia de gente a las celebraciones, sin duda que este domingo se lleva “la palma” y nunca mejor dicho. Pero aprovechando esta sonoridad, habrá que celebrarlo en su digna medida y utilizarlo para introducirnos con fuerza en nuestras fiestas pascuales.
Domingo de Ramos es un domingo “mesiánico” por excelencia. ¿Quién es el Mesías? ¿Cuál es su misión y función en medio de nosotros? ¿Jesús, es el Mesías de Dios?
Está claro que “Israel”, el pueblo coetáneo de Jesús esperaba un mesías “rey”, nuevo David que restaurase esta dinastía y su esplendor haciendo de Israel una nación con supremacía sobre todas las naciones de la tierra. Este mesías tenía una incidencia política muy clara.
La narración de Lucas 19, 28-40 mantiene esta expectativa por parte de los discípulos de Jesús y de otros muchos que le acompañan. Ante las palabras de Jesús al aproximarse a Jerusalén y ejecutar su entrada montado sobre un asno, vemos que hay aclamaciones que detectan esta expectativa. Los discípulos habrían exclamado un ¡por fin! o ¡finalmente ha llegado la hora de instaurar el reino de Dios en este mundo! El mesías hará de nuevo los prodigios antiguos y será consagrado rey, o incluso si es necesario utilizar la “mano militar”, pues se utiliza. ¡Qué poco habían entendido lo tantas veces dicho por Jesús! Todavía habrían de aprender mucho en lo que acontecerá en Jerusalén.
Jesús camina en “otra onda”. Sube a Jerusalén para entregar su vida. Sube a Jerusalén para subir al “leño”. Sube a Jerusalén para cumplir la voluntad del Padre, que no es precisamente la de machacar al que se oponga sino la dejarse machacar desde la pobreza, la humildad y la mansedumbre; desde el respeto y del amor incluso al enemigo.
En el evangelio de Lucas hay una revelación nada subliminal de la realidad de Jesús, puesta en la misma boca de Jesús. Cuando manda a sus discípulos ir a Jerusalén a buscar al pollino dice el texto lo siguiente: “Desatadle (al pollino) y traedle. Y si alguien os dice: ¿Por qué lo desatáis?. Contestad: “El Señor lo necesita”. Es una de las pocas veces que en el evangelio de Lucas, Jesús se denomina a sí mismo con este nombre: “El Señor”. Adonai. Es el nombre de Dios. Jesús se está revelando como Alguien más que profeta; alguien más que David; alguien más que Moisés. Pero ya podemos empezar a ver que el “señorío” de Jesús, será del todo diferente al de los “señores” de la tierra.
Serán las lecturas posteriores donde se va a describir la realidad de este “señorío”. Sobre todo en la narración del Evangelio (Lucas 22, 14 – 23, 56) donde se nos describe el trance final de la vida de Jesús. Esta lectura la meditaremos de forma particular en el primer día del “triduo sacro” que será el Viernes. Pero también las otras dos lecturas hablan claramente de la misión del Mesías y de su “señorío”.
Isaías 50, 4-7 nos hace, en el tercer cántico del Siervo de Yhaweh, la foto-robot del futuro mesías. Al menos así lo han visto todos los evangelistas y la primera comunidad de creyentes. Han interpretado el acontecimiento de la cruz, siguiendo la falsilla de los 4 cánticos del Siervo en Isaías. Jesús tendrá una lengua de iniciado, o de sabio, para decir a los cansados y agobiados que venga a Él; que no teman; que Dios está de nuestra parte, o de parte de los más pobres y marginados. Pero lo que dice Jesús, primero lo ha oído del Padre, lo ha escuchado atentamente y entra en obediencia a esa voluntad del Padre. Y el Padre no quiere imponerse por la fuerza de las armas sino por la fuerza del amor. Por eso, el Siervo – Jesús , no se resistirá al mal, ofrecerá su espalda a los que le golpeen y sus mejillas a quienes mesaban su barba. Será como el cordero llevado al matadero. Y todo eso en beneficio de los muchos. Está claro que el Mesías no lo será desde la fuerza que da el poder político, económico o religioso, sino que lo será desde la fuerza del servicio-entrega-amor.
San Pablo en Filipenses 2, 6-11 , recoge un himno primitivo de la comunidad cristiana (estamos en los inicios de la verbalización teológica de lo que significa la Pascua de Jesús) donde se nos habla del “despojamiento” (kenosis) de Jesús, que no duda en dejar el mundo y la realidad de Dios, para hacerse uno como nosotros, semejante a nosotros, haciéndose “siervo” (recuerden el siervo de Yhawhe) y esclavo, siendo obediente hasta la muerte y ¡una muerte de cruz! (muerte de esclavo y no de ciudadano). El reinado de Jesús es despojamiento, abajamiento, anonadamiento. Ponerse a la altura del más bajo. Y lo hace por amor gratuito y por obediencia al Padre.
El Padre no permanecerá inactivo. Una vez culminada su carrera de siervo hasta la muerte el Padre rescata al Hijo y lo vuelve a situar en el rango que había abandonado. Lo sienta a su derecha y lo hace “Señor” (nombre que nos resulta conocido por que lo ha utilizado Jesús en el Evangelio de la entrada a Jerusalén). Jesús ahora se convierte en fuente de Vida y de Salvación para todos los que creen en Él.
Esta es la PASCUA del Señor.
Entremos en el proceso y dinámica de vida de Jesús, para que también nosotros hagamos pascua. A esto estamos invitados en estos días, a vivir el memorial de la Pascua para crecer cada uno de nosotros pascualmente, para que sepamos también nosotros desvestirnos de nosotros, abajarnos para servir amando a los demás.
Permitid una glosa sobre la celebración de la procesión de las palmas.
Las celebraciones litúrgicas nunca son repetición mimética, casi teatral, de lo que un día sucedió. La procesión de ramos y palmas no es repetición de la entrada en Jerusalén de Jesús. La Pascua, históricamente, ya sucedió; y desde ese suceso hay novedad novedosa para todo lo que después viene. Nuestras celebraciones son pos-pascuales y nunca pueden volver a ser pre-pascuales. Cristo ha resucitado una vez para siempre.
Lo que hacemos en la celebración es memorial de la Pascua de Cristo donde todo se ha cumplido.
En la procesión de las palmas, nosotros reconocemos que Jesús ha entrado en la Jerusalén celestial, que allí está sentado a la derecha del Padre y que allí es Señor; y que un día vendrá a juzgar a vivos y muertos. Celebramos la victoria de Jesús y con ello la incorporación de todos nosotros a esa victoria sobre la muerte que un día también será plena en nosotros.
En la celebración de la procesión de palmas, los importantes (por decir algo) somos todos nosotros en cuanto que caminamos como pueblo de Dios hacia la Jerusalén celestial. Y caminamos ya con las “arras” del Espíritu y con la palma en la mano que augura nuestra victoria de testigos de la resurrección. Testigos santos, que un día en nuestro bautismo, fuimos incorporados a la “pascua” de Jesús. Por nuestro bautismo hemos sido constituidos en pueblo santo y pueblo de Dios.
En la procesión, de entre todos nosotros, el que representa a Cristo en medio de nosotros es el sacerdote. Él, sacramentalmente, es el más importante. Por ser el sacramento de Cristo cabeza, no debería llevar ramo o palma (aunque lo hagan la gran mayoría, incluido el Papa) y de alguna manera simbolizar la centralidad de Cristo. La cruz que se lleva en procesión, no debe ser más allá de la “cruz de guía” que abre el camino, pero no tiene cariz sacramental (como sí lo tendrá en la adoración del Viernes Santo).
Fin de la glosa.
A todos os deseo una intensa vivencia de los misterios pascuales, para culminarlos el próximo domingo de PASCUA.
Un abrazo. Gonzalo

