NAVIDAD 2011
El Evangelio de Lucas 2, 21-20 dedica solo
dos líneas para describir el acontecimiento que vieron los siglos: “ Y sucedió
que, mientras estaban allí (Belén) le llegó a María el tiempo del parto y dio a
luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre,
porque no había sitio para ellos en la posada”. Más breve imposible; y sin
embargo estamos tocando el instante cumbre en la historia de la humanidad. De
hecho contamos nuestros años a partir de ese instante que divide la historia y
el tiempo en un “antes” y un “después”.
Contemplando ese momento, nuestros ojos no
ven más que una parturienta, María; un padre azaroso tratando de colaborar en
lo que puede, José; y un recién nacido acurrucado entre pajas en el pesebre
(Jesús). Pueden aparecernos interrogantes sobre el por qué de esa situación,
pero no podemos ir más allá; no podemos llegar al sentido último de lo que ahí
sucede. Solo la voz de Dios puede ayudarnos a ver más allá de lo que el sentido
de la vista nos transmite. Por eso hoy vamos a fijarnos en otros actores que
aparecen en la narración y que nos ayudan a penetrar en el meollo de la
cuestión. Estos personajes son los pastores y los ángeles. Los ángeles
portavoces de Dios. Los pastores podríamos ser nosotros o unos cualquiera del
entorno.
Los pastores están despiertos en la noche.
Están en vigilia vigilantes de los acontecimientos del entorno. Y por eso oyen
y ven al ángel del Señor que les anuncia la GRAN NOTICIA: “EN LA CIUDAD DE
DAVID, HOY, OS HA NACIDO EL SALVADOR”. El niño nacido en Belén, es nada menos
que el Mesías, el Señor, el Salvador. Y los pastores creen a los ángeles y van
corriendo hacia la cueva donde encuentran a María y a José con el niño
recostado en el pesebre como les había dicho el ángel. Y los pastores se
alegran y gozan, y dan parabienes, y cuentan lo que les había sucedido. Su
alegría y testimonio contagia, anima y ayudan a María y a José a ir creciendo
en su fe y a fortalecerse en la bendición de Dios que tiempo antes tanto María
como José habían recibido también ellos con la visita de un ángel. Se nos dice
que María guarda todas estas cosas en el corazón. Más adelante llegará a
entender en plenitud lo que significa ese niño donde no se descubre nada de
extraordinario ni tiene resplandores por ningún sitio. Es un niño que ríe,
llora, hace pucheros, mama y duerme como cualquier otro niño.
Los pastores no se quedan en la cueva ni
intentan hacer allí “tres tiendas”, sino que vuelven a su sitio de trabajo o de
vida habitual. Pero vuelven transformados. Ya no es lo mismo. Harán lo mismo
que antes con sus rebaños, pero lo hacen ya de otra forma; lo hacen
transformados en el hondón de su alma y dan gloria y alabanza a Dios por todo
lo que habían oído y visto. Ellos en la cueva no solo han sido agentes sino que
también han sido pacientes. Han salido fortalecidos en su fe; han visto y oído
otras cosas de otras gentes. Sobre todo han oído hablar a María y a José que
asombrados también ellos habían acogido a aquel niño como al “Hijo que nos
viene de lo alto”. Los pastores
agradecen las bendiciones de Dios, el entrever que se van cumpliendo las
promesas, pero ellos se hacen testigos de eso y lo cuentan para que otros vayan
y vean y oigan lo mismo que ellos han visto.
Os decía antes que pastores podíamos ser nosotros,
y ojalá lo seamos en sus actitudes.
Pastores vigilantes, que otean el HOY de Dios
permanentemente. ¿Dónde nace Dios hoy?
Pastores de recia fe, capaces de acoger al
Espíritu de Dios y su Palabra venga de donde venga. Son muchos los ángeles que
Dios nos envía para decirnos cuál es su voluntad. ¿Escuchamos a Dios? ¿Nos
fiamos de Él? ¿Creemos en Él?
Pastores ágiles para entrar en acción. Casi
precipitadamente dejan lo que tienen y van corriendo hacia el lugar señalado
por el ángel. Hacen un éxodo o un camino dejando seguridades y corriendo hacia
la luz, la verdad, la VIDA. ¿Hasta dónde estamos dispuestos nosotros a dejar
atrás cosas, seguridades, bienes, para caminar ligeros de equipaje hacia la
VIDA?
Pastores contemplativos, que se dejan seducir
por el misterio y se alegran y gozan con él. ¿Nos dejamos seducir por el
Misterio, por Dios; entramos en gozo y alegría al ver que Dios nace HOY?
Pastores orantes, que se dirigen a Dios
familiarmente y que le alaban y bendicen por que hace obras grandes a favor
nuestro, porque nos ha regalado al NIÑO, el esperado de las naciones. ¿Somos
creyentes que saben orar y llamar a Dios Padre nuestro? ¿Sabemos agradecer los
dones recibidos pero sobre todo el don de la vida, de la fe, de la esperanza,
del amor? ¿Agradecemos el don de la ENCARNACION DEL HIJO DE DIOS? ¿Agradecemos
el don de la Eucaristía, que en ella misma es la celebración del gran GRACIAS A
DIOS?
Pastores testigos, que no abandonan sus
rebaños, sino que vuelven a ellos renovados y confortados. En su vida normal
sabrán condimentarla con la luz y la energía que les da la FE. ¿Sabemos
nosotros ser testigos de esperanza? ¿Condimentamos nuestra vida desde nuestra
opción de FE? ¿Somos fermento en la masa de nuestra sociedad? ¿Somos valientes
(parresía) para anunciar lo que hemos visto y oído?
“GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y EN LA TIERRA PAZ
A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD”
FELIZ NAVIDAD 2011
Gonzalo Arnaiz Alvarez scj.
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