jueves, 28 de enero de 2010 | |

SANTORAL DEL 24 al 31 ENERO
FRANCISCO DE SALES (1567-1622). Obispo de Ginebra, sus escritos sencillos –por ejemplo su «Introducción a la vida devota»– le convirtieron entonces en pionero de un nuevo modelo de vida cristiana: «Causó sensación cuando dijo que la santidad no era patrimonio de los conventos y que era compatible con todos los oficios». Y ahora en patrono de los periodistas, para que –como él– sepan valorar más lo positivo que lo negativo. «Las catástrofes y las desgracias se han convertido en algo cotidiano, obsesionante. ¿Por qué no abrir los ojos también a lo hermoso y a lo bueno que hay en el mundo?» (24 enero)

PAOLA GAMBARA COSTA (1463-1515). Ahora se habla de violencia doméstica y los telediarios diariamente actualizan las estadísticas. Paola supo bien lo que era y devolvió bien por mal a raudales. Hermosa, la casaron recién cumplidos los doce años. La figlia dei nobili Giampaolo Gambara e Caterina Bevilacqua probablemente no oyó nunca la palabra «megalopsichía» pero la practicó. Contó con un ángel de la guarda, que vestía el hábito de San Francisco, Angelo Chivasso. Marido cruel y descarado: «Ludovico non solo ha un’amante, ma un giorno gliela fa trovare in casa, installata lì». En Verolanuova se decía y sigue diciendo: «è stata provata come la beata Paola». «Donde haya ofensa, ponga yo perdón…». La oración de san Francisco hecha vida (24 enero)

FELIX O’DUBHLAINE (+ 1202). «Félix es uno de los nombres más comunes en la hagiología cristiana. Aquí sólo señalamos los más conocidos», escribe Dom Beda Millard en el «Gran diccionario ilustrado de los santos», antes de anotar 82. Todos los meses del año hay varios Félix a disposición de los fieles cristianos. ¿Para recordarnos que hemos de ser felices? Feliz fue el buen cisterciense irlandés Félix y rezumó felicidad durante los 24 años que como obispo hizo de buen pastor en Ossory (24 enero)

PABLO, CONVERSIÓN DE (s. I). A lo largo del año solemos hacer memoria de los santos el día de su nacimiento a la Vida. De san Pablo también recordamos el día de su conversión. Así la cuenta el libro de los Hechos de los apóstoles (Hech 9, 1-20):
Saulo, que seguía amenazando de muerte a los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, con el fin de llevar encadenados a Jerusalén a cuantos seguidores de este camino, hombres o mujeres, encontrara. Cuando estaba ya cerca de Damasco, de repente lo envolvió un resplandor del cielo, cayó a tierra y oyó una voz que decía:
– Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?
Saulo preguntó:
– ¿Quién eres, Señor?
La voz respondió:
–Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que debes hacer.
Los hombres que lo acompañaban se detuvieron atónitos; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, pero, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada; así que lo llevaron de la mano y lo introdujeron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver y sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión:
– ¡Ananías!
Él respondió:
– Aquí me tienes, Señor.
Y el Señor le dijo:
– Levántate, vete a la calle Recta, y busca en la casa de Judas a un tal Saulo de Tarso. Está allí orando, y ha visto a un hombre llamado Ananías, que entra y le impone las manos para devolverle la vista.
Ananías respondió:
– Señor, he oído a muchos hablar del daño que ese hombre ha hecho en Jerusalén a los que creen en ti; y aquí está con poderes de los jefes de los sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre.
Pero el Señor le dijo:
– Vete, porque éste es un instrumento elegido para llevar mi nombre a todas las naciones, a sus gobernantes, y al pueblo de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.
Ananías fue, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo:
– Saulo, hermano, Jesús, el Señor, el que se te ha aparecido cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.
En el acto se le cayeron de los ojos una especie de escamas y recuperó la vista, y a continuación fue bautizado. Después tomó alimento y recobró las fuerzas.
Después de pasar algunos días con los discípulos que había en Damasco, Pablo empezó a predicar en las sinagogas, proclamando que Jesús es el Hijo de Dios (25 enero)