sábado, 20 de marzo de 2010 | | 0 comentarios

DOMINGO Vº de CUARESMA - C

Es el “último” domingo de esta cuaresma encaminada toda ella a abrir un camino de conversión para llegar a la Pascua reconciliados. Por su carácter de “último” es también el último aldabonazo o la traca final para llamarnos a la conversión. Y, ¡oh sorpresa!, en los textos elegidos no encontramos ningún “Júpiter tonante”, ninguna amenaza de condenación sino que la Palabra proclama de nuevo las misericordias del Señor. Se nos invita a contemplar el Amor de Dios para movernos a conversión. Solo el amor puede mover montañas. Y solo merece la pena convertirse desde el amor y no desde el temor.
Escribiendo esto, me viene a la mente lo escrito por Santa Teresa en su poema “No me mueve, mi Dios, para quererte… Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera”. Lo dice tan bien la Santa que no cabe otro decir. Debajo os copio todo el poema.

Todas las lecturas del día de hoy recorren este camino del amor misericordioso de Dios.

Isaias 43, 16-21: “He aquí que hago nuevas todas las cosas”.
Filip. 3, 8-14: Para mí todo es pérdida ante Cristo mi Señor. Corro hacia la meta…
Jn. 8, 1-11: La mujer adultera. Quien esté sin pecado, tire la primera piedra.
Salmo 125. El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros y estamos alegres.

La primera lectura tiene aires de “adviento”. Es un canto a la esperanza, al futuro.
En medio del desierto del exilio, el profeta lanza una mirada al futuro que ya llega y ve
el resurgir de un nuevo éxodo, una nueva alianza, un nuevo edén o paraíso.
Recordando primero el éxodo que fue, nos invita a no mirar hacia atrás sino hacia delante. Impresiona esta invitación por la valentía del profeta de anuncair un nuevo éxodo para su pueblo cuando ese pueblo pasa por la realidad vital de ser “no pueblo”.
En medio de la nada se atreve a anunciar que llega un nuevo éxodo más grande y mejor que el pasado. Que ya está aquí. Que ya nacen nuevas todas las cosas. Y además, en este éxodo, el jefe será el mismo Dios y tocará a todos. Resurgirá una nueva tierra y un nuevo cielo. Todos reconocerán y alabarán a Dios, incluso los animales salvajes. ¡Que bueno es el Señor! Ha hecho obras grandes con nosotros y por eso estamos alegres.

Todos nosotros, hoy, estamos llamados a salir fuera de las tinieblas y entrar en este río de gracia y de bendición. Dios será definitivamente nuestra luz y nuestra vida.
La iniciativa sigue siendo de Dios que nos ama incondicionalmente y no debido a nuestro mérito. Nuestros pecados son cancelados. Dios se mueve solo por un amor incondicional que cancela los entuertos en vista de una alianza de paz, eterna y universal.

El evangelio narra una historia de Jesús sorprendente. Si el domingo pasado se nos hablaba desde una parábola del amor del Padre – Dios por sus hijos pródigos, hoy se nos habla de una historia real vivida por Jesús que encarna y actualiza lo anunciado por la parábola. Jesús personaliza de alguna manera las actitudes del “Padre” de la parábola enfrentándose a un caso real de “pródigos”: la mujer adultera y sus hermanos justicieros. Jesús es puesto ante el dilema de elegir entre cumplimiento de la ley y la misericordia.
Si desoye la ley, será acusado de trasgresor.
Si opta por la ley, desmentirá su mensaje de misericordia.
Jesús opta por escribir en tierra y esperar. Este gesto implica que en principio él no quiere entrar en juicio. No quiere juzgar a nadie. Solo la insistencia de los acusadores, le hace alzar la cabeza y lanzar la pregunta-respuesta:
“Quien de vosotros esté sin pecado, lance la primera piedra”.
Se fueron uno a uno empezando por los más viejos. Comprendieron que la ley ellos tampoco la cumplían. La ley también les acusaba a ellos.
La conciencia de todos se despierta y caen en la cuenta de que “todos somos pecadores”, y por ello privados del derecho de juzgar. “No juzguéis….” .
Este es el “primer milagro” de lo que hoy se nos cuenta. Los “hermanos mayores y bien pensantes” descubren que también ellos son pecadores. Jesús tampoco les condena a ellos y al ayudarles a desenmascarar su propia situación de pecado les facilita su posible conversión.

El cara a cara con la mujer nos enseña: La mujer no es condenada tampoco por el “justo”; pero esto no quiere decir que se consienta la culpa o el pecado. Se asiente a la persona con un pecado, que se encuentra visitada, acogida y amada en su debilidad y realísima culpa. La ley antigua viene perfeccionada o llega a cumplimiento en Jesús anunciada ya en una profecía: “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva”. La ley indica la gravedad del pecado y la trágica situación del pecador, pero la misericordia perdona y devuelve la vida.

