jueves, 22 de diciembre de 2011 | |


NAVIDAD 2011

El Evangelio de Lucas 2, 21-20 dedica solo dos líneas para describir el acontecimiento que vieron los siglos: “ Y sucedió que, mientras estaban allí (Belén) le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada”. Más breve imposible; y sin embargo estamos tocando el instante cumbre en la historia de la humanidad. De hecho contamos nuestros años a partir de ese instante que divide la historia y el tiempo en un “antes” y un “después”.

Contemplando ese momento, nuestros ojos no ven más que una parturienta, María; un padre azaroso tratando de colaborar en lo que puede, José; y un recién nacido acurrucado entre pajas en el pesebre (Jesús). Pueden aparecernos interrogantes sobre el por qué de esa situación, pero no podemos ir más allá; no podemos llegar al sentido último de lo que ahí sucede. Solo la voz de Dios puede ayudarnos a ver más allá de lo que el sentido de la vista nos transmite. Por eso hoy vamos a fijarnos en otros actores que aparecen en la narración y que nos ayudan a penetrar en el meollo de la cuestión. Estos personajes son los pastores y los ángeles. Los ángeles portavoces de Dios. Los pastores podríamos ser nosotros o unos cualquiera del entorno.

Los pastores están despiertos en la noche. Están en vigilia vigilantes de los acontecimientos del entorno. Y por eso oyen y ven al ángel del Señor que les anuncia la GRAN NOTICIA: “EN LA CIUDAD DE DAVID, HOY, OS HA NACIDO EL SALVADOR”. El niño nacido en Belén, es nada menos que el Mesías, el Señor, el Salvador. Y los pastores creen a los ángeles y van corriendo hacia la cueva donde encuentran a María y a José con el niño recostado en el pesebre como les había dicho el ángel. Y los pastores se alegran y gozan, y dan parabienes, y cuentan lo que les había sucedido. Su alegría y testimonio contagia, anima y ayudan a María y a José a ir creciendo en su fe y a fortalecerse en la bendición de Dios que tiempo antes tanto María como José habían recibido también ellos con la visita de un ángel. Se nos dice que María guarda todas estas cosas en el corazón. Más adelante llegará a entender en plenitud lo que significa ese niño donde no se descubre nada de extraordinario ni tiene resplandores por ningún sitio. Es un niño que ríe, llora, hace pucheros, mama y duerme como cualquier otro niño.

Los pastores no se quedan en la cueva ni intentan hacer allí “tres tiendas”, sino que vuelven a su sitio de trabajo o de vida habitual. Pero vuelven transformados. Ya no es lo mismo. Harán lo mismo que antes con sus rebaños, pero lo hacen ya de otra forma; lo hacen transformados en el hondón de su alma y dan gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto. Ellos en la cueva no solo han sido agentes sino que también han sido pacientes. Han salido fortalecidos en su fe; han visto y oído otras cosas de otras gentes. Sobre todo han oído hablar a María y a José que asombrados también ellos habían acogido a aquel niño como al “Hijo que nos viene de lo alto”.  Los pastores agradecen las bendiciones de Dios, el entrever que se van cumpliendo las promesas, pero ellos se hacen testigos de eso y lo cuentan para que otros vayan y vean y oigan lo mismo que ellos han visto.

Os decía antes que pastores podíamos ser nosotros, y ojalá lo seamos en sus actitudes.

Pastores vigilantes, que otean el HOY de Dios permanentemente. ¿Dónde nace Dios hoy?

Pastores de recia fe, capaces de acoger al Espíritu de Dios y su Palabra venga de donde venga. Son muchos los ángeles que Dios nos envía para decirnos cuál es su voluntad. ¿Escuchamos a Dios? ¿Nos fiamos de Él? ¿Creemos en Él?

Pastores ágiles para entrar en acción. Casi precipitadamente dejan lo que tienen y van corriendo hacia el lugar señalado por el ángel. Hacen un éxodo o un camino dejando seguridades y corriendo hacia la luz, la verdad, la VIDA. ¿Hasta dónde estamos dispuestos nosotros a dejar atrás cosas, seguridades, bienes, para caminar ligeros de equipaje hacia la VIDA?

Pastores contemplativos, que se dejan seducir por el misterio y se alegran y gozan con él. ¿Nos dejamos seducir por el Misterio, por Dios; entramos en gozo y alegría al ver que Dios nace HOY?

Pastores orantes, que se dirigen a Dios familiarmente y que le alaban y bendicen por que hace obras grandes a favor nuestro, porque nos ha regalado al NIÑO, el esperado de las naciones. ¿Somos creyentes que saben orar y llamar a Dios Padre nuestro? ¿Sabemos agradecer los dones recibidos pero sobre todo el don de la vida, de la fe, de la esperanza, del amor? ¿Agradecemos el don de la ENCARNACION DEL HIJO DE DIOS? ¿Agradecemos el don de la Eucaristía, que en ella misma es la celebración del gran GRACIAS A DIOS?

Pastores testigos, que no abandonan sus rebaños, sino que vuelven a ellos renovados y confortados. En su vida normal sabrán condimentarla con la luz y la energía que les da la FE. ¿Sabemos nosotros ser testigos de esperanza? ¿Condimentamos nuestra vida desde nuestra opción de FE? ¿Somos fermento en la masa de nuestra sociedad? ¿Somos valientes (parresía) para anunciar lo que hemos visto y oído?

“GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD”

FELIZ NAVIDAD 2011

Gonzalo Arnaiz Alvarez scj.

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