jueves, 28 de enero de 2010 | | 0 comentarios

DOMINGO IV ordinario C

“Jesús habla claro”: Sería el eslogan de campaña promocional para presentar al candidato “Jesús” como el Ungido del Señor. Y es que desde los primeros compases de su vida pública, en su encuentro con sus paisanos Jesús no da pié, ni por segundos, a que se llevaran un chasco por haberse imaginado un gran porvenir por ser del pueblo “natal” del Mesías. Los convecinos de Jesús, familiares incluidos, esperaban un mesías como “Dios manda”; o sea, distinto al que Dios tiene planificado. Esperaban un mesías campeón que restaurase el poder nacional de Israel. Algo bueno les tocaría a ellos, si uno de su pueblo llegaba a ser rey. En medio de tal expectación aparece Jesús en la reunión de la sinagoga y hace su presentación ( Lucas 4, 21-30). Son las primeras palabras de Jesús en público y en medio del pueblo. Por lo tanto son bien importantes para los oyentes (y también para los lectores del Evangelio) puesto que deberán sonar como “primicias” y como programa o plan de acción del ponente.
Jesús sorprende primero con la lectura escogida y tal como la ha leído. Se ha atrevido a “filtrar” al profeta y cortar determinadas afirmaciones de Isaías. Lee las palabras que traen o suenan a buena noticia y no lee las que hablan de “desquite” o “castigo”. Proclama el “año de Gracia” olvidando lo que de aniquilación afirmaba Isaías. Esto es lo que primero asombra y extraña a los oyentes. No deja de ser un atrevimiento por parte de Jesús el corregir al profeta. Y solo habla de perdón y gracia para los cojos, ciegos, sordos… y pobres. Jesús habla de una buena noticia de “Gracia” para aquellos que acojan la Palabra de Dios. No pone condiciones previas a su oferta. Es oferta gratuita de Gracia. No puede ser de otra forma.
Jesús sorprende, en segundo lugar, por que afirma que HOY se cumple el anuncio profético. Ni más ni menos está afirmando que los tiempos mesiánicos han llegado ya y que Él es el Ungido de Dios. No anda con tapujos y les declara sencillamente su vivencia vocacional y como se siente después de lo acontecido en su bautismo.
Tiene pocas credenciales Jesús para decir eso. Y, mejor que pocas, hay que decir ninguna. Es paisano bien conocido de todos, el hijo de José. No tiene ningún atributo de estirpe sacerdotal y vive de carpintero desde siempre. Esto es lo que también asombra y extraña a los oyentes. ¿Qué pruebas tenía para afirmar eso?
Para “arreglar las cosas”; Jesús sigue sorprendiendo porque continúa hablando removiendo cada vez más el avispero. No les dice que no se ha explicado bien, sino que les dice que tienen que cambiar de mentalidad. Que el Dios de Israel ya hacía tiempo que había saltado las fronteras étnicas y geográficas de Israel para hacer ver que su salvación (su actuación) llegaba más allá de los límites impuestos por los poderes políticos. El Dios de Israel se había puesto del lado de Amán el Sirio y de la Viuda de Sarepta. Dios no tiene fronteras y su Salvación llega a todos los hombres. El Reino de Dios y su Gracia es para todos los hombres; es universal; Nadie está excluido de él; todos son “amigos de Dios”. (Recordad que el evangelio está escrito para “Teófilo”; todos somos teófilos: amigos de Dios). Esta es la tercera propuesta de Jesús, que hace que los “oyentes se salgan de sus casillas”. Y es que perciben que Jesús les está cuestionando a fondo su actuación y sus esquemas de vida. Les está diciendo no solo que la salvación es universal, sino que, además, no tienen ningún privilegio ante Dios por ser “judíos” o “hijos de Abraham”. Ellos nos son “primeros” y los paganos los “segundos” sino que hasta es posible que como en los tiempos de Elías fueran merecedores de la atención de Dios los paganos o extranjeros, mucho más que ellos aunque estuvieran circuncidados.
Además, a este Dios ni se le compra ni se vende. No hay que afanarse en cumplir las leyes bien pormenorizadas por los escribas, sino que se nos da “de balde” y por adelantado. El Amor de Dios ( su Gracia) nos precede siempre. Amor que precede.

El mensaje de Jesús, está claro desde el principio. La llamada a la conversión y el afirmar que Dios es gratuito y para todos desde su Gracia y Misericordia; y que el Reino de Dios no tiene fronteras y alcanza al mundo entero. Estas cosas corrigen la perspectiva de la fe del pueblo centrada en la alianza, la estirpe y la tierra heredada. No están dispuestos a cambiar por las palabras dichas por su paisano Jesús, y para que no siga estorbando lo mejor es cortar por lo sano y despeñarlo del monte abajo.
Como veis, casi es el resumen del Evangelio de Jesús que encierra toda la tensión que Jesús va a vivir a partir de ahora en medio de su pueblo hasta que finalmente llegue a la cruz. “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”.

¿Hacemos el salto al HOY de Dios en este nuestro tiempo?
No ha mucho tiempo se decía que “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Tantas veces a lo largo de la historia hemos pretendido poner “puertas” al Espíritu y le hemos pretendido delimitar su campo de acción. Y olvidamos que el Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere.
Ahora que hemos terminado el octavario por la unidad de los cristianos nos podemos preguntar cómo miramos a los “hermanos separados”. Podemos seguir con la actitud de mirar a los otros “por encima del hombro” y pedirles que lo que tienen que hacer es volver a “nuestro redil”. Y quizás también a nuestra Iglesia se le debe pedir que dé pasos adelante en búsqueda de la comunión.
Lo mismo podemos pedir a los distintos movimientos o grupos o facciones que se dan dentro de la misma Iglesia. Y de igual modo a los que en la Iglesia detentan cargos en los que se ha recibido el Espíritu para el servicio de la comunidad y tantas veces usan de ese Espíritu como si lo tuvieran en exclusiva o como si lo pudieran controlar según su voluntad.

Pregunta más candente, podría ser: ¿Nos sentimos enviados para anunciar la buena noticia a los pobres…? ¿Somos nosotros pobres? El evangelista Lucas pretenderá responder a estas preguntas a lo largo de su evangelio. Basta decir ahora que el evangelista tiene en su punta de mira el “tener o poseer” para indicarnos como “ser” seguidores de Jesús. Seguiremos su desarrollo con el discurrir de los domingos.