Impresiona oir la sentencia de Jesús: “Yo tampoco te condeno”. Jesús no ha venido a condenar sino a salvar. ¡Y es lo que hace! ¡Siempre!.
Sin embargo cuantas condenas a lo largo de la historia se han hecho en nombre de este “Señor de la Misericordia”. Cuantos instalaches creados para supuestamente buscar pecadores y condenarlos a piras, cárceles, destierros y más mandangas. No se entiende que hayamos desvirtuado tanto el evangelio.
Pero la Palabra también va dirigida a cada uno de nosotros para que penetremos en nuestro corazón y veamos los tribunales de justicia que administramos cada uno de nosotros y de los que salen también condenas a diestro y siniestro. Somos fáciles a la condena del otro. Vemos fácilmente la paja en el ojo ajeno.

Impresiona oir “Levantate y no peques más”. Álzate, camina, sigue adelante con la cabeza alta con toda dignidad. La mujer queda resituada, dignificada, valorada e igualada a todos los demás sujetos de la historia. El encuentro con Jesús es sanante, confortante, reconstituyente, recreante. Jesús salva.
Pero Jesús no olvida que el pecado puede volver para destruir de nuevo a la persona. El pecado es tan real como la vida misma y el pecado es veneno para la vida. ¡No peques más! Es lo peor que puedes hacer porque es desengancharte de la fuente de la Vida y solo acarrea muerte y destrucción. “Te puede ocurrir algo peor”.

Pienso que hemos de tomarnos en serio estas palabras de Jesús. Estamos ultimando nuestro camino de conversión hacia la Pascua. Estamos llamados a reconciliarnos entre nosotros y con el Señor. Estamos llamados a renunciar a nuestra vida de pecado, de ausencia de Dios, de caminar por derroteros que son despeñaderos. Y nos invita a cambiar aquel que nos acoge como somos y que nos ama infinitamente. Nos invita aquel que nos ha creado y que quiere para nosotros la vida, la felicidad y la libertad plena. DEJÉMONOS RECONCILIAR POR DIOS. Es con mucho lo mejor.

San Pablo, en la carta a los Filipenses, es un buen modelo para descubir lo que es un hombre reconciliado y recreado desde Cristo a quien llama “mi Señor”.

Gonzalo Arnaiz Alvarez, scj.





Santa Teresa escribe:

No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temidopara dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara,lo mismo que te quiero te quisiera.

sábado, 13 de marzo de 2010 | | 0 comentarios

SANTORAL

Marzo 13

MATILDE (+ 968). Acertaron con el nombre que le pusieron, Machthild significa «valiente en la batalla», porque lo fue. Templando nervios y pasiones. Casada con un duque, que con el tiempo fue rey, Enrique I, batalló maternalmente para que los hijos (el emperador Otón I y Enrique duque de Baviera) hicieran las paces. Lo consiguió. (Con razón es la patrona de las bordadoras). Manirrota con los necesitados, dejó la corte, y en vez de ir a vivir con su hijo Bruno, arzobispo de Colonia, se retiró a un monasterio (14 marzo)
EVA DE LIÈGE (+ 1265). De Lieja. Allí vivió Eva la cisterciense «conspirando» (no en la tercera acepción: unirse contra un particular para hacerle daño; ni en la segunda: unirse algunos contra su superior; sino en la primera: convocar, llamar alguien a su favor) con su priora santa Juliana de Cornillon, para conseguir que el papa Urbano IV instituyese la fiesta litúrgica del Corpus Christi. Y lo consiguió. Cuando canto el «Adoro te devote» recuerdo agradecido a Santo Tomás de Aquino, sus versos me ayudan a sentir lo que mis labios pronuncian, pero no olvido a la conspiradora que desde Lieja le ayudó a inspirarse (14 marzo)
GIACOMO CUSMANO (1834-1888). El del «boccone». «Médico y sacerdote, para sanar las llagas de la pobreza y de la miseria que afligía a tanta gente por las constantes penurias y epidemias, pero también por las desigualdades sociales, eligió el camino de la caridad: amor de Dios que se traducía en amor efectivo hacia los hermanos y entrega a los más necesitados en un servicio llevado hasta el sacrificio heroico. Después de abrir una primera «Casa de los pobres», inició una más amplia obra de promoción social, creando la «Asociación del bocado (boccone) del pobre», que fue como grano de mostaza que creció hasta convertirse en árbol majestuoso» decía Juan Pablo II el 30 de octubre de 1983 al beatificarle. ¡La inventiva del amor! 54 años humilde gran «siervo de los pobres» en Palermo y sus alrededores (14 marzo)
Marzo 15
LEOCRICIA (+859). Nació en Córdoba de padres moros, inquieta, empezó a hacerse preguntas a las que los suyos no supieron contestar. Convertida al cristianismo la echaron de casa. Eulogio la acogió. Descubiertos ambos fueron martirizados, Eulogio el 11 de marzo, Leocricia, cuatro días después. Actualmente en Córdoba no sólo presumen de las piedras de la mezquita-catedral, sino de las piedras vivas del sacerdote Eulogio y de la mártir Leocricia (15 marzo)

SISEBUTO (+ 1086). No, no es el que sale en la lista aquella de los reyes godos:... Recaredo, Liuva II, Viterico, Gundemaro, Sisebuto, Recaredo II, Suintila, Sisenando..., sino el santo abad de Cardeña que enseñó a leer la Palabra a sus monjes y ayudó a buscar la paz a cientos y cientos de peleones coterráneos contemporáneos. Lo de «porta patet, cor autem magis» (la puerta está abierta, pero más el corazón) era mucho más que un frío lema esculpido en letra gótica en el muro del monasterio, según comprobó Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid campeador, camino del destierro (15 marzo)

LUISA DE MARILLAC (1591-1660). Aristócrata, viuda a los doce años de casada, con la ayuda de Vicente de Paúl, consiguió que un grupo de señoras de la aristocracia leyeran despacio el capítulo 25 del evangelio de Mateo: «Cuando venga el Hijo del hombre... dirá: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me alojasteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel, y fuisteis a verme...». Murió a los 71 años diciendo a sus hijas, las hermanas de la caridad: «Servid a los pobres, atendedles que son Cristo entre nosotros» (15 marzo)