ANANÍAS (s. I). Bautizó a san Pablo y, según la tradición, evangelizó Damasco, Eleuterópolis y otras ciudades de aquellas latitudes. Finalmente fue martirizado. Somos muchos los cristianos de segunda o de tercera que tenemos gran devoción a ese pequeño instrumento de la gracia de Dios. Y estamos muy contentos de poder celebrar su memoria el mismo día de la conversión de Pablo de Tarso. Nos resulta fácil imaginar la atención con que el bautizador escucharía la predicación de su bautizado, y la devoción con que leería las profundas cartas que Pablo escribió a los tesalonicenses, a los gálatas, a los filipenses, a los corintios, a los romanos y a Filemón. Y cómo a veces le diría: «Pablo, hijo, explícame eso que escribes que no acabo de entenderlo bien». Como hacen los buenos maestros con sus discípulos aventajados (25 enero)

ENRIQUE SUSO (1295-1366). Con Eckart, Taulero y Ruysbroek, forma el gran cuarteto de insignes místicos centroeuropeos. Nacido en Bilhmeyer, a los 13 años entró en los dominicos de Constanza. Discípulo aprovechado de Eckhart, también él tuvo que dar explicaciones en 1327 a quienes ponían puntos sobre las íes. Escribió el «Libro de la verdad» y «El libro de la sabiduría eterna». Cuentan que los últimos años, alejado de Costanza por falsas calumnias, los pasó en Ulm, que tenía entonces la torre más alta del mundo: 161 metros. Todo un símbolo, la torre. Y una lección saber que se dieron, se dan y se darán «acusaciones falsas, hechas maliciosamente para causar daño» en este valle de lágrimas. Y que no hay que perder la esperanza, ni la sonrisa (25 enero)

TIMOTEO y TITO (s. I). Obispos de Éfeso y de Creta, sí. Pero antes y sobre todo compañeros del alma de Pablo de Tarso. Le querían, les quería. 3 cartas conservamos del Apóstol de los gentiles a ellos, y por ellos a nosotros. Qué cosas le decía a Timoteo: «He sabido de tu fe sincera, esa fe que tuvieron primero tu abuela Loida y tu madre Eunice y que, estoy seguro, tienes tú». ¡Así se escribe a un obispo! Para que «avives el fuego de la gracia de Dios que recibiste cuando te impuse las manos». Y, un gran consejo, «no tengas miedo, Timoteo» (26 enero)

PAULA (347-404). De Roma, porque en Roma nació de familia aristocrática. Pero también podría ser llamada «de Belén», porque allí vivió veinte años de su vida. Supo aunar a la perfección ser Marta y María. A los quince años se casó con Tosocio, noble romano. Tuvieron 5 hijos: Blesila, Paulina, Eustoquio, Rufina y el pequeño, llamado como su padre. Viuda a los 32, convierte su noble morada romana en lugar de encuentro de los cristianos. En el año 382, san Jerónimo que había venido del Oriente con dos obispos, participó en uno de los encuentros. Al año siguiente con santa Eustoquio marcha a Tierra Santa. Abre en Belén una hospedería para peregrinos y funda dos monasterios. Durante veinte años dirigió la comunidad femenina. San Jerónimo, a cuyo socaire madre e hija vivieron tantos años, entre traducción y traducción de la Biblia, encontró tiempo para escribir su Vida. Sorprendente biografía (26 enero)

ALBERICO (+ 1109). Gran acierto el de Raymond al titular la biografía de los fundadores del Císter «Tres monjes rebeldes» (Roberto, Alberico y Esteban). Rebeldes a la vulgaridad. Sus andanzas nos ayudan a descubrir que el «Citius, Altius, Fortius» olímpico refleja a la perfección el ideal de la vida cristiana. Por algo confesaba el obispo de Troyes al visitar el monasterio que «con frecuencia había oído recitar los salmos, pero aquella era la primera vez que los oía rezar». ¡Qué humanidad la del abad Alberico describiéndose a sí mismo como «un hombre de edad media, estatura media, talento medio y virtud media» y diciendo su prior Esteban que «tal vez estuviese diciendo una verdad también a medias». ¡Qué cara la que puso Esteban Harding ya abad al abrir las puertas de Citeaux a Bernardo y sus treinta compañeros que venían a quedarse! Que no, no faltan vocaciones. Lo que falta es Luz y Vida en el hogar de muchos institutos religiosos (26 enero)