Una última pregunta: ¿Dios es gratuito o GRACIA? ¿Dios es AMOR? La definición de Amor y de Gratuidad la tenemos hoy magníficamente plasmada en el himno al AMOR de San Pablo a los Corintios (13, 1-13). Aunque parezca mentira, aceptar que Dios con nosotros es así -puro Don, pura Gracia, pura Fidelidad- es lo que más nos cuesta. Nos encantaría tener un Dios al que se le puede comprar. Haríamos (hacemos) cantidad de cosas para hacerlo favorable a nosotros. Hasta “nos dejaríamos quemar vivos”. Pues no hace falta hacer nada para atraernos el Amor de Dios. Lo tenemos gratis.
Que el Amor de Dios sea así, nos lleva a decir que también nosotros podemos funcionar así con nuestros hermanos. Vivir nuestra vida en gratuidad como servicio y entrega a los demás.
La síntesis de este amor: JESUCRISTO.

Gonzalo Arnaiz Alvarez, scj.

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SANTORAL DEL 24 al 31 ENERO
FRANCISCO DE SALES (1567-1622). Obispo de Ginebra, sus escritos sencillos –por ejemplo su «Introducción a la vida devota»– le convirtieron entonces en pionero de un nuevo modelo de vida cristiana: «Causó sensación cuando dijo que la santidad no era patrimonio de los conventos y que era compatible con todos los oficios». Y ahora en patrono de los periodistas, para que –como él– sepan valorar más lo positivo que lo negativo. «Las catástrofes y las desgracias se han convertido en algo cotidiano, obsesionante. ¿Por qué no abrir los ojos también a lo hermoso y a lo bueno que hay en el mundo?» (24 enero)

PAOLA GAMBARA COSTA (1463-1515). Ahora se habla de violencia doméstica y los telediarios diariamente actualizan las estadísticas. Paola supo bien lo que era y devolvió bien por mal a raudales. Hermosa, la casaron recién cumplidos los doce años. La figlia dei nobili Giampaolo Gambara e Caterina Bevilacqua probablemente no oyó nunca la palabra «megalopsichía» pero la practicó. Contó con un ángel de la guarda, que vestía el hábito de San Francisco, Angelo Chivasso. Marido cruel y descarado: «Ludovico non solo ha un’amante, ma un giorno gliela fa trovare in casa, installata lì». En Verolanuova se decía y sigue diciendo: «è stata provata come la beata Paola». «Donde haya ofensa, ponga yo perdón…». La oración de san Francisco hecha vida (24 enero)

FELIX O’DUBHLAINE (+ 1202). «Félix es uno de los nombres más comunes en la hagiología cristiana. Aquí sólo señalamos los más conocidos», escribe Dom Beda Millard en el «Gran diccionario ilustrado de los santos», antes de anotar 82. Todos los meses del año hay varios Félix a disposición de los fieles cristianos. ¿Para recordarnos que hemos de ser felices? Feliz fue el buen cisterciense irlandés Félix y rezumó felicidad durante los 24 años que como obispo hizo de buen pastor en Ossory (24 enero)

PABLO, CONVERSIÓN DE (s. I). A lo largo del año solemos hacer memoria de los santos el día de su nacimiento a la Vida. De san Pablo también recordamos el día de su conversión. Así la cuenta el libro de los Hechos de los apóstoles (Hech 9, 1-20):
Saulo, que seguía amenazando de muerte a los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, con el fin de llevar encadenados a Jerusalén a cuantos seguidores de este camino, hombres o mujeres, encontrara. Cuando estaba ya cerca de Damasco, de repente lo envolvió un resplandor del cielo, cayó a tierra y oyó una voz que decía:
– Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?
Saulo preguntó:
– ¿Quién eres, Señor?
La voz respondió:
–Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que debes hacer.
Los hombres que lo acompañaban se detuvieron atónitos; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, pero, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada; así que lo llevaron de la mano y lo introdujeron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver y sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión:
– ¡Ananías!
Él respondió:
– Aquí me tienes, Señor.
Y el Señor le dijo:
– Levántate, vete a la calle Recta, y busca en la casa de Judas a un tal Saulo de Tarso. Está allí orando, y ha visto a un hombre llamado Ananías, que entra y le impone las manos para devolverle la vista.
Ananías respondió:
– Señor, he oído a muchos hablar del daño que ese hombre ha hecho en Jerusalén a los que creen en ti; y aquí está con poderes de los jefes de los sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre.
Pero el Señor le dijo:
– Vete, porque éste es un instrumento elegido para llevar mi nombre a todas las naciones, a sus gobernantes, y al pueblo de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.
Ananías fue, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo:
– Saulo, hermano, Jesús, el Señor, el que se te ha aparecido cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.
En el acto se le cayeron de los ojos una especie de escamas y recuperó la vista, y a continuación fue bautizado. Después tomó alimento y recobró las fuerzas.
Después de pasar algunos días con los discípulos que había en Damasco, Pablo empezó a predicar en las sinagogas, proclamando que Jesús es el Hijo de Dios (25 enero)

ANANÍAS (s. I). Bautizó a san Pablo y, según la tradición, evangelizó Damasco, Eleuterópolis y otras ciudades de aquellas latitudes. Finalmente fue martirizado. Somos muchos los cristianos de segunda o de tercera que tenemos gran devoción a ese pequeño instrumento de la gracia de Dios. Y estamos muy contentos de poder celebrar su memoria el mismo día de la conversión de Pablo de Tarso. Nos resulta fácil imaginar la atención con que el bautizador escucharía la predicación de su bautizado, y la devoción con que leería las profundas cartas que Pablo escribió a los tesalonicenses, a los gálatas, a los filipenses, a los corintios, a los romanos y a Filemón. Y cómo a veces le diría: «Pablo, hijo, explícame eso que escribes que no acabo de entenderlo bien». Como hacen los buenos maestros con sus discípulos aventajados (25 enero)