RAIMUNDO DE FITERO (+ 1163). «En las costumbres compuesto, en el hablar parco, en las palabras grave, en las acciones modesto. Con los mayores reverente, con los iguales benévolo, con los inferiores apacible». Nacido en Tarazona, canónigo de su ciudad, entró en los cistercienses de Nienzebas. Al morir el abad Durando, le sucede en el cargo. Viendo que el paraje donde estaba el monasterio no satisfacía del todo a los monjes, se trasladan a Fitero. Y su vida hubiese discurrido tranquilamente allí, de no ser el empecinamiento de los moros en reconquistar la plaza de Calatrava, que los templarios habían abandonado. El rey Sancho pide ayuda a sus caballeros. No encuentra respuesta. En esto llegan a la corte el abad Raimundo y el monje Diego Velázquez, antiguo capitán del ejército, para recabar del rey la aprobación de unos privilegios para el monasterio de Fitero. Velázquez sugiere al abad la posibilidad de echar una mano al rey para lo de Calatrava. El rey sonríe, ¡unos monjes que lo único que podían saber era cantar! La noticia del ofrecimiento corre de boca en boca. «Los cortesanos la comentan desfavorablemente, burlándose de la quijotesca aventura». Tenían razón. El rey, dándola por perdida, formaliza la escritura de entrega de la plaza de Calatrava a favor de los monjes. Papel mojado, piensa. Al regresar a Fitero, Raimundo se lanza a predicar una especie de cruzada, Diego a formar luchadores. Reúnen veinte mil, que van a Calatrava. Los moros asustados desisten del plan. Raimundo para asegurar el futuro funda en 1158 una orden de monjes guerreros o de guerreros monjes: la Orden militar de Calatrava. «Monjes de cuerpo entero, soldados de pelo en pecho». El abad Raimundo nunca oyó hablar de «los signos de los tiempos», pero los supo ver y escuchar. Tampoco sabía que «La vocación es como un itinerario con señales de pista. Cada señal lleva a la señal siguiente sin saber el término definitivo. Más que un conocimiento del futuro es una correspondencia amorosa». Pero la puso por obra. Moría en Ciruelos, junto a Toledo, el 15 de marzo pronto hará 850 años. Siglos después la Orden militar de Calatrava desapareció. También el maná desapareció para los israelitas tras el paso por el desierto. Somos contingentes. Sólo Dios es el Ser Necesario, pero necesita de nuestras manos en la historia de los hombres que es historia de salvación. San Raimundo de Fitero, alcánzanos del Señor, la finura de oído hoy y aquí. Amén (15 marzo)
Marzo 16

HERIBERTO DE COLONIA (970-1021). Worms, a muchos sólo les suena (desafinadamente) a «Dieta de Worms» con su correspondiente Edicto del 25 de mayo de 1521 y Lutero de protagonista. Pero Worms suena mucho más sonoro si se recuerda que allí nació San Heriberto. Mozo de buena familia, educado por los benedictinos de Gorze, pronto se sitúa política y eclesiásticamente: canciller del emperador Otón III y arzobispo de Colonia a los 19 años. Ni a sol ni a sombra se separa del emperador, al que le da por vivir en Roma y… morir en Viterbo (1002). Y aquí viene lo malo, que resulta ser lo bueno: Heriberto cae en desgracia del sucesor, Enrique II, que le jubila fulminantemente de la política. Sólo le queda refugiarse en su Colonia (a la que nunca se había acercado). Es un caso de «conversión» forzada, pero felizmente apropiada. No sólo hace de arzobispo, lo es, en serio, durante veinte años. Vive austerísimamente, reza piadosísimamente, pastorea como el mejor buen pastor, los pobres de Colonia tienen un padre. Y empieza a correr de boca en boca que el arzobispo hace milagros… ¡incluso consigue que llueva! Santo indiscutido que nunca ha sido canonizado oficialmente (le sobraban milagros) porque «iluminó al clero y al pueblo practicando las virtudes que predicaba» (16 marzo)

GIOVANNI SORDI CACCIAFRONTE (1125-1183). El apellido Sordi a la mayoría sólo les suena al gran actor y director de cine italiano Alberto Sordi (+2003) [«I vitelloni», «Due notti con Cleopatra», «Un americano a Roma»…]. Vivir es descubrir ignorancias. Muchas. Giovanni fue un obispo y mártir benedictino, de los tiempos del emperador Federico Barbarroja. Con dos apellidos: Sordi y Cacciafronte, que usaba indistintamente. Sordi, por su padre. Cacciafronte, por su segundo padre (ancora in tenera età Giovanni perse il padre, la madre –Berta Persico- si risposò con il nobile Adamo Cacciafronte, il quale lo amò come un figlio proprio, dandogli il suo nome; fu educato in modo eccellente dai due genitori). Es bueno tenerlo en cuenta, para no caer en la tentación de ver el mundo exclusivamente como una película de malos padratros u horrendas madrastras. A los 16 años entró benedictino en la abadía de San Lorenzo de Cremona, su ciudad, de la que fue elegido abad a los 35 años. Cuando el cisma del antipapa Víctor IV, al que el emperador Barbarroja apoyó, se puso del lado del papa Alejandro III. Y… «como premio» fue desterrado por el de barba roja. ¡El poder de los poderosos! Tiempos tristes, borrascosos, oscuros… aquellos ¿sólo? Cuando se aclararon un poco, el papa lo nombró obispo de Mantua (para sustituir al desentonado obispo Garziadoro). Tres años después el desentonado y dorado García se entonó y pidió volver a Mantua. El magnánimo Giovanni dijo que con gusto le cedía la silla, que los hijos de san Benito siempre fueron hombres de gran corazón y raíces hacia Arriba. Finalmente, seis años Pastor de Vicenza, «dove morì per la libertà della Chiesa trafitto con la spada da un sicario» (Lástima que Alberto Sordi no hiciera un filme sobre la zarandeada vida de su tocayo) (16 marzo)

HERIBERTO DE NAMUR (+ 1022). En el siglo XVII su cuerpo descansaba en una capilla dedicada a Nuestra Señora, cerca de Bois-Villiers (Namur), cuyo capellán era un cisterciense. Egidio du Monin, un jesuita investigador, habló con el cisterciense, examinó la documentación guardada, y sacó en limpio, que Heriberto «in illo tempore» había sido célebre por la austeridad de vida y la santidad de costumbres y que «in ea solitudine vitam eremiticam duxit, ibidemque beato fine quievit». El honrado investigador no sacó en limpio nada más, dado que «res gestae temporum diuturnitate vel hominum incuria perierunt». Para que por mi incuria no quede olvidado el santo eremita de Namur, cada 16 de marzo me encomiendo a los dos, aunque llueva (16 marzo)