ANGELA DE MERICI (1474-1524). De familia campesina, huérfana a los 15 años, fundó la Compañía de Santa Úrsula –«la primera orden femenina de enseñanza surgida en la Iglesia»–. Creía en Dios y creía a Dios. Parece que sabía suficiente latín como para no olvidar aquello de «Distingue tempora et concordabis jura». Tan inteligente que (sin conocer la palabra «inculturación» ni lo de «yo y mis circunstancias») quiso que la Regla de la Compañía –impresa después de su muerte– fuera siempre susceptible de nuevas adaptaciones a las condiciones de los lugares y las épocas (27 enero)

DEVOTA (+ 303). Devoto (del latín devotus, consagrado, dedicado): Dedicado con fervor a obra de piedad y religión. Devoción (del latín devotio): Amor, veneración y fervor religioso. Le cuadra bien la palabra a la joven de Quercio, Córcega. Decidió votare (entregar) la propia vida al servicio total de Dios, del Dios de los cristianos. Pero los «demócratas» de su tiempo dijeron que no, que aquello iba en contra del Imperio. La encarcelaron, la torturaron, muriendo en pleno enero del 303. Cuentan que el gobernador mandó quemar su cuerpo, por higiene social, claro, pero algunos cristianos lo salvaron de las llamas y lo depositaron en una barca, que empujada por el espíritu arribó a Les Gaumates, actual Principado de Mónaco. Unos pecadores lo encontraron sobre una mata de flores, impropias de aquella estación. No estaría mal que los que recorren la alfombra roja decidieran acercarse a la ermita levantada en su honor, cabe el puerto monegasco. Para ganar alguna indulgencia, que falta les hace; para afinar en el amor, sobre todo (27 enero)

ENRIQUE DE OSSÓ i CERVELLÓ (1840-1896). Lo cuenta él mismo: Mi madre quería que leyese libros buenos. Yo lloraba a lágrima viva leyéndolos. A mi madre, tan buena, sólo la contradecía cuando me insistía una y otra vez diciéndome: «Pues ¿qué quieres ser?». «Quiero ser maestro». ¡Cómo lo recuerdo ahora! Siempre le decía lo mismo. Y lo recordé muchas veces después de morir mi madre. Yo tenía 13 años, y sabía que me quería a mí más que a todos, sin duda por ser el más pequeño. Lloré mucho porque no podía soportar verme sin ella. Desde entonces comencé a pensar en ser sacerdote. Ahora estoy seguro de que fue gracias a mi madre. A ella se lo debo todo después de a Dios (27 enero)

TOMÁS DE AQUINO (1225-1274). Patrono de los teólogos y de los estudiantes. Quizá porque prefería pensar más que hablar. Supo reformular la teología cristiana con la metodología del pensamiento griego. Su «Suma teológica» ha sido durante siglos el libro básico de la teología católica. Y aún hoy sigue siendo un libro que enriquece a quien lo asimila, a quien lo lee, a quien lo estudia. ¡Hay tanto pobre en el mundo, Señor! (28 enero)

JULIÁN (1127-1208). La letanía de santos llamados Julián es larga: Julián de Anazarbo, Julián de Apamea, Julián de Brioude, Julián de Cagliari, Julián de Cesarea, Julián de Cuenca, Julián de Le Mans, Julián de Lion, Julián de Perugia, Julián de Sora, Julián de Toledo … ¿No será para compensar el mal recuerdo de Juliano el apóstata? El de Cuenca nació en Burgos, lo nombraron obispo de Conca Valeria-que así se llamaba Cuenca in illo tempore-, cuando Alfonso IX la reconquistó de los moros. Pese a quien pese, eso: de los moros. Cuentan que después de cumplir con su ministerio diario, dedicaba todo el tiempo libre a trabajos manuales para ganar dinero. Dinero que era para los pobres. Los de Cuenca lo saben. Por esto le tienen por patrono de la diócesis. Para que el nombre de Cuenca no sólo suene a semana de música religiosa (28 enero)