ENRIQUE SUSO (1295-1366). Con Eckart, Taulero y Ruysbroek, forma el gran cuarteto de insignes místicos centroeuropeos. Nacido en Bilhmeyer, a los 13 años entró en los dominicos de Constanza. Discípulo aprovechado de Eckhart, también él tuvo que dar explicaciones en 1327 a quienes ponían puntos sobre las íes. Escribió el «Libro de la verdad» y «El libro de la sabiduría eterna». Cuentan que los últimos años, alejado de Costanza por falsas calumnias, los pasó en Ulm, que tenía entonces la torre más alta del mundo: 161 metros. Todo un símbolo, la torre. Y una lección saber que se dieron, se dan y se darán «acusaciones falsas, hechas maliciosamente para causar daño» en este valle de lágrimas. Y que no hay que perder la esperanza, ni la sonrisa (25 enero)

TIMOTEO y TITO (s. I). Obispos de Éfeso y de Creta, sí. Pero antes y sobre todo compañeros del alma de Pablo de Tarso. Le querían, les quería. 3 cartas conservamos del Apóstol de los gentiles a ellos, y por ellos a nosotros. Qué cosas le decía a Timoteo: «He sabido de tu fe sincera, esa fe que tuvieron primero tu abuela Loida y tu madre Eunice y que, estoy seguro, tienes tú». ¡Así se escribe a un obispo! Para que «avives el fuego de la gracia de Dios que recibiste cuando te impuse las manos». Y, un gran consejo, «no tengas miedo, Timoteo» (26 enero)

PAULA (347-404). De Roma, porque en Roma nació de familia aristocrática. Pero también podría ser llamada «de Belén», porque allí vivió veinte años de su vida. Supo aunar a la perfección ser Marta y María. A los quince años se casó con Tosocio, noble romano. Tuvieron 5 hijos: Blesila, Paulina, Eustoquio, Rufina y el pequeño, llamado como su padre. Viuda a los 32, convierte su noble morada romana en lugar de encuentro de los cristianos. En el año 382, san Jerónimo que había venido del Oriente con dos obispos, participó en uno de los encuentros. Al año siguiente con santa Eustoquio marcha a Tierra Santa. Abre en Belén una hospedería para peregrinos y funda dos monasterios. Durante veinte años dirigió la comunidad femenina. San Jerónimo, a cuyo socaire madre e hija vivieron tantos años, entre traducción y traducción de la Biblia, encontró tiempo para escribir su Vida. Sorprendente biografía (26 enero)

ALBERICO (+ 1109). Gran acierto el de Raymond al titular la biografía de los fundadores del Císter «Tres monjes rebeldes» (Roberto, Alberico y Esteban). Rebeldes a la vulgaridad. Sus andanzas nos ayudan a descubrir que el «Citius, Altius, Fortius» olímpico refleja a la perfección el ideal de la vida cristiana. Por algo confesaba el obispo de Troyes al visitar el monasterio que «con frecuencia había oído recitar los salmos, pero aquella era la primera vez que los oía rezar». ¡Qué humanidad la del abad Alberico describiéndose a sí mismo como «un hombre de edad media, estatura media, talento medio y virtud media» y diciendo su prior Esteban que «tal vez estuviese diciendo una verdad también a medias». ¡Qué cara la que puso Esteban Harding ya abad al abrir las puertas de Citeaux a Bernardo y sus treinta compañeros que venían a quedarse! Que no, no faltan vocaciones. Lo que falta es Luz y Vida en el hogar de muchos institutos religiosos (26 enero)

ANGELA DE MERICI (1474-1524). De familia campesina, huérfana a los 15 años, fundó la Compañía de Santa Úrsula –«la primera orden femenina de enseñanza surgida en la Iglesia»–. Creía en Dios y creía a Dios. Parece que sabía suficiente latín como para no olvidar aquello de «Distingue tempora et concordabis jura». Tan inteligente que (sin conocer la palabra «inculturación» ni lo de «yo y mis circunstancias») quiso que la Regla de la Compañía –impresa después de su muerte– fuera siempre susceptible de nuevas adaptaciones a las condiciones de los lugares y las épocas (27 enero)

DEVOTA (+ 303). Devoto (del latín devotus, consagrado, dedicado): Dedicado con fervor a obra de piedad y religión. Devoción (del latín devotio): Amor, veneración y fervor religioso. Le cuadra bien la palabra a la joven de Quercio, Córcega. Decidió votare (entregar) la propia vida al servicio total de Dios, del Dios de los cristianos. Pero los «demócratas» de su tiempo dijeron que no, que aquello iba en contra del Imperio. La encarcelaron, la torturaron, muriendo en pleno enero del 303. Cuentan que el gobernador mandó quemar su cuerpo, por higiene social, claro, pero algunos cristianos lo salvaron de las llamas y lo depositaron en una barca, que empujada por el espíritu arribó a Les Gaumates, actual Principado de Mónaco. Unos pecadores lo encontraron sobre una mata de flores, impropias de aquella estación. No estaría mal que los que recorren la alfombra roja decidieran acercarse a la ermita levantada en su honor, cabe el puerto monegasco. Para ganar alguna indulgencia, que falta les hace; para afinar en el amor, sobre todo (27 enero)

ENRIQUE DE OSSÓ i CERVELLÓ (1840-1896). Lo cuenta él mismo: Mi madre quería que leyese libros buenos. Yo lloraba a lágrima viva leyéndolos. A mi madre, tan buena, sólo la contradecía cuando me insistía una y otra vez diciéndome: «Pues ¿qué quieres ser?». «Quiero ser maestro». ¡Cómo lo recuerdo ahora! Siempre le decía lo mismo. Y lo recordé muchas veces después de morir mi madre. Yo tenía 13 años, y sabía que me quería a mí más que a todos, sin duda por ser el más pequeño. Lloré mucho porque no podía soportar verme sin ella. Desde entonces comencé a pensar en ser sacerdote. Ahora estoy seguro de que fue gracias a mi madre. A ella se lo debo todo después de a Dios (27 enero)

TOMÁS DE AQUINO (1225-1274). Patrono de los teólogos y de los estudiantes. Quizá porque prefería pensar más que hablar. Supo reformular la teología cristiana con la metodología del pensamiento griego. Su «Suma teológica» ha sido durante siglos el libro básico de la teología católica. Y aún hoy sigue siendo un libro que enriquece a quien lo asimila, a quien lo lee, a quien lo estudia. ¡Hay tanto pobre en el mundo, Señor! (28 enero)