Marzo 17

PATRICIO (390-491). El apóstol de Irlanda, se le llama. Y con razón. Llegó allí a los 16 años, como prisionero. A los 22 se fugó al Continente y se dedicó a estudiar en serio. Obispo a los 42, regresó a Irlanda para recorrer la isla de punta a cabo, enseñando, construyendo iglesias, escuelas y monasterios, organizando la jerarquía en Armagh. Célebre su oración, llamada «La coraza de San Patricio». Es muy larga. Su centro: «Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mí, Cristo sobre mí, Cristo debajo de mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo alrededor de mí, Cristo en la anchura, Cristo en la longitud, Cristo en la altura, Cristo en la profundidad, Cristo al descansar, Cristo al levantarme, Cristo en el corazón y en la mente de cada persona que piense en mí, Cristo en la boca de todos los que hablen de mí, Cristo en todo ojo que me mire, Cristo en todo oído que me escuche». Los artistas le pintan como un obispo que caza o pisa serpientes (17 marzo)

PABLO DE CHIPRE (+775). Fue un monje que durante el reinado del iconoclasta Constantino Coprónimo se negó a pisar la imagen de un crucifijo y murió a fuego lento cabeza abajo. A falta de un icono del monje mártir, para imaginármelo, yo pongo en su boca los versos de Blas de Otero, con dos “P” mayúsculas: «Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré, como un anillo, al agua, / si he perdido la voz en la maleza, / me queda la Palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo / lo que era mío y resultó ser nada, / si he segado las sombras en silencio, / me queda la Palabra. Si abrí los labios para ver el rostro / puro y terrible de mi Patria, / si abrí los labios hasta desgarrármelos, / me queda la Palabra». A todos: nos queda la Palabra (17 marzo)
JUAN SARKANDER (1576-1620). Mártir del sacramento de la penitencia, del secreto de la confesión. Nacido en la Silesia austriaca, párroco de Holleschau en Moravia, consiguió que muchos husitas volvieran a la fe católica (los husitas -seguidores del Jan Hus-, achicaban rabiosamente el perímetro de la Iglesia). Los «achicantes» le acusaron falsamente de conspirar para que tropas polacas invadieran el país, ordenándole que revelara lo oído en la confesión del barón de Moravia. Al rehusar fue cruelmente torturado, muriendo en la prisión a los pocos días. (Curiosamente los husitas reivindicaban la comunión con el cáliz para los laicos [utraquistas = comunión bajo las dos especies, les llamaron también]). ¡Qué cosas! (17 marzo)
Marzo 18

CIRILO DE JERUSALÉN (315-386). De Jerusalén, porque allí nació, y para distinguirlo del de Alejandría, ambos doctores de la Iglesia. De los 36 años que fue patriarca de Jerusalén, la mitad los pasó en el exilio. Los arrianos, con los que simpatizó al principio, se la tenían jugada, pese a no emplear él nunca por delicadeza la palabra «homooúsios». Muy leídas en aquellos tiempos sus famosísimas catequesis. Las 19 primeras dirigidas a los «photizómenoi» (los iluminados, los que se bautizarían en la próxima pascua), en las que explica con todo detalle el Credo. Las 5 últimas (llamadas «mistagógicas»: de iniciación en los misterios) sobre el bautismo, la confirmación, la eucaristía y la liturgia de la misa. (Por la disciplina del arcano en los primeros siglos del cristianismo se prohibía hablar de los misterios cristianos a los no iniciados). ¿Por qué no leerlas ahora los oficialmente iniciados como si fuésemos unos «photizómenoi»? ¡Qué bien nos vendrían, para no parecer y ser unos ignorantes! (18 marzo)

FRIGDIANO (+588). Irlandés, que vino como peregrino a Roma, y al regresar se quedó como eremita en la Toscana, en la falda del monte Pisano. Allí fueron a buscarle los de Lucca en el año 566 para que fuera su obispo. Hizo de todo, incluso «confirmó» el río Serchio. [El Serchio es un río costero de la parte centrooccidental de Italia que discurre por la región de Toscana, atraviesa la ciudad de Lucca y desemboca en el mar de Liguria, no lejos de donde lo hace el río Arno]. Gran milagro. En realidad lo realmente maravilloso (el milagro verdadero) fue que consiguiese que los capitostes de la ciudad se pusieran de acuerdo para acanalar el Serchio, saneando la zona de las aguas frecuentemente convertidas en ciénagas. ¡Como si los «milagros morales» no fueran mayores que los físicos! Esos, para la mayoría parece que no cuentan. Y es lo que necesitamos: que se pongan de acuerdo los que mandan, a favor del pueblo, orillando sus intereses de partido. ¡Señor, Señor, queremos milagros, aunque sea sin obispos! (18 marzo)

SALVADOR DE HORTA (1520-1567). «Humilde instrumento de Cristo para la salud del cuerpo y del alma». Hijo de labradores, desde pequeño mientras cuidaba ovejas «rezaba con costumbre de olvido ya». Luego en Barcelona se especializó en el oficio de zapatero. Lo hacía tan bien y el negocio iba tan viento en popa, que decidió ganar menos. ¿Dónde mejor que entre los hijos de san Francisco? Y franciscano se hizo a los 20 años, sin sueldo. Pero siguió haciendo el bien: abría y cerraba la puerta del convento sin hacer ruido, sonriendo; repartía limosnas y bendecía a Dios y a sus hijos. Cuentan que su simple bendición sobre los enfermos tenía la virtud de curarlos. Murió lejos de su Girona natal, en Cerdeña, cuando la primavera llamaba a la puerta del convento (18 marzo)

Marzo 19


JOSÉ (s. I). Si Dios le llamaba padre, ¿cómo le llamaría en casa María? Modelo de santidad modesta, escondida, sencilla. Hizo lo que quizá es más difícil: saber acompañar sin hacerse notar. Pero es evidente que la Palabra pronunciaba las palabras con el mismo tono de voz que el padre que le enseñó a decir Padre. «Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el Cielo la eterna felicidad. Amén» [León XIII] (19 marzo)