BARTOLOMÉ AIUTAMICRISTO (+ 1224). No es que se hiciera camaldulense porque temiera que la torre de su pueblo se viniera abajo. En realidad durante su vida la torre de Pisa sólo tenía tres de los seis pisos actuales. Ni porque temiera que la ira de Dios se le viniera encima, sino porque oyó decir que los monjes fundados por San Romualdo sonreían siempre. No se hizo sacerdote porque pensase que él nunca aprendería a predicar. El Hermano Bartolomé del monasterio de San Frediano hablaba poco, pero suspiraba mucho «Cristo ayúdame». Una traducción libre del «Kyrie eleison». Y con ese sobrenombre ha pasado a la historia (28 enero)

AFRAATE (+ 378). Educado por los persas, le dio por seguir las huellas de los Magos y fue a Belén, donde se convirtió. Vivió mucho tiempo en Edesa, como anacoreta, en una choza, fuera de las murallas. Viendo los estragos de los arrianos en Antioquía de Siria, la actual Turquía, cerró la choza y se marchó a la ciudad donde como un nuevo David no lanzó piedras de su zurrón sino verdades de a puño. Cuando se lo dijeron a Valente el emperador, que subvencionaba ampliamente a los arrianos, no salía de su asombro. Murió sin que le condecoraran, claro. Pero, como aquel barrendero al que le pregunté si no se desanimaba en otoño con tantas hojas caídas un día y otro y contestó que las que él recogía recogidas quedaban, seguro pensaba que los que desarrianaba desarrianados quedaban (29 enero)

GILDAS DE RHUYS (+ 570). «Cognomento Sapientis». Nació a orillas del Clyde, en Gran Bretaña, de una familia principesca. Confiaron su educación al abad San Iltud, teniendo como condiscípulos a los santos celtas Sansón y Leonorio. Ordenado sacerdote misionó el sur de la isla. Llamado por santa Brígida de Kildare, pasó a Irlanda, convirtiéndose en un nuevo San Patricio. Su tendencia a la soledad le llevó a la isla de Houat, en pleno Océano. Pero los pescadores no tardaron en descubrirle y se vio rodeado de una multitud de discípulos para los que fundó un monasterio en la península de Rhuys. Consiguió, sin embargo, morir en su amada isla de Houat, con el infinito horizonte horizontal del océano y el más infinito vertical horizonte del cielo. Otra vez la constelación de santos me hace sospechar a mi alrededor (29 enero)

AQUILINO (+ 650). Nació en Würzburg de familia noble, a la que ennobleció más haciéndose católico. Sin otras miras que no ser un cristiano vulgar, estudió teología en Colonia. Le vieron tan preparado que le obligaron a ser sacerdote. ¡Cómo predicaba! Tan bien que quisieron hacerle obispo. Para evitarlo huyó a París, donde practicó la teología cuidando enfermos de cólera. Le vieron los parisinos tan buen pastor que también quisieron que fuera su obispo. Para evitarlo huyó a Pavía, donde puso tan nerviosos a los arrianos y a los cátaros con sus argumentos que, una noche al llegar a Milán, para defender su verdad, la de los cátaros, limpiamente le acuchillaron. Fugitivo san Aquilino, ruega por nosotros para que seamos tan nobles que incluso, si hace falta, seamos capaces de huir (29 enero)