JULIÁN (1127-1208). La letanía de santos llamados Julián es larga: Julián de Anazarbo, Julián de Apamea, Julián de Brioude, Julián de Cagliari, Julián de Cesarea, Julián de Cuenca, Julián de Le Mans, Julián de Lion, Julián de Perugia, Julián de Sora, Julián de Toledo … ¿No será para compensar el mal recuerdo de Juliano el apóstata? El de Cuenca nació en Burgos, lo nombraron obispo de Conca Valeria-que así se llamaba Cuenca in illo tempore-, cuando Alfonso IX la reconquistó de los moros. Pese a quien pese, eso: de los moros. Cuentan que después de cumplir con su ministerio diario, dedicaba todo el tiempo libre a trabajos manuales para ganar dinero. Dinero que era para los pobres. Los de Cuenca lo saben. Por esto le tienen por patrono de la diócesis. Para que el nombre de Cuenca no sólo suene a semana de música religiosa (28 enero)

BARTOLOMÉ AIUTAMICRISTO (+ 1224). No es que se hiciera camaldulense porque temiera que la torre de su pueblo se viniera abajo. En realidad durante su vida la torre de Pisa sólo tenía tres de los seis pisos actuales. Ni porque temiera que la ira de Dios se le viniera encima, sino porque oyó decir que los monjes fundados por San Romualdo sonreían siempre. No se hizo sacerdote porque pensase que él nunca aprendería a predicar. El Hermano Bartolomé del monasterio de San Frediano hablaba poco, pero suspiraba mucho «Cristo ayúdame». Una traducción libre del «Kyrie eleison». Y con ese sobrenombre ha pasado a la historia (28 enero)

AFRAATE (+ 378). Educado por los persas, le dio por seguir las huellas de los Magos y fue a Belén, donde se convirtió. Vivió mucho tiempo en Edesa, como anacoreta, en una choza, fuera de las murallas. Viendo los estragos de los arrianos en Antioquía de Siria, la actual Turquía, cerró la choza y se marchó a la ciudad donde como un nuevo David no lanzó piedras de su zurrón sino verdades de a puño. Cuando se lo dijeron a Valente el emperador, que subvencionaba ampliamente a los arrianos, no salía de su asombro. Murió sin que le condecoraran, claro. Pero, como aquel barrendero al que le pregunté si no se desanimaba en otoño con tantas hojas caídas un día y otro y contestó que las que él recogía recogidas quedaban, seguro pensaba que los que desarrianaba desarrianados quedaban (29 enero)

GILDAS DE RHUYS (+ 570). «Cognomento Sapientis». Nació a orillas del Clyde, en Gran Bretaña, de una familia principesca. Confiaron su educación al abad San Iltud, teniendo como condiscípulos a los santos celtas Sansón y Leonorio. Ordenado sacerdote misionó el sur de la isla. Llamado por santa Brígida de Kildare, pasó a Irlanda, convirtiéndose en un nuevo San Patricio. Su tendencia a la soledad le llevó a la isla de Houat, en pleno Océano. Pero los pescadores no tardaron en descubrirle y se vio rodeado de una multitud de discípulos para los que fundó un monasterio en la península de Rhuys. Consiguió, sin embargo, morir en su amada isla de Houat, con el infinito horizonte horizontal del océano y el más infinito vertical horizonte del cielo. Otra vez la constelación de santos me hace sospechar a mi alrededor (29 enero)

AQUILINO (+ 650). Nació en Würzburg de familia noble, a la que ennobleció más haciéndose católico. Sin otras miras que no ser un cristiano vulgar, estudió teología en Colonia. Le vieron tan preparado que le obligaron a ser sacerdote. ¡Cómo predicaba! Tan bien que quisieron hacerle obispo. Para evitarlo huyó a París, donde practicó la teología cuidando enfermos de cólera. Le vieron los parisinos tan buen pastor que también quisieron que fuera su obispo. Para evitarlo huyó a Pavía, donde puso tan nerviosos a los arrianos y a los cátaros con sus argumentos que, una noche al llegar a Milán, para defender su verdad, la de los cátaros, limpiamente le acuchillaron. Fugitivo san Aquilino, ruega por nosotros para que seamos tan nobles que incluso, si hace falta, seamos capaces de huir (29 enero)

MANUEL DOMINGO Y SOL (1836-1909). Sacerdote en 1860, ejerció el apostolado en diversas parroquias y en la enseñanza de la religión en Tortosa. Confesor de religiosas, contribuyó a la fundación de varios conventos. El conocimiento de la difícil vida de algunos seminaristas le abrió el camino a su apostolado más peculiar: «Entre todas las obras de celo no hay ninguna tan grande y de tanta gloria de Dios como contribuir a dar muchos y buenos sacerdotes a la Iglesia». Así fundó el Colegio de Vocaciones, de San José, de Tortosa, siguiéndole otros 8 colegios, que marcan un nuevo rumbo en la formación sacerdotal. Culminando con el Pontificio Colegio Español, de San José, de Roma. Toda esta labor hizo que los obispos encomendaran al Beato la dirección de 18 seminarios diocesanos. Para perpetuar y consolidar estos apostolados funda la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Decía: «El Señor me ha hecho gustar, y en abundancia, de todos los consuelos y sinsabores de los varios campos del ministerio sacerdotal: cura de almas, enseñanza, monjas, asociaciones y últimamente fomentador de vocaciones eclesiásticas, y de todo, esto último es lo que forma y formará mi gozo y mi corona». Se hizo célebre aquella frase: «No sabemos si estamos destinados a ser un río rápido que haga florecer a sus orillas jardines amenos, o si hemos de parecernos a la gota de rocío que envía Dios en el desierto a la planta desconocida; pero más brillante o más humilde nuestra vocación es cierta: no estamos destinados a salvarnos solos». Hombre bueno, perito en el arte de amar, al caer la tarde del 25 de enero de 1909 le examinaron en el amor. Con buena nota. Pablo VI lo llamó «el santo apóstol de las vocaciones sacerdotales». Juan Pablo II lo beatificó el 29 de marzo de 1987 (29 enero)