ISNARDO (+ 1244). De Chiampo, que allí nació. Recibió el hábito de dominico en el año 1219 de manos del mismísimo Santo Domingo de Guzmán. Fundó el convento de Pavía, del que fue primer prior. Y en Pavía murió. Pese a su vida mortificada, «estaba excesivamente gordo, y la gente se reía de él cuando predicaba». «Si racconta che una volta predicava in pubblico e un uomo che assisteva disse: “Come posso credere alla santità di un vecchio cetaceo come fra Isnardo, più di quanto possa credere che questo barile potrebbe saltare e rompermi una gamba”, ma alla fine delle sue parole il barile su cui era seduto, all’improvviso si mise a saltellare investendolo e rompendogli così una gamba nell’urto». Hay que andar con cuidado de reírse de los gordos. De haber vivido en tiempo de Rubens (1577-1640), seguro lo inmortaliza (19 marzo)

ANDREA GALLERANI (+ 1251).Siendo soldado mató a un hombre (no se sabe por qué). Lo desterraron. Aprovechó el destierro para doctorarse en penitencia y en buenas obras. Cuando pudo regresar a Siena era otro Andrea. Y siguió siéndolo: «Si dedicò completamente al servizio degli ammalati e dei bisognosi». Con sus bienes fundó un hospital, y convenció a muchos cristianos para que leyeran el capítulo 25, 31−46 de San Mateo. Fueron los «Hermanos de la Misericordia», laicos sin votos dedicados a los pobres y a los enfermos. Gran devoto de San José, patrono de la buena muerte, que le concedió la gracia de morir al amanecer del día de su fiesta de 1251 Siempre que puedo cuento la vida de San Andrés, a los que presumen de grandes pecadores, de «no tengo remedio», de «soy un caso perdido» (19 marzo)
Marzo 20
ARQUIPO (s. I). Pablo lo llama «compañero nuestro de lucha» (Flm 2); cuando escribe a los de Colosas encarga le digan «que atienda y desempeñe con esmero el ministerio que ha recibido del Señor» (Col 4,17). ¿Sólo? Más que suficiente para imaginar al luchador de Colosas por el que rogaba sin cesar el Apóstol, al tener noticia de su fe en Cristo Jesús y de su amor para con todos los creyentes, desde el día que conoció y experimentó la gracia de Dios en toda su verdad. Los griegos y la liturgia bizantina celebran su fiesta tres veces: como apóstol y mártir, el 23 de noviembre; junto con Filemón y Apia, el 22 de febrero; con Filemón el 6 de julio. Y cuentan muchos detalles de su martirio, en tiempo de Nerón, delante del prefecto de Colosas, no lejos de Éfeso, por haberse negado a dar culto a Artemis-Diana. Nosotros desde el siglo VIII celebramos su memoria en marzo, recordando que fue de los de la «constelación» paulina. En el cielo cuenta mucho lo de haber formado parte del «equipo» de uno de los grandes (20 marzo)
MARTÍN DUMIENSE (520-580). Muy devoto de su paisano san Martín de Tours -el que entregó la mitad de su capa a un mendigo que resultó ser el Señor- su vida queda reflejada en el epitafio que el fundador del monasterio de Dumio y obispo de Braga dejó escrito: «Nacido en Panonia (Hungría), atravesando los anchos mares y movido de impulso divino, llegué a esta tierra gallega, que me acogió en su seno. Fui consagrado en esta iglesia tuya, oh glorioso san Martín, restauré la religión y las cosas sagradas y, habiéndome esforzado en seguir tus huellas, yo, tu servidor Martín, que tengo tu nombre, pero no tus méritos, descanso aquí en la paz de Cristo» (20 marzo)

CUTBERTO (634-687). San Beda el Venerable (673-735) –benedictino también– escribió su vida en verso. Algo así como hiciera Gonzalo de Berceo con Santo Domingo o San Millán. Pastor, soldado del rey Orwin, pronto ingresó en el monasterio de Melrose. Como descollaba por su don de gentes, lo enviaron a fundar un nuevo monasterio. Y poco después lo nombraron prior. También los monjes, y más los priores, son tentados. Y a veces caen. Cayó en la tentación de retirarse a una isla cercana, a donde pronto fueron a buscarle para hacerle obispo de Lindisfarne. «Invitus», la palabra tan repetida, obedeció contra su voluntad. Durante dos años gastó muchos pares de zapatos, recorriendo la diócesis, dicen que predicando y «convirtiendo». Hasta que poco después de la Navidad del año 686 volvió a las andadas, a su añorada isla de Farna, su trampolín, para, ligero de equipaje y descalzo, saltar hacia Arriba a celebrar la Pascua del año 687. Los versos de san Beda ¡qué bien suenan! (20 marzo)
J.S.V.

miércoles, 10 de marzo de 2010 | | 0 comentarios

DOMINGO IVº - C de CUARESMA

Con este domingo pasamos el “ecuador” de la cuaresma. Es algo así como llegar al “monte del gozo” desde el que divisamos ya cercana la fiesta de la Pascua. Cercanía que estimula a urgir la preparación pero respirando gozo y alegría. Gozo y alegría provocados no solo por el “olor a Pascua” sino sobre todo porque en nuestro particular camino de conversión vamos descubriendo cada vez más la gradenza y calidad de nuestro Dios. La Palabra de Dios de hoy nos sorprenderá mostrándonos un Dios lento a la ira y rico en clemencia que se goza en perdonar hasta la mil generación.
Me atrevería a llamar a este domingo, además del “letare” o del “gozo”, como el domingo de la gran Fiesta del Perdon o del encuentro con el Dios Misericordioso.

Las lecturas del domingo son:
-Josué 5, 9-12 (Aquel año comieron los frutos de la tierra de Canaan)
-2Cor 5, 17-21 (Dios nos ha reconciliado consigo por medio de Cristo. Somos criatura nueva)
-Lucas 15, 1-32. Parábola del Hijo Pródigo.
Salmo 33: Bendeciré al Señor en todo momento. El Señor está cerca de quien lo busca.