MANUEL DOMINGO Y SOL (1836-1909). Sacerdote en 1860, ejerció el apostolado en diversas parroquias y en la enseñanza de la religión en Tortosa. Confesor de religiosas, contribuyó a la fundación de varios conventos. El conocimiento de la difícil vida de algunos seminaristas le abrió el camino a su apostolado más peculiar: «Entre todas las obras de celo no hay ninguna tan grande y de tanta gloria de Dios como contribuir a dar muchos y buenos sacerdotes a la Iglesia». Así fundó el Colegio de Vocaciones, de San José, de Tortosa, siguiéndole otros 8 colegios, que marcan un nuevo rumbo en la formación sacerdotal. Culminando con el Pontificio Colegio Español, de San José, de Roma. Toda esta labor hizo que los obispos encomendaran al Beato la dirección de 18 seminarios diocesanos. Para perpetuar y consolidar estos apostolados funda la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Decía: «El Señor me ha hecho gustar, y en abundancia, de todos los consuelos y sinsabores de los varios campos del ministerio sacerdotal: cura de almas, enseñanza, monjas, asociaciones y últimamente fomentador de vocaciones eclesiásticas, y de todo, esto último es lo que forma y formará mi gozo y mi corona». Se hizo célebre aquella frase: «No sabemos si estamos destinados a ser un río rápido que haga florecer a sus orillas jardines amenos, o si hemos de parecernos a la gota de rocío que envía Dios en el desierto a la planta desconocida; pero más brillante o más humilde nuestra vocación es cierta: no estamos destinados a salvarnos solos». Hombre bueno, perito en el arte de amar, al caer la tarde del 25 de enero de 1909 le examinaron en el amor. Con buena nota. Pablo VI lo llamó «el santo apóstol de las vocaciones sacerdotales». Juan Pablo II lo beatificó el 29 de marzo de 1987 (29 enero)

LESMES (+ 1097). Parece que Lesmes y Burgos «convertuntur» (son sinónimos). Mucho veneran a su patrón en Burgos, pero de existir entonces el DNI constaría que Adedelmo era un francés de la France. Nació en Laudun (Poitou), se hizo soldado. Peregrinó a Roma (en aquellos tiempo peregrinar era una manera de abrir el oído a la voluntad de Dios). Allí se encontró con san Roberto, que había fundado el monasterio de La Chaise-Dieu, el cual le convenció para se hiciese monje. Monje, y abad fue con el tiempo. Hasta que la reina Constanza de Borgoña, esposa de Alfonso VI, oyó hablar muy bien de Adedelmo, y a Burgos le vinieron. Fundó el monasterio benedictino de San Juan Evangelista, y allí se dedicó a atender a las necesidades de los peregrinos de Santiago, quizá recordando los lejanos tiempos en que él también peregrinaba, y al cuidado de los enfermos. «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber, forastero y te alojamos...» (30 enero)

BATILDE (+ 680). Jovencita inglesa, vendida como esclava a Erchinoaldo, dignatario de la corte de Neustria, viudo, que quiso casarse con ella. Lista como el hambre, le dijo que no. Así pudo casarse con Clodoveo II. Tuvieron tres hijos, futuros reyes sucesivamente: Clotario III, Teodorico y Childerico II. Al morir su marido en el año 657 se convirtió en Regente, del mayor. Obras de caridad, nuevos monasterios, lucha contra la simonía y contra la esclavitud (sabía de qué se trataba). Tuvo un buen consejero en san Genesio, todo hay que decirlo. Cuando Clotario III alcanzó la mayoría de edad, para no estorbar, prudentemente, se retiró al monasterio de Chelles que ella se había encargado de restaurar, donde trató de vivir como una monja más. Allí la enterraron, junto a su hijo Clotario III, que la esperaba desde el año 670, no lejos de san Genesio, que le dio por morirse estando allí el año 679 (30 enero)

PABLO HO HYOB (+ 1840). Algunos dicen que querer ir al cielo, sí, pero ser santos, no. Porque ser santo supone una perfección monolítica que no. Se equivocan. Dios sabe bien de qué pasta estamos hechos. Ir para santo sólo es pasar del imperfecto pasado al futuro perfecto por la gracias de Dios. Como el soldado coreano Ho Hyob. Le arrestaron por ser cristiano, le torturaron, flaqueó diciendo que se borraba, arrepentido se repuso y aunque le molieron a palos murió diciendo: Tu rex gloriae, Christe (30 enero)

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