LESMES (+ 1097). Parece que Lesmes y Burgos «convertuntur» (son sinónimos). Mucho veneran a su patrón en Burgos, pero de existir entonces el DNI constaría que Adedelmo era un francés de la France. Nació en Laudun (Poitou), se hizo soldado. Peregrinó a Roma (en aquellos tiempo peregrinar era una manera de abrir el oído a la voluntad de Dios). Allí se encontró con san Roberto, que había fundado el monasterio de La Chaise-Dieu, el cual le convenció para se hiciese monje. Monje, y abad fue con el tiempo. Hasta que la reina Constanza de Borgoña, esposa de Alfonso VI, oyó hablar muy bien de Adedelmo, y a Burgos le vinieron. Fundó el monasterio benedictino de San Juan Evangelista, y allí se dedicó a atender a las necesidades de los peregrinos de Santiago, quizá recordando los lejanos tiempos en que él también peregrinaba, y al cuidado de los enfermos. «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber, forastero y te alojamos...» (30 enero)

BATILDE (+ 680). Jovencita inglesa, vendida como esclava a Erchinoaldo, dignatario de la corte de Neustria, viudo, que quiso casarse con ella. Lista como el hambre, le dijo que no. Así pudo casarse con Clodoveo II. Tuvieron tres hijos, futuros reyes sucesivamente: Clotario III, Teodorico y Childerico II. Al morir su marido en el año 657 se convirtió en Regente, del mayor. Obras de caridad, nuevos monasterios, lucha contra la simonía y contra la esclavitud (sabía de qué se trataba). Tuvo un buen consejero en san Genesio, todo hay que decirlo. Cuando Clotario III alcanzó la mayoría de edad, para no estorbar, prudentemente, se retiró al monasterio de Chelles que ella se había encargado de restaurar, donde trató de vivir como una monja más. Allí la enterraron, junto a su hijo Clotario III, que la esperaba desde el año 670, no lejos de san Genesio, que le dio por morirse estando allí el año 679 (30 enero)

PABLO HO HYOB (+ 1840). Algunos dicen que querer ir al cielo, sí, pero ser santos, no. Porque ser santo supone una perfección monolítica que no. Se equivocan. Dios sabe bien de qué pasta estamos hechos. Ir para santo sólo es pasar del imperfecto pasado al futuro perfecto por la gracias de Dios. Como el soldado coreano Ho Hyob. Le arrestaron por ser cristiano, le torturaron, flaqueó diciendo que se borraba, arrepentido se repuso y aunque le molieron a palos murió diciendo: Tu rex gloriae, Christe (30 enero)

sábado, 16 de enero de 2010 | | 0 comentarios

I

FIN DEL VERANO DE 1989

1. Atardecer

El sol acaba de hundirse. Con él se va yendo de a poco la luz del atardecer de un día de viento sur.
Anoche llovió fuerte y hoy el nublado se fue abo­rregando, camino del norte, dejando de vez en cuando un trozo azul de cielo que se convierte en charco de luz sobre los pastos.
Ahora el cielo está prácticamente despejado y un cuarto de luna en preñez está ya a medio camino en la noche que empieza.
Los teros[1] se pasan el alerta de un punto a otro de los campos en sombra. Cuando la visión se achica, la palabra se agranda en intensidad y se concentra en contenido hasta hacerse mensaje, consigna, anuncio.
Lo cierto es que en este paso entre el día y la noche, la visión se reduce casi exclusivamente al cie­lo. La tierra está en sombras. De ella sólo nos llegan las voces de alerta. Presencias vivas que han quedado reducidas a mensajes. Lejano, palpita un tractor que está arando un potrero[2] apartado. De vez en cuando, al girar sobre sí mismo en la punta de la melga[3] sus ojos de luz brillan por un instante en la línea del horizonte, como si una estrella se hubiera detenido sobre los pastos. En la ruta distante, los autos y ca­miones han comprimido su presencia a un simple con­junto de puntos luminosos que parecen trasladarse lentamente en correcta fila.
He venido a la ermita por tres días para prepararme a las exigencias y celebraciones de la semana santa. Necesito la soledad como punto de apoyo para la intensa comunión de los días próximos. Tal vez diría que necesito encontrarme con Dios a fin de no de­fraudar a mis hermanos.
Esta tarde leí lentamente el evangelio de san Juan hasta llegar al lavatorio de los pies. Celebré enseguida la misa en soledad, antes de cenar, viendo caer el sol por detrás de una fila de eucaliptos lejanos.
El viento se ha detenido también en alguna parte. Algo está por pasar. Se lo presiente con la intensidad que genera esta espera. Tal vez sea simplemente el paso del día a la noche.
No se trata de una ruptura, sino de una transición. Y sin embargo algo muere y algo nace dentro de una realidad que permanece. Muchas cosas serán total­mente distintas. Ciertos sentidos perderán su objeto, y otros comenzarán a tener toda su importancia. Diría que todo lo vivido durante el día nos ha ido preparando para participar en plenitud de esto que ahora empieza. Para quien no ha vivido el día, no existe la noche. Es la partida de la luz del sol la que nos entrega la visión de las estrellas. Sin recuerdo no hay esperanza. La ansiedad es simplemente el revés de la nostalgia. Quizá por eso, la pregunta sobre el futuro no sea:
—¿Habrá vida en el más allá? Por el momento la única verdadera pregunta respecto al futuro es:
—¿Hay vida en el ahora? Esto que vivo ¿vale la pena? ¿Es verdadera vida?
Al que ha vivido intensamente el día, la noche lo encuentra lleno de luz. Y en ella, de todos los re­cuerdos, que ya no están más como objetos fuera de uno mismo, sino que se los trae formando parte del propio ser. Nos llevamos noche adentro todo lo que hemos dado y amado en el día. Sólo se nos arrebatan las cosas a las que nos apegamos y no queremos entregar.