La lectura de Josué nos recuerda la primera pascua celebrada por los hebreos finalizado el éxodo. Pasado el jordán y tomada Jericó se cumplen las promesas y se empieza la posesión de la tierra prometida. Israel ya es pueblo porque tiene una tierra propia.
Pero la liberación de Israel hecha por Yhwh va más allá de lo puramente geográfico.
De hecho el pueblo es liberado del oprobio o de la vergüenza de Egipto. El pueblo es circuncidado. Será el signo externo de pertenencia a un nuevo pueblo totalmente libre y liberado de la esclavitud de los egipcios y también liberado de sus pecados. La acción de Dios sana de raíz olvidando todos los pecados e infidelidades realizadas hasta el momento de la celebración de esta pascua que inicia la vida normal de un pueblo que a lo largo de 40 años ha podido experimentar el brazo fuerte de Dios en su favor. A las infidelidades del pueblo se opone una vez más la misericordia y magnanimidad de Dios que perdona hasta “por mil generaciones”. La misericordia de Dios es mucho “más larga” que la justicia vindicativa. Si Dios “castiga” es para enderezar y motivar y nunca para destruir.
No será facil descubrir este rostro de Dios. Pesará mucho más la idea del Dios “vengador” que la del Dios “misericordioso”.

La carta a los Corintios remacha esta idea del Dios de la misericorida y lo dice con palabras que no dejan de asombrar (me) a la vez que constatar que se las ha escuchado poco. En los evangelios suena una sentencia de Jesús que dice: “Tus pecados están perdonados”. Es una sentencia inaudita y sorprendente porque nunca añade condición alguna. El perdón es previo a toda acción “merecedora” del hombre y por lo tanto es gratuita. San Pablo se hace eco de esta “buena noticia” en esta carta diciendo: “Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados”. Ni más ni menos nos está diciendo que la “Obra de Dios” es reconciliar al mundo consigo de forma gratuita y por pura iniciativa suya, poniendo en causa nada menos que la vida de su único Hijo. Dios no ha roto nunca su voluntad de diálogo con el hombre, su voluntad de comunión y comunicación con el hombre. Y cuando éste se empeña en romper este diálogo, Dios se empeña más en “acosar” a este hombre para atraerle hacia El y que no se pierda en la nada.
El grito de Pablo, en esta ocasión, es que “nos dejemos reconciliar por Dios”, que no seamos cerriles y que abramos nuestro corazón para dejar a Dios que haga su obra de creación, de re-creación y de salvación en nosotros.
No seamos necios. Dejarnos invadir por Dios es con mucho lo mejor. Seremos creatura nueva, seremos justificados, seremos santificados, seremos “otros cristos”.
No podemos dejar pasar por alto el encargo de Dios: Ser ministros de la reconciliación. Es la gran tarea. Trabajar denodadamente por la reconciliación entre los hombres. Esto solo será posible si nos sabemos reconciliados por Dios, y desde ahí sabremos perdonar y abrir cauces para la conciliación, para la fraternidad, para la justicia.

La parábola del Padre pródigo en misericordia es el colofón de este día del PERDON.
Va dirigida a la gente de bien, que critica a Jesús que acoge a publicanos y pecadores. Es un “aviso de navegantes” que nos puede pillar de lleno a cada uno de nosotros.
Es una parábola esquisita. Dificilmente inventada por alguien que no tuviera una experiencia clara y distinta sobre el ser de Dios. Jesús nos habla de su “Padre” Dios y lo pinta magistralmente en los rasgos que marcan la personalidad del padre de la parábola. Es un padre “sorprendente” frente a unos hijos que “no se merecen tal padre”. Unos hijos vividores y desconfiados; unos hijos rompedores que solo quieren marcar distancias y afirmarse en su autonomía desenganchada absolutamente de la corriente de amor del padre que les fundamenta y les hace ser lo que son. Son unos hijos desagradecidos y por lo tanto desgraciados porque se aislan de la gracia, de la gratuidad y del amor paterno.

El hijo menor se marcha, y descubre en su vida disoluta que no hay felicidad fuera de la casa del Padre; que ha perdido todo y que no tiene nada que reclamar. Al menos tiene la hombría de reconocer que ha pecado contra el cielo y contra su padre. Y porque conoce a su padre confía en su misericordia y decide volver para que al menos lo vuelva a recibir en su casa como obrero.

La reacción del padre es insospechada. Realmente es “rompedora” porque hace añicos los criterios normales de la “buena educación”. Encontramos un conjunto de gestos –salir, otear, correr, abrazar, besar, calzar, vestir, banquetear, hacer fiesta, introducir en casa- que nos dicen que el padre es el que perdona reintegrando al que se hizo esclavo en su cualidad y dignidad de hijo, sin mérito alguno por parte del hijo. Da vida a aquel hijo que había muerto. .

El hijo mayor es símbolo del fariseismo. Es el que obedece al Padre pero por puro cumplimiento de un deber. Está dentro de la casa paterna pero como si fuera un extraño. Es incapaz de gozar de las bienhechurías de la casa e incapaz de gozar por la vuelta del hermano al que no reconoce como tal. También para él el padre tiene palabras de ternura saliendo a su encuentro y tratando de que entre en la casa reconciliado con su hermano y también con su propio padre.

¿A qué hijo de estos nos parecemos nosotros? Probablemente descubramos rasgos de los dos en cada uno de nosotros. Yo me atrevería a decir que tenemos bastante más del hermano mayor que del pequeño.
Nos resistimos a entender que el Padre es el Dios de la comunión, de la alegría, de la vida. Que nos ha dado todo lo suyo como nuestro y que por lo tanto lo mío es tuyo.
Igualmente nos resisitimos a creer que Dios es misericordioso hasta el límite de respetarnos siempre, esperar siempre, acoger siempre, abrazar siempre y reintegrar siempre a todo aquel que haya roto con Él y en algun momento decida volver a casa.

Dios es así. Nos queda el maravillarnos y el cantar sus grandezas. Responder como nuevas criaturas con espíritu circuncidado. Somos hijos a los que se nos ha hecho una gran misericordia. No tengamos miedo de volver a la casa del Padre. No tengamos miedo de celebrar la gran fiesta del perdón a la que se nos invita al final de este camino cuaresmal. No tengamos miedo de vivir la fraternidad y acojer a todos como hermanos.

Gonzalo Arnaiz Alvarez, scj.

miércoles, 3 de marzo de 2010 | | 0 comentarios

DOMINGO IIIº de Cuaresma –C

Las lecturas de este domingo son:

Éxodo 3, 1-15: Mi nombre es “Yo soy”.
1Corintios 10, 1-12 : Quien cree estar de pié, que mire no caer.
Lucas 13, 1-9 : Si no os convertís, pereceréis como ellos.
Salmo 102 : El Señor perdona todas tus culpas y tiene piedad de su Pueblo.