2. Bettina

He venido a la ermita dejando todo. A propósito no he traído ningún libro. Me bastará para estos días con el evangelio de san Juan en un pequeño y desarmado ejemplar que hay aquí.
Y sin embargo, en este atardecer me siento profundamente unido a dos amigos a quienes visité ayer en la clínica.
Uno es Olegario Linares, viviendo la agonía terminal de su cáncer.
El otro es Bettina, una joven embarazada a quien ya se le ha cumplido su tiempo de espera, con un parto que se retrasa.
Muy de veras me acompaña este misterio. El de los dos. Y no quiero espantarlo. Se parece tanto a este crepúsculo entre el día y la noche, entre el sol que se despide y la luna en creciente que irá trepando la noche…
El año pasado preparé a Bettina y a su novio para el casamiento. Allí hablamos de la vida. Había que entregar lo propio, dejando que muriera lo individual, para llegar a ser plenamente uno mismo al compartirlo con el otro. De la entrega de la vida nacería la vida.
Y ahora, la luna llena de su vientre maternal en­cierra una vida que está llegando al ineludible paso hacia la luz. La imagen de esta joven embarazada caminando lentamente por el pasillo superior, por en­tre las piezas[4] donde se sufre, se nace y se agoniza, me parece tan similar a lo que estoy viviendo en esta soledad... También aquí algo agoniza y algo busca nacer. Es un paso. Y sin embargo es también la muerte de un día.
El pequeño que está en el seno de Betuna presiente que algo va a terminar. Durante nueve meses fue creciendo para la vida. Su cuerpito se fue formando, miembro a miembro, sangre a sangre, en una íntima comunión de la que recibió todo lo que colmaba sus necesidades y constituía su mundo. Y ahora constata que esos lazos se van deshaciendo uno a uno. Pre­siente una ruptura. Nada sabe aún del mundo que lo espera más allá de los límites del seno materno.
¡Si supiera la alegría con que se lo espera! ¡La ansiedad por su tardanza! ¡Los temores que se disi­parán con su llegada! Pero todo eso es aún para él un mundo misterioso y desconocido. A pesar de que está en medio de ese mundo familiar, él nada sabe. Su ojo no vio, su oído no oyó, ni aún subió a su pequeño corazón todo lo que se tiene preparado para los que se ama.
Por el momento su experiencia se estrecha en el presentimiento de un final. A la angustia de una par­tida. Las contracciones de este mundo que habita y que ya parece no poder retenerlo le preanuncian que tendrá que abandonarlo. Y con él tendrá que abandonar todas sus seguridades. Allí no había hambre, ni sed, ni clases sociales, ni obligaciones, ni envidias. ¡Si hasta el oxígeno le era entregado, sin necesidad de respirarlo! Y todo esto sucede ahora: ¡justo cuando estaba llegando a la plenitud!

M. Menapace, El paso y la espera, 1-2
[1]. Ave que rarísimamente anda en bandadas. Cada yunta, o casal, tiene una especie de territorio, que defiende de todo intruso. Pero son solidarios en ayudarse a espantar las aves rapaces que consideran enemigas.

[2] . Parcela de campo cercada de alambrado para el pastaje del ganado o bien para sembrar dentro de su perímetro.

[3] . Faja de terreno.

[4] Habitaciones.

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SANTORAL DE LA SEMANA
ANTONIO (251-356). Los cristianos comenzaban a instalarse en el mundo y él se fue al desierto para ser libre. Pero allí no pudo dejar de luchar contra el mal, porque no hay libertad sin lucha. Y cuando parecía haberlo conseguido, su desierto se llenó de discípulos que buscaban un maestro en su camino. Porque alguien siglos después lo pintó con un cerdito a sus pies, se convirtió en patrón de los animales (17 enero)

JENARO SÁNCHEZ DELGADO (1886-1927). Nacido en Zapopan, Jalisco, coadjutor de Tamazulita, parroquia de Tecolotlán, diócesis de Autlán. Los fieles admiraban su rectitud, su fervor, la elocuencia de su predicación, y aceptaban gustosos la energía del Padre Jenaro cuando les exigía la buena preparación para recibir los sacramentos. Cuando iba a cumplir 41 años predicó el mejor sermón de su vida y el más breve, sólo 21 palabras, ante los soldados y agraristas que le habían llevado al pie de un árbol en una loma cercana a Tecolotlán: «Bueno, paisanos, me van a colgar; yo les perdono, que mi Padre Dios también les perdone y siempre viva Cristo Rey» (17 enero)

MARGARITA DE HUNGRÍA (1252-1270). Bela IV, rey de Hungría, no sólo fue derrotado por los mongoles en la batalla de Muhi (1241), sino también por su hija Margarita, empeñada en construir un monasterio femenino para dominicas en una isla del Danubio. Con el tiempo, dominica se hizo la hija de Bela IV. Y cuentan que su padre, satisfecho de aquella derrota, iba a visitarla contento de verla tan alegre. Hasta el año 1270 en que los dos subieron al cielo rezando el rosario (18 enero)

FELICIDAD, MÓNICA, CARLOTA y VICTORIA (1794). Cuatro cristianas francesas: Felicidad Pricet, Mónica Pichery, Carlota Lucas y Victoria Gusteau, fusiladas cerca de Angers por odio a la fe cristiana en nombre de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Así se escribe la historia cuando olvidamos que todos somos hijos de Dios (18 enero)

MACARIOs (+ 390 + 408). Decir concentración parcelaria no queda bien hablando de santos, aunque los dos vivieron en el campo. La frase exacta sería concentración hagiomacárica: de los santos felices, los Macarios. Porque desde el aggiornamento del martirologio a Macario el Grande y a Macario el Joven les recordamos el mismo día. Al primero le llamaron también «el viejo» o de Egipto, para distinguirle de «el joven» o «el alejandrino». Diferentes por la edad, aunque no mucho, porque el alejandrino sólo le sobrevivió 18 años. De joven, Macario el viejo fue camellero transportador de salitre. El joven, comerciante de fruta. Macario I convivió con San Antonio abad largo tiempo. Aprendió mucho del patriarca de los monjes, convirtiéndose a su vez en «padre espiritual» de muchos eremitas. Para atenderles mejor espiritualmente le ordenaron sacerdote. Celebraba la eucaristía para los millares de cristianos que vivían separados del mundo. Aunque más adelante les convenció para que vivieran formando una colonia monástica. Conocía bien los peligros de la soledad. Un tal Lucio, arriano de pro, usurpador del patriarcado de Alejandría, consiguió que le desterraran a una isla del Nilo, junto con el otro abad Macario que vivía en el Bajo Egipto. El «motivo»: porque ambos enseñaban a hacer bien la señal de la cruz «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» y a rezar «Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo», con la «y» bien puesta. Desterrados, pero felices, ya que nadie pudo impedir que sus raíces siguieran creciendo hacia Arriba (19 enero)