La Palabra de Dios hoy, nos llama a la CONVERSIÓN.
Llamada de conversión a Moisés bajo la invitación a ponerse en camino,
A los cristianos de Corinto y a los “algunos” del evangelio
Y a cada uno de nosotros.

La teofanía de la zarza ardiente.
La lectura del Éxodo proclama una experiencia nuclear de la fe de Israel. Es el momento revelador e inicial del Dios de Israel que prepara la Alianza del Sinaí. Sirve de “memorial” de una de las sucesivas “pascuas” que Dios celebra con su pueblo. Por esta lectura entramos en ambiente de “éxodo” cuyos protagonistas son YHWH y Moisés.

El principal protagonista va a ser Dios y es Él el que toma la iniciativa. Se manifiesta en una llama que arde en medio de la zarza y no quema la zarza. La zarza es la más humilde o el más pequeño de los árboles. Dios elige este lugar. No lo quema, lo ilumina y desde él llama. Dios no destruye o elimina, sino que convoca, atrae y propone. Dios es un personaje activo: entra en la historia del hombre y se preocupa por ella. No es indiferente ni apático. Dios escucha el lamento de su pueblo y decide apostar por él. Un Dios que se abaja, que escucha, se acerca y es solidario. Sale al encuentro de este pueblo para liberarlo y hacerlo salir hacia la tierra prometida. Dios es liberador o libertador.

Dios entra en la historia de los hombres convocando o eligiendo a hombres a los que pide una dedicación al servicio de los demás. En esta ocasión es Moisés el elegido por medio de la atracción de aquella zarza que arde sin consumirse. Moisés se acerca y Dios se le revela hablando con él. Dios “habla” permanentemente y desde muchas instancias. En esta ocasión habla a Moisés que escucha la voz de Dios. Un Dios que le envía a una misión “imposible”, descabellada; una locura.

Moisés escucha y acepta pero quiere garantías. Llega un momento en que exige la máxima garantía: conocer el nombre de Dios y así poder dominarlo o tenerlo como tótem del Pueblo. No es tonto Moisés. Quiere todas las seguridades de que Dios no le va a fallar y que siempre éste Dios “obedecerá” las iniciativas del “caudillo Moisés”.

Dios huye el dejarse aprisionar o manipular. Dios es el siempre libre y que deja ser libres. Dios es el que respeta, el dador de vida. Por eso su nombre es el “que es” o hace ser, o acompaña, o está a tu lado; pero es el distinto e inasequible, justamente para que tu puedas ser también distinto y libre.
Moisés es invitado a fiarse del Dios de sus padres (Abraham, Isaac y Jacob). Un Dios que ya había escrito una historia de salvación con sus padres.
Fiarse de Dios supone para Moisés ponerse en un nuevo “éxodo” o volver a dejar la tierra de Madián y meterse en el fragor de la batalla, en medio de su pueblo que sufre esclavitud. Compartiendo la vida con su pueblo, es donde Moisés podrá preparar el gran “éxodo” con su pueblo Israel. Este “Éxodo” serán 40 años por el desierto para llegar a la tierra prometida. Años de pruebas y también de consolaciones de Dios.

La lectura de San Pablo nos llama también a conversión. Es claramente un llamado a no caer en la tentación de creernos salvados o seguros en el camino de la salvación por el hecho de pertenecer a una iglesia o a una congregación o a haber hecho muchas cosas por Dios.
La seguridad no puede venirnos desde nuestras fuerzas o desde dentro de nosotros mismos. La salvación nos llega gratuitamente desde Dios, desde el Padre de nuestro Señor Jesucristo que siempre toma la iniciativa de llamarnos porque nos ama. Seguir a Jesús es el camino, y este seguimiento es fácil descubrirlo solo si se escucha la Palabra de Dios. Es un camino de cruz y por tanto sembrado de muchos percances. Es un camino por el desierto de la vida. Es necesario crecer en la Fe y fiarse permanentemente de Dios que está siempre de nuestra parte y a nuestro lado. YHWH: Está con nosotros siempre.

El Evangelio es también un llamado de Jesús a la conversión.
También Jesús rechaza una idea de un Dios comodín o un Dios vengador.
En el fondo casi siempre queremos leer las desgracias que se dan como “castigos” de Dios. Castigos para los otros, porque nosotros estamos libres de polvo y paja. Somos buenos o nos tenemos por tales, por lo que Dios nos debe respetar.
Jesús no admite este razonamiento. Ni los que mueren a manos de Pilatos, o los que mueren por el hundimiento de una torre son más o menos pecadores que los que quedan o quedamos vivos. Todos somos pecadores y podríamos decir que merecedores del castigo. Pueden sonar duras estas palabras y hasta nos pueden escandalizar. Jesús, que habla claro y sin rodeos, nos sitúa ante nuestra realidad pecadora. Pecamos tantas veces de pensamiento, de palabra, de obra y de omisión; sobre todo de omisión. Y es bueno reconocerlo y no buscar justificaciones “tontas”.

Pero Dios no castiga. Además es paciente y espera. Brinda siempre la ocasión para la conversión y el encuentro. Dios espera siempre que demos frutos de vida. La parábola de la higuera es muy elocuente. El viñador está preocupado por el árbol y va a intentar mimarlo a tope para ver si puede arrancar de él frutos. Ese viñador es papá Dios que se fija en nosotros y desea que demos frutos de vida eterna. Dios Abba nos hablará al oído, nos mimará, nos cuidará, nos podará (por medio de cada acontecimiento de nuestra vida) para que demos fruto: frutos de amor siguiendo los pasos del gran Libertador que es Jesús.

Justamente este tiempo es tiempo de conversión para dejar a Dios ser Dios.
Que sea el Señor el que guíe nuestra vida.
Aprender de Él, el camino que lleva a la vida: Mirar al oprimido y al pecador no lanzando sobre ellos nuestro juicio sino nuestra ternura y la misma urgencia paciente con la cual nosotros, también injustos, somos visitados por Aquel que tiene el poder de quitar y dar la vida. Tener el oído abierto para oír los clamores de nuestro pueblo que gritan o piden “justicia” porque están oprimidos por leyes que les excluyen de nuestras fronteras y por prejuicios nuestros que evitan en nosotros procesos de comunión y de integración. No olvidemos que el ayuno agradable al Señor es “romper los cerrojos”.

Gonzalo Arnaiz Álvarez, scj.