REMIGIO (+ 772). Mi madre tuvo un hermano sacerdote: Mossèn Vila. A Mossèn Vila yo siempre le llamé Senyor Oncle (Senyoróncle). Cantaba muy bien mi tío, con su voz de barítono. Pasaba temporadas con él en Riudecanyes, en Rocallaura... El Senyor Oncle me prometió que me regalaría un misal. Cumplió la palabra. Feliz yo con el Missal romà, de cantos dorados, a dos columnas, en latín y en catalán. A san Remigio me le imagino como el Mon Oncle de Carlomagno, cuando era chico, claro, en Rouen donde era obispo, empeñado en introducir el rito y el canto romano en las Galias. Y me hace feliz ver que muchos compañeros sacerdotes también han tenido un tío cura. Quizá hoy falten sacerdotes porque faltan tíos curas. Habrá que invocar a san Remigio (19 enero)

MARCELO SPÍNOLA y MAESTRE (1835-1906). Abogado que en plena juventud renunció al bienestar de una familia aristocrática para hacerse sacerdote: capellán, párroco, canónigo, obispo de Coria, fundador de las Esclavas Concepcionistas, obispo de Málaga, arzobispo de Sevilla... ¡qué currículum! Siempre ejerció la caridad bondadosamente. En el «año del hambre» los sevillanos vieron a su arzobispo pedir limosna por las calles. Justo a la hora de su muerte, fue nombrado cardenal (19 enero)

FABIÁN y SEBASTIÁN (+ 250 + 288). Fabián, papa. Según Eusebio de Cesarea (que sabía mucho de historia) su elección sucedió de modo sorprendente: al morir el papa Antero, tras sólo 40 días de pontificado, estando reunidos el clero y el pueblo de Roma para elegirle sucesor, en un momento dado una paloma se posó sobre su cabeza. Aunque trató de espantarla, se fijaron en él. 14 años de buen pastor, dividió la ciudad de Roma en siete circunscripciones, con un diácono al frente; se preocupó de que los restos de los cristianos tuvieran un dormitorio (que esto significa “cementerio”) digno a la espera de la resurrección; escuchó las aclaraciones dadas por el gran pensador Orígenes, y le readmitió a la comunión con la Iglesia. Nadie es perfecto: fiándose de Novaciano le ordenó sacerdote esperando mucho de él. Pero... al morir el papa Fabián, se convirtió en el segundo antipapa de la historia. Al enterarse de su muerte, san Cipriano de Cartago escribió al clero romano: «Gracias por los detalles que nos habéis comunicado de su martirio. Me alegra que una administración tan íntegra, haya sido coronada de manera tan egregia». De Sebastián ¿quién no ha visto su imagen, con las flechas traspasándole el cuerpo? Oficial del ejército del emperador Diocleciano se ensañaron con él al enterarse de que era cristiano. Escultores y pintores se han aprovechado de él para lucirse (20 enero)

EUSTOQUIA (1437-1485). La memoria de San Fabián y San Sebastián, no tiene por qué apagar el recuerdo de aquella niña nacida el jueves santo de 1434 en Annunziata. La acomodada familia Calafato, al bautizarla le puso por nombre: Esmeralda («piedra fina, silicato de alúmina y glucina, más dura que el cuarzo y teñida de verde por el óxido de cromo»). A los 15 años aquella piedra fina más dura que el cuarzo tiñó su color verde por el pardo de las clarisas, pese a la oposición de sus hermanos que, para que una Calafato no bajara de nivel social, incluso amenazaron con pegar fuego al convento. No comprendían que su hermana, que tomó el nombre de Eustoquia, al abrazar la pobreza franciscana iba a ganar en agudeza visual y en alegría. Alegría tan expansiva que 15 años después fundó el monasterio de Montevergine. Al morir el 20 de enero de 1485 la acompañaban 50 hermanas (20 enero)

INÉS (s. IV). Adolescente romana, totalmente enamorada de Jesucristo, hasta el martirio a los 12 años. Sus “fans” construyeron sobre esta historia una leyenda maravillosa. Pero es posible que la realidad –Inés a los 12 años— fuera aún más admirable (21 enero)

FRUCTUOSO (+ 259). Con sus diáconos Augurio y Eulogio sufrió martirio el 21 de enero del 259 en Tarragona. Obispo sin fronteras. Al llegar al anfiteatro se le acercó un cristiano llamado Félix, le besó la mano derecha y le pedía se acordara de él. Le contestó con voz clara de modo que todos lo pudieron oír: “Es mi deber acordarme de la Iglesia católica extendida de Oriente a Occidente” (21 enero)

VICENTE (+ 304). Protomártir de España. Famosísimo en la antigüedad, tanto que san Agustín todos los años el 22 de enero predicaba sobre el diácono de Zaragoza, martirizado en Valencia.
«Hemos contemplado un gran espectáculo con los ojos de la fe: al mártir san Vicente, vencedor en todo. Venció en las palabras y venció en los tormentos, venció en la confesión y venció en la tribulación, venció abrasado por el fuego y venció al ser arrojado a las olas, venció, finalmente, al ser atormentado y venció al morir por la fe» (Sermón 274). «A vosotros se os ha concedido la gracia de estar del lado de Cristo, no sólo creyendo en él, sino sufriendo por él. Una y otra gracia había recibido el diácono Vicente, las había recibido y, por esto, las tenía. Si no las hubiese recibido, ¿cómo hubiera podido tenerlas? En sus palabras tenía fe, en sus sufrimientos paciencia. Nadie confíe en sí mismo al hablar; nadie confíe en sus propias fuerzas al sufrir la prueba, ya que, si hablamos con rectitud y prudencia, nuestra sabiduría proviene de Dios y, si sufrimos los males con fortaleza, nuestra paciencia es don suyo» (Sermón 276).
Palabra del Señor ya rubricada / es la vida de Vicente ofrecida / como una prueba fiel de que la espada / no puede ya truncar la fe vivida. / Fuente de fe y de luz es su memoria / coraje para el justo en la batalla / del bien, de la verdad, siempre victoria / que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla. / Martirio es el dolor de cada día / si en Cristo y con amor es aceptado, / fuego lento de amor que, en la alegría / de servir al Señor, es consumado (22 enero)

GAUDENCIO (+ 418). Su nombre, y su vida, saben a alegría compartida. Pagano de nacimiento, el obispo Eusebio le ayudó a hacerse cristiano. E inmediatamente lo envío a Novara para que ayudara al párroco de allí, Lorenzo, que andaba cristianando a los paganos pero evitando que cayeran en el arrianismo, que era una «gripe» realmente agresiva. Los numerosos e influyentes griposos arrianos logran desterrar a Egipto al obispo Eusebio, y Gaudencio va a hacerle compañía, pero éste le convence que mejor regrese a Novara. Y que de vez en cuando vaya a Milán, a confesarse con Ambrosio, de toda confianza. ¡Que gran regalo el de los amigos recomendando a los amigos! El sucesor de Ambrosio, Simpliciano, le consagró obispo de Novara en el año 398, a petición de los novarenses, que no querían un pastor importado. Fue 20 años obispo allí, viviendo en comunidad con sus sacerdotes y con los que un día lo serían. Entonces no se hablaba de “seminarios”. Tampoco los peces hablan del mar en el que viven (22 enero)

GUILLERMO JOSÉ CHAMINADE (1761-1850) Sacerdote, fundador de la Compañía de María y de la Familia Marianistas. Decimotercer hijo de Blas Chaminade, comerciante de tejidos, y de Catalina Bethon. En ese hogar recibió como herencia, virtudes que serán claves en él: el realismo, el espíritu de fe, y una vocación cristiana de servicio. Algunos de sus hermanos habían ingresado en la vida religiosa: el mayor, Juan Bautista, perteneció a la Compañía de Jesús hasta que fue disuelta. Y Guillermo aprendió de él cómo ser fiel a unos compromisos aún estando secularizado a la fuerza. Este hermano fue quien le preparó espiritualmente en su infancia y le orientó vocacionalmente en la juventud. Sus primeros años de estudiante los pasó en el Colegio San Carlos, de Mussidan, fundado por una congregación de sacerdotes que pronto ceden la dirección y la animación educativa de la obra a tres de los hermanos Chaminade, entre ellos a Guillermo. Primero como alumno, luego como profesor, administrador y capellán, pasará allí veinte años que serán cruciales en su formación. Se ordena sacerdote poco antes que estalle la Revolución francesa. En 1790 se publica la «Constitución civil del clero» que establece la supresión de conventos y órdenes religiosas; obispos y clero serán elegidos por el pueblo. Los hermanos Chaminade, como una gran parte del clero francés, rechazan el juramento a esta Constitución. En el colegio de Mussidan, la situación es insostenible, y los Chaminade deben abandonar la dirección. Guillermo José se despide de la Virgen de la Roca, a orillas del Isle, imagen de María que ha sido testigo de su compromiso de educador de la juventud en la ciudad, y emigra a Burdeos… Los marianistas siguen contando su vida y siguen haciéndole vivir. Por aquello de que los hijos se parecen a los padres, yo cuando pienso en Guillermo José Chaminade, siempre le veo con la cara del Padre José María Salaverri (22 enero)

ILDEFONSO (607-667). «El de la casulla» (esa vestidura que se pone el sacerdote para celebrar la misa). Porque cuentan que la Santísima Virgen, agradecida por lo bien que había escrito sobre su virginidad, le regaló una un día de fiesta. Al final fue arzobispo de Toledo, anteriormente abad y al principio monje, contra la voluntad de sus padres. ¿Por qué hay padres que se oponen a que sus hijos se hagan religiosos o sacerdotes? Perdón, Señor, por tantos padres cristianos que dicen durante la misa del domingo: «Señor, danos sacerdotes santos» y añaden a continuación: «Pero no los escojas de entre nuestros hijos» (23 enero)

MARIANA DE MOLOKAI (1838-1918). «Amó a los leprosos más que a sí misma. Les sirvió, les educó y les guió con sabiduría, amor y fuerza. Vio en ellos el rostro sufriente de Jesús». Fue la «sucesora» del apóstol de los leprosos en Molokai, el padre Damián De Veuster. Nacida en Alemania (Heppenheim), su nombre de pila era Bárbara Cope. A los tres años emigró al Estado de Nueva York (Estados Unidos) y adquirió la nacionalidad estadounidense. Perteneció a las Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco de Siracusa (23 enero)

FRANCISCO GIL DE FEDERICH DE SANS (1702-1745). Dominico tortosino, mártir en Tonquín, sería la síntesis. Para mí no es un santo más; desde que era seminarista le profeso una particular devoción, a través de la devoción que le tenía el Beato Manuel Domingo y Sol. Y cuando paso por Tortosa, además de visitar a la Virgen de la Cinta, siempre me acerco a su capilla de la catedral a rezar un Credo. «Mn. Sol hacia 1876 tuvo noticia del martirio de un venerable hijo de Tortosa, el dominico Fray Francisco Gil de Federich, y desde entonces empezó a encomendarse a su protección y a interesarse, con aquella llana y simpática cordialidad suya, por la marcha de la causa de Beatificación introducida en Roma tiempo antes, ya que el martirio acaeció en el Tonquín un siglo hacía, el 22 de enero de 1745. Se puso en comunicación con los dominicos pidiendo datos sobre el particular, y no tardó, a impulsos de su celo, contagio de su amor y a ruegos de los dominicos, en convertirse en entusiasta propagandista de aquella gloria de su tierra. En 1898 imprimió por su cuenta unas estampas del venerable religioso. Valiéndose de sus Operarios de Roma pedía con frecuencia datos sobre el curso de la Causa de Beatificación. En septiembre de 1904, próxima ya la fecha del gran acontecimiento, para contribuir a divulgar el conocimiento de su santo paisano, pagó por su cuenta la edición de la Vida del Mártir dominicano. El 20 de mayo de 1906 tuvo lugar la solemne Beatificación, y Don Manuel comenzó a preparar con todo entusiasmo el triduo que había de celebrarse en su honor en Tortosa, repartiendo profusamente hojas de propaganda y ejemplares de la nueva Vida del Beato, y comprometiendo a sacerdotes amigos para que tomaran parte en las fiestas, que se celebraron con toda solemnidad en el templo catedralicio durante el mes de septiembre. A fines de 1908 estaba dedicado afanosamente a buscar recursos para la imagen y el altar, que por iniciativa suya había de dedicársele en el trascoro de la Catedral, y preparando las grandes fiestas religiosas con que quería solemnizar el acto de la inauguración. Y preparando el acontecimiento, con el mismo fresco entusiasmo con que en sus treinta abriles preparaba sus lecciones del Instituto, le sorprendió la muerte. En los delirios de su última enfermedad hablaba alguna vez de su Beato Gil de Federich» (G. Mártil) (23 enero)
J.S.